Capítulo XXVI

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Wilfredo y Tomás pensaron que el último destino para buscar a Leonardo era el castillo del rey Horacio. Hacia allá se dirigieron cuando encontraron al rey en las puertas del castillo gritando.

-¿Escuchas esos gritos, Wilfredo? -Preguntó Tomás acercándose al castillo.

-Sí, sí los escucho -Respondía el joven lobo acercándose hacia él.

-¡Leonardo! ¡Leonardo, hijo! ¿Dónde estás? -Gritaba y rugía el león muy preocupado ya a altas horas de la madrugada.

-¡Rey Horacio! ¡Rey Horacio! -Exclamaba Wilfredo mientras corría hacia la entrada del castillo- Rey Horacio... ¿Qué ha pasado con Leonardo? -Preguntó.

-No lo sé... No lo he visto desde hace horas... Fui a su habitación y no lo encontré -Dijo él preocupado- ¡Me excedí...! ¡Me excedí con dejarlo encerrado...! Lo lamento... Lo lamento tanto...

-No se preocupe... Yo lo entiendo, majestad. Se lo que él sentía porque mi padre me tenía encerrado en una torre hasta que pude escapar. Escapé gracias al amor que yo le tengo a su hijo que haría cualquier cosa por él.

Al decir esas palabras, algo se conmovió en el corazón del rey Horacio y dándole un abrazo al joven lobo, lo estrechó hacia él.

-Wilfredo, eres un príncipe muy valiente. Arriesgas todo por mi hijo, a pesar de tantas cosas que han pasado -Decía el rey quién lo miraba y se sorprendía de su valentía.

-Rey, yo amo a Leonardo y justo ahora dejo todo por ir en su búsqueda. Espero encontrarlo sano y salvo, mi corazón me lo dice -Decía el lobo quién correspondía al abrazo del rey- Aunque ahora, es muy tarde y necesitamos descansar. 

-Lo mejor es descansar para recuperar un poco de nuestras fuerzas y perfectamente podremos continuar nuestra búsqueda mañana -Dijo Tomás quién suspiraba- Además, es tarde ya.

-Sí, tienen razón... Por la mañana temprano lo buscaremos mejor y con más claridad -Dijo el rey invitando a los lobos hacia el castillo- Gracias, Wilfredo. Gracias a la valentía de ambos, ahora nuestros reinos pueden convivir en paz.

-No agradezca, rey. Lo que hicimos fue para que nuestros reinos ya no estuvieran divididos. Sin embargo, el corazón de ustedes si lo está -Dijo Wilfredo caminando los pasillos del castillo.

-¿El corazón de nosotros? ¿Qué quieres decir? -Decía confundido el rey Horacio.

-Que tanto usted como mi padre son los reyes de estos territorios pero que a pesar de que el odio ya no existe, no quieren que Leonardo y yo estemos juntos -Decía el lobo con una expresión de tristeza- Yo quiero brindarle todo mi amor, pero hay barreras que lo impiden.

El rey Horacio suspiró tras lo que decía Wilfredo y seguía guiándolos hacia una de las habitaciones para que se quedara a dormir. Tomás había guardado silencio mientras ellos hablaban y accedió a quedarse en una de aquellas habitaciones del reino para dormir pero Wilfredo no. 

-Perdón, majestad. Me gustaría dormir mejor en el cuarto de Leonardo. Así, puedo encontrar pistas sobre dónde podría estar.

-No es algo que todo rey acepte pero si así lo deseas, entonces duerme allí por esta noche -Dijo el rey león. 

-Tranquilo, majestad. Ya encontraré alguna pista quizás estando en su cuarto que me indique dónde puede estar -Dijo quitándose su mochila.

-Está bien -Dijo el rey- Duerme esta noche en su habitación y descansa.

-Lo haré, majestad.

Y así lo hizo el joven príncipe, entró a la habitación de su amado para allí poder pasar la noche guiado por el rey. Luego, cerró la puerta de la habitación y retiró poco a poco su ropa dándose cuenta de algo al mirarse al espejo.

-Vaya, no me había dado cuenta del progreso que he tenido tanto física como mentalmente, jaja -Sonreía él mirándose en el espejo, admirando su cuerpo fuerte y atractivo- Con tantas cosas, no me había puesto a ver esto.

El príncipe seguía mirando su cuerpo y más tarde, se tumbó en la cálida cama de su amado, comenzó a olfatearla, detallando cada lugar de ella y recordando el olor de su león.

-Mmm... Leonardo... Como quisiera que estuvieras aquí, mi amado y querido príncipe -Dijo Wilfredo acariciando las sábanas hasta quedarse dormido.

Y así, ya con el príncipe Wilfredo dormido tanto el rey Horacio como Tomás esperaban que llegara el día siguiente para ir tras la búsqueda de Leonardo.   

Conociendo a mi enemigo [Furry/Bara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora