33.Marcas de uñas

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Alice POV

Ya habían pasado más de tres horas desde que Riley salió a "Comprar Nutella". Obvio que no le creí en nada.

Riley es demasiado floja como para ir a comprar la condenada Nutella.

Pero no la perseguí, ni la interrogué, porque se que le ocurre algo, algo que no se relaciona con su nuevo noviazgo con Sebastian. Algo que tenía que ver con aquel llamado que recibió mientras la veía po la ventana de la cocina.

Ahora estoy completamente arrepentida de mis acciones. ¿Y si la secuestraron? ¿Y si la violaron?¿ Y sí la secuestraron, la violaron, la mataron, la picaron en cubitos y la vendieron en el mercado negro, dándole sus restos a los perros?

Riley no contestó ninguno de mis constantes llamados, hasta el punto que simplemente lo apagó.

Todos estábamos en la casa, en un silencio eterno.

Miro la pantalla de mi celular esperando algún tipo de mensaje, llamado o señales de humo que me haya mandado Riley. Pero no. No tengo nada.

Lo único que veo es mi horrible reflejo: Mi cabello castaño enmarañando, mi rímel corrido y mis mis ojos irritados por lágrimas de preocupación.

Me sentía como una madre preocuapada esperando a su hijo en la madrugada.

Hace ms de una hora salimos a buscarla pero regresamos por una simple razón: No sabíamos donde buscarla.

Riley nunca ha sido de las chicas que desaparecen de la nada.

¡SE SUPONE QUE YO SOY LA QUE DESAPARECE DE LA NADA!

Maldita perra copiona.

Escucho el lijero zumbido de un motor, seguido de la puerta abriéndose como con intensiones de que nadie escuchara.

Salí corriendo al pasillo que daba a la puerta principal de la casa. Riley estaba parada en el marco de la puerta con los ojos hinchados e irritados, logré ver la palma de su mano izquierda: tenía las marcas de sus uñas con unos ligeros hilos de sangre.

En ese momento me preocupé más que cuando desapareció. Ella se entierra las uñas en las palmas  cuando tiene pesadillas, o cuando cree que tiene una.

–Malas acciones conllevan consecuencias terribles.–dijo con voz temblorosa.

No me importaba que haya desaparecido.

No me importaba que fuera la causa de mi garganta seca y ronca.

Lo único que me importaba era que estaba aquí, conmigo. Y sí eso era mo que pasaba, ella me necesitaba.

Le abracé los hombros, ella sollozó antes de poner su frente en mi pecho y comenzar a llorar.

–No importan las consecuencias mientras esté contigo, pendeja.

Ambas caímos de rodillas de lleno en el suelo, abrazadas y empapandonos con las lágrimas de la otra.

Narrador omnisciente.

Cuando Riley y Alice se recuperaron, Riley se levantó y se fue al baño, dejando a Alice completamente desconcertada arrodillada en el piso.

–Dale unos minutos, tal vez está algo aturdida...– Thomas se había sentado a su lado tomando su mano.– Pero aún me pregunto por qué no le preguntaste...– Alice negó con la cabeza interrumpiéndolo.

–Thomas, la conozco. Ella no necesitaba un interrogatorio, ni un reprendimiento, sólo... Necesitaba un abrazo; Alguien que aunque ella no dijera nada, la entendiera. Ella... me necesitaba a mí.

Alice se levantó del suelo y fue a la cocina sirviéndose un vaso de agua fría.

–Ella sólo necesita volver a ser Riley...

***

Alice se sentó en el suelo cruzándose de piernas frente a Riley, que estaba sentada en el borde de la cama.

La chica extendía las palmas de las manos mostrándole las pequeñas pero profundas marcas de uñas.

Sin preguntar, pero aún sin comprender, su amiga le limpiaba las heridas y aplicaba la pomada.

–Conocí a...a...

