Capítulo XVI

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Cada uno de los príncipes había pasado la noche en su respectivo castillo y devolviéndose hacia aquel bosque que dividía lo fantástico de lo real, se encontraron nuevamente con el lobo guardián de todo. 

-Dejaron su desayuno el día de ayer, tuve que comer yo solo -Dijo el anciano sonriente.

-Perdón por eso, estaba por desatarse una guerra entre nuestros reinos. Nuestros padres están desaparecidos y creemos saber qué sucedió con ellos pero debemos estar preparados. Será un rescate un poco complejo pero tengo la fe y la esperanza de que con ayuda de Wilfredo podré encontrarlos -Dijo Leonardo con una vestimenta verde, sosteniendo su arco y su flecha preparado para afrontar cualquier reto pero en su tez se notaba la preocupación por saber qué había pasado con su padre.

-Es lo más seguro, nosotros nos encargamos de dejar todo en manos de personas confiables para que tanto en Leonyx como en Lycax reine la paz y la unidad mientras no estamos. Queremos que vivan felices y en paz a la vez que buscamos el paradero de nuestros padres -Decía Wilfredo envainando su espada, vistiendo un traje rojo de caballero y decidido a todo- Te noto muy preocupado, Leonardo. 

-Lo sé... Lo sé... -Decía suspirando un poco y con sus ojos a punto de llorar- Me angustia el no saber dónde está mi padre.

-Tranquilo, ya los encontraremos -Decía Wilfredo mientras notaba cómo el anciano les daba sus buenos deseos despidiéndolos.

-Muy bien, príncipes. Que la buena fortuna los acompañe. Les deseo suerte a ambos y que encuentren a sus padres en buen estado -Dijo el anciano dándoles algunos frutos en un bolso que él llevaba- Quizás esto les sirva de algo.

Los príncipes se despidieron de Tomás y emprendieron una aventura hacia la búsqueda de sus padres. Por el camino, iban conversando sobre lo que les había tocado pasar. 

-No imaginé que quién fuese mi amigo significara algo más para mí -Sonrió Leonardo tomando la mano de Wilfredo un poco calmado ya.

-Sí, admito que ahora todo es diferente mi querido león -Dijo el lobo sosteniendo su mano mientras corrían atravesando las praderas después de un largo trayecto- Ufff... Vale la pena vivir esta aventura contigo por rescatar a nuestros padres.

-Lo sé... Lo sé. A tu lado he perdido mis miedos e inseguridades... O eso creo... Siento que soy más decidido y todo te lo debo a ti, Wil -Dijo Leonardo dándole un beso en los labios al lobo.

-No agradezcas nada, mi príncipe. Sabes que viviría más de una aventura sólo por verte feliz, defendiendo lo que amamos y por lo que debemos luchar siempre.

Así estuvieron hasta llegar a la orilla de la playa en la cual no encontraron el barco ya. Se acercaron hacia dónde había estado el barco y divisaron por los alrededores para encontrar algo que les indicara dónde estaban sus padres. En ese lugar, encontraron uno de los anillos que el rey Horacio utilizaba y otro indicio más: una botella la cual tenía una carta dentro de ella con un mensaje escrito. 

-¡Encontré esto, Leonardo! -Exclamó Wilfredo al encontrar la botella bañada por las olas cerca de la playa- Hay que abrirla y mirar qué mensaje tiene escrito.

Wilfredo abrió la botella después de que su compañero corriera para estar junto a él. Los dos observaron la hoja y la leyeron detenidamente con un mensaje un poco borroso.

-¡Sálvennos! Es lo único que dice la carta, Wilfredo -Decía el joven león divisando hacia el horizonte algo más que les indicara el paradero de los reyes.

-Eso no nos dice mucho, aunque por la letra que vi estoy seguro que era la de mi padre -Dijo el joven lobo poniéndose en marcha tras haber pensado en un plan- ¡Sígueme, Leonardo!

-¿Eh... Pero hacia dónde? -Preguntaba confundido el león tras ver correr a su compañero, corriendo tras él- ¡Oye, espérame! ¿A dónde vas? 

A Wilfredo se le ocurrió la idea de ir corriendo por la playa hasta llegar a un puerto donde encontró un bote con un par de remos y sin dudarlo, se subió a él tomando el timón del mismo. Leonardo al verlo, lo miró dudoso.

-¿Has navegado por el mar alguna vez? -Preguntó Leonardo.

-No, pero para salvar a nuestros padres hay que arriesgarse -Dijo el lobo valientemente.

Leonardo suspiró un poco y dudó todavía más pero Wilfredo lo reprendió.

-¿Acaso tú no eras el que hace poco dijo que  a mi lado había perdido sus miedos e inseguridades? -Preguntó Wilfredo.

-Sí... Wil... Pero...

-Pero nada, si confías en mí es hora de que zarpemos y naveguemos buscándolos -Dijo el lobo dándole la pata a su acompañante- ¿Vienes conmigo o me voy sólo? 

-No dudaré, voy contigo -Dijo el príncipe león poniéndose en marcha al subir al barco.

Y así, al atardecer los príncipes quiénes habían subido a aquel bote navegaron sin rumbo fijo pero con la convicción de encontrar a sus padres y tener la certeza de que estuvieran bien, manteniendo la fe intacta y con su espíritu enaltecido.


Conociendo a mi enemigo [Furry/Bara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora