En las cercanías del puente, aquel lugar que servía de punto de encuentro para los dos príncipes no iba a ser la excepción para que se vieran aquella noche, a la misma hora que siempre solían verse. Ellos habían escapado a pesar de la advertencia de sus padres sobre los peligros que rondaban por los alrededores. Sin embargo, la valentía de ambos y la curiosidad por vivir una gran aventura los llevó a eso, a desobedecer las reglas.
—No esperaba que vinieras —dijo Wilfredo sonriendo al ver al león del otro lado del puente— Pensaba que sentías miedo ya que esto es arriesgado pero aún así quería insistir.
—Tengo miedo, sabes. No estoy muy seguro de hacer esto. No sé si está bien o mal pero lo que sí sé y estoy seguro es que hemos entablado una muy buena amistad y no estoy dispuesto a que te pase algo —decía Leonardo preocupado tras lo que había hecho.
Wilfredo sacó una botella de leche rosada, tal y cómo lo había hecho la primera vez que ambos tuvieron confianza el uno al otro. La sirvió en un recipiente y se la dio a beber a su amigo.
—Ten, bébela —dijo entregándole la bebida— Sabía que vendías aunque tuve un poco de duda por la manera como te tomaste todo lo que dije.
—Pero... No tengo sed. Y sí, me arriesgué y vine... Aún así, sigo teniendo miedo y considerando también que tu idea es absurda.
—Te hará bien, calmará tus nervios. Ya estamos aquí, Leonardo y no hay marcha atrás.
Leonardo bebió la leche rosada y luego de unos minutos, se sintió mejor. Él observó como Wilfredo sacaba un mapa de su reino para ir buscando pistas que lo llevaran a lo que buscaba. Mientras lo observaba, se quedó atónito y pensativo.
—Ese mapa... mmm... permíteme... —dijo tomándolo para voltearlo de diferentes maneras y observarlo detenidamente.
—¿Este mapa? —preguntó un poco confundido Wilfredo— Es el mapa de mi reino.
Leonardo sacó una parte de un mapa de su mochila y al observar que estaba dividido justo por la mitad como el mapa del lobo, pudo notar algo que los impresionó bastante.
—Oh, por todos los cielos... ¡Es el mismo mapa! —exclamaron ambos tras haber unido las dos mitades.
—¿Qué significa esto, Wilfredo? —preguntó Leonardo sorprendido tras lo que estaba observando.
—Yo no lo sé, esto lo saqué de la habitación de mi padre justo antes de venir acá para poder ubicarnos en este lugar. Como dijiste antes, no podíamos irnos sin un rumbo fijo así que me las ingenié para encontrar algo que nos sirviera para orientarnos —le respondió el lobo.
—Yo saqué esta parte de un cofre viejo que había en el ático del castillo pensando en que podría encontrar algunas cosas interesantes —dijo el león metiendo la parte del mapa de nuevo en su mochila.
—Y sí que esto es interesante, no sabía que tenías parte de otro mapa.
Ambos, notaron que los reinos estaban divididos justo por un corte longitudinal que atravesaba el mapa al unirlo. Ellos estaban muy intrigados, sin embargo quedaron pensativos tras oír algunos pasos provenientes de las cercanías al río.
—¿Escuchas eso, Leonardo? —le preguntó el príncipe lobo al león.
—Sí, los escucho bien Wilfredo. Son pasos y alguien que habla. Será mejor que nos escondamos —dijo el león en voz baja.
Rápidamente, se escondieron en unos árboles cercanos del lado del Leonyx. Ellos pudieron apreciar como un sujeto cubierto de pies a cabeza con una especie de saco negro, que no se veía del todo por la oscuridad de la noche, atravesaba el puente del territorio de los leones hacia el territorio de los lobos.
—Mira, mira a ese sujeto que ahí va. ¿Cómo es posible que pase así nada más? —preguntaba Wilfredo un poco confundido señalando a aquel tipo y caminando tras él
—No lo sé, pensé que nosotros éramos los únicos quiénes podíamos hacer eso —respondió Leonardo quién lo seguía detrás con cara de preocupación.
—Jamás lo habíamos visto antes, Leonardo... —dijo Wilfredo sintiendo el frío de la noche, muy intrigado tras lo que estaba pasando y con un ánimo diferente al que había sentido antes que ya no era de curiosidad sino de miedo.
—Nunca, nunca lo había visto desde que nosotros estamos viéndonos a escondidas de nuestros padres —dijo Leonardo con su corazón latiendo muchísimo como si presagiara algo.
—¿Crees que sea peligroso? —preguntó Wilfredo con duda y con la misma sensación de su acompañante.
—No lo sé pero por ahora es mejor seguirlo a ver hacia donde va —le respondió Leonardo tragando saliva, con temor y mirando hacia todas partes.
Y ambos caminaron lo más rápido que pudieron sin dejar de ser sigilosos. Sin embargo, habían perdido el rastro de aquel ser misterioso en la oscuridad de la noche y pensaron que la mejor opción era regresar al reino cuando se dieran cuenta de que no había nadie cerca.

ESTÁS LEYENDO
Conociendo a mi enemigo [Furry/Bara]
FantasíaLeonardo es el hijo del rey Horacio III, perteneciente al linaje del reino de Leonyx y Wilfredo es el primogénito del rey Sebastián XI, perteneciente al linaje del reino de Lycax. Ambos conocen los alrededores de sus respectivos castillos pero ningu...