–No tienes que decírmelo, Riley...–mintió. Ella quería que lo dijera, pero no sabía si su amiga estaba lista para decirlo.

–Claro que tengo que decírtelo, Alice.– hizo una pausa antes de tomar aire y lograr contárselo a su hermana.– Co-conocí a un hombre...

Riley comenzó su relato, aunque su verdad era bastante distorsionada: La amenaza era para ella misma, no para sus amigos ni hermanos...

Alice estaba completamente paralizada, a tal punto que su amiga creyó que ni siquiera estaba respirando hasta que hacía un leve movimiento con las fosas nasales cada tres minutos.

Cuando terminó de contar y explicar el porqué de haber durado tres horas fuera de la faz de la tierra (La necesidad de pensar en una solución), se quedaron calladas. Alice intentando procesar toda la información, intentando comprender que, supuestamente, el hombre que mató a sus padres ahora le quería quitar a su hermana. Y Riley esperando que Alice creyera que la amenaza había sido para si misma y no para ella.

Alice se levantó de golpe del suelo y miró a Riley sin ningún tipo de expresión en el rostro. Cusndo Riley creyó que Alice empezaría a gritar y a mover sus brazos como pájaro histérico... Alice saltó y la abrazó con una fuerza descomunal.

–No dejaré que nada te ocurra...

"Ay amiga–pensó Riley– Si tan sólo supieras..."

–¿Qué ocurre, Riley? ¿Por qué te pasaría algo?– dijo Sebastian, seguido de Alexa y Thomas.

–Yo... eh... ¿Alice?

–Está bien, yo les cuento.–Alice hizo un ademán con la mano a los chicos para que la siguieran. Salieron de la habitación y cerraron la puerta.

Riley se tiró en la cama y frotó sus manos con su cara, soltando un suspiro de frustración.

"¿En qué lío los he metido ahora?" Se repetía a si misma.

Agarró la laptop de debajo de su cama y escribió en la barra de Google "Póquer". Presionó Enter y aparecieron más de 5,2 millones de resultados

Entre página y página encontro un anuncio que llamó su atención.

Mini Campeonato de póquer internacional. ¡Demuestra que tienes lo que se necesita para ser el Trece de la suerte!

Sebastian, Alexa, Thomas, Kate, y el resto, escuchaban con atención a Alice, que intentaba explicarles todo el tema de Benny y sus padres biológicos.

Todos la miraban con una mezcla extraña de emociones y sentimientos. Alexa, furiosa. Sebastian, preocupado. Kate, nerviosa. Thomas, preocupado, al igual que su mellizo.

Apesar de sus distintas emisiones, todos los chicos se encontraban sorprendidos por la manera en la que hablaba Alice. De hecho estaban sorprendidos por la actitud de Alice. Seria, con la mirada perdida, y sin expresar mera emosión. Aunque en su voz se expresaba cierto tono de rabia, además por su puesto de él clásico tono carmesí en sus mejillas a causa de todas las ganas contenidas de gritarles a todos que fueran a cortarle la lengua aquel tipo.

Bueno, las ganas no le faltaban a ella, pero tampoco es que le queda sólo una cuarta parte de cerebro.

–¿Qué vamos a hacer?– pregunta Sebastian saliendo de su estado de shok.

–"¿Qué vamos a hacer?" ¡¿NO CREES QUE LES ESTOY DICIENDO POR ALGO, IMBÉCIL RATA DESEREBRADA?!  ¡NO TENGO NI IDEA DE QUE HACER...!

Tras ese grito desde el fondo de su garganta su voz se se quebró y lágrimas amenazaban con salir corriendo de sus ojos. Así que se levantó y salió de la cocina casi derribando la puerta corrediza que dá al patio.

Thomas miró a su hermano y si las miradas matasen, Sebastian estaría unos cuantos metros bajo tierra. Se levantó y fue en busca de la castaña que tanto amaba.

Somos unas P.U.T.A.S  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora