44. No siempre necesitas ser realista, solo necesitaa verlo de cabeza

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Riley POV.

Vi a Alice salir corriendo del salón, mientras yo estaba completamente aturdida. La puerta se cerró con un mínimo click, un click que me hizo despertar de mi transe. Corrí fuera para seguirla, pero ella ya había desaparecido por el pasillo. Escuché unos pasos detrás de mí, y la puerta cerrándose de nuevo, era Sebastian.

–¡¿Qué le dijiste?!– grité señalándolo.

–¡No le dije nada! ¡Ese es el problema, no le dije nada, sólo para protegerte!– espetó enojado, agarrándose el cabello –No le dije nada solo por cumplir mi promesa... Y ahora me doy cuenta que tu nunca cumpliste la tuya...

–¿De qué estás hablando?

–Alice te escuchó, no se que coño fue lo que escuchó, pero la hizo pensar que le ocultabas algo... Riley, necesito saber qué fue lo que dijiste.

–¡Pero yo no dije nada!– grité frustrada.

–¡Tuviste que decir algo, Riley! Me siento mal por ser tu cómplice en esto.– susurró suavemente con la mirada puesta en el suelo.

–¿Por qué lo eres?

–¡Para protegerte!– gritó indignado.

–¡Yo nunca te pedí que lo hicieras!

Me arrepentí de inmediato de haber dicho eso. ¿Cómo podía llegar a ser tan cruel con él? Él estaba sacrificado su integridad física por mí, y yo lo despreciaba de tal manera. Bufé y recosté mi frente de la pared

–No quise decir eso...– dije con los ojos cerrados, pero no hubo respuesta –Lo lamento...

Silencio.

–¿Sebastian?

Volteé, pero ya no había nadie.

Sebastian se había ido y yo no lo seguí.

***

Había pasado a la siguiente ronda, con dieciséis puntos totales entre los dos juegos.

Pero yo aún estaba sentada en la barra, intentando recordar que fue lo que dije  que hizo a Alice explotar.

–¿Cúando, cuándo, cuándo...?

–¿Nunca dejas de beber, eh Riley?– dijo una voz detrás de mí: Malcom.

–No estoy para tus chistes, Badock.– esperé con odio. Se sentó en un banquillo junto a mi y yo resoplé.

–Hey, calma gatita. ¿Por qué estás tan de mal humor?– sonrió socarronamente y bebió de mi vaso. –No tuvimos la oportunidad de terminar nuestra conversación...

–No quiero hablar de eso– espeté fastidiada, pero eso no hizo que dejara atrás su buen humor, pues parecía aún más divertido.

–Oh, vamos, Riley. Cuenteme más sobre ella.

Entonces la respuesta calló como balde de agua sobre mi cuerpo. Mis ojos estaban mirando a un punto fijo, intentando reorganizar las escenas de la conversación de hace unas horas

Y bien, hablame de ella

–Es una vieja compañera de habitación. –mentí en seco.

Vamos Riley, no puede ser tan difícil recordar una conversación. Intenté dar la menor cantidad de información acerca de Alice. Había desarrollado mi estrategia, quizá si les hacía creer que era sólo una chica fastidiosa quitarían su mira de ella. Una terrible estrategia, pero era lo único que tenía y debía seguir intentándolo.

–¿Compañera?– lanzó una sonora carcajada–  No lo parece. Como mínimo diría amigas de toda la vida.

El recuerdo se volvía borroso de nuevo y bufé frustrada, en algún lugar debía estar Alice, escondida. Mi mirada estaba clavada en Malcom, pero intentaba ver a través de mi memoria por vista periférica.

–No lo es. Es mi compañera de habitación en la Universidad, es muy chocante, insistió en venir para ver cómo era todo...

–¿En serio? Parece que en serio se preocupa por .

–Es curioso, pues yo la traje para que dejara de molestarme. Ella no me interesa.

Justo ahí, en ese momento cuando pasa el camarero una pequeña sombra negra pasó a toda velocidad junto a nosotros. La oscuridad no me permitía ver mucho y peor al ser sólo un recuerdo. Ahora me arrepiento de no haberla seguido con la mirada, pero por el peculiar caminar estaba segura de algo. Era Alice.

–Oye, te perdiste en el infinito. –dijo Malcom agitando su mano frente a mí, volteé mi rostro hacia el y sonreí, el lanzó un suspiro aliviado– ¡Fiuh, creí que te habías muerto en vida o algo así! ¿Por qué tú repentino cambio de humor?

Salté de mi asiento y lo abracé con fuerza. Él se sorprendió y me regresó el abrazo, balanceandome de un lado al otro.

–Todo fue un malentendido. –dije terminando de abrazar a mi nuevo desconocido favorito. Intenté sacar dinero de mi bolso pero se quedó trabado, así que terminé lanzándole el bolsito a Malcom – Yo te invito un trago, saca el dinero de ahí. Adiós.

Salí corriendo entre la multitud con una amplia sonrisa. Todo había sido un malentendido. Tengo que hablar con Alice.

*¿Pero que le vas a decir? ¿"Hola Riley, lo que escuchaste no fue verdad y lo dije porque Benny podría llegar a cambiar de opinión? ¿En serio?*

¡¿Cual coño es tu manía con arruinar mis momentos?!

Hey, sólo soy realista!*

No siempre necesitas ser realista, sólo necesitas verlo de cabeza. Reí ante aquello pues es la frase favorita de Alice.

Llegué hasta la habitación y abrí la puerta. El silencio reinaba, así que decidí internarme más, pero no había nadie.

Salí apurada y me dirigí al cuarto de al lado, el de los chicos. Toqué la puerta y un Thomas muy nervioso abrió la puerta.

–¿Has visto a Alice? – dijimos al mismo tiempo. Yo resoplé y restregué mis ojos con las manos.

–La busqué en el salón y el lobby del hotel, pero no la encuentro. Su celular está apagado.– dijo Thomas frustrado.

–¿Y Sebastian?

–Juré que estaba contigo.

Recosté mi cuerpo de la pared y me dejé caer al piso. Mirando el techo intenté pensar en un posible lugar donde ambos pudieran estar.

–¿Dónde carajos te metiste ahora, Alice?– susurré al techo, mientras Thomas intentaba llamarla de nuevo– ¿Y Drake?

–Fue a buscarlos por el casino.

Con esfuerzo recreé nuestro viaje en taxi hasta el hotel desde el aeropuerto y un pequeño lugar se cruzó por mi cabeza. Me levanté de golpe y miré a Thomas.

–Creo que sé dónde pueden estar.

Somos unas P.U.T.A.S  (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora