Capítulo XV

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Al despertar por la mañana, los jóvenes príncipes se levantaron temprano y entrenaron un poco. Tomás, el lobo guardián no se veía por los alrededores y ellos lo habían notado por lo cual comenzaron a sentir un poco de preocupación así que fueron a buscarlo.

-¡Señor Tomás! ¡Señor Tomás! -Gritaban los príncipes tras no notar su presencia.

-Aquí voy, príncipes -Dijo él trayendo algunos pescados en un par de cestas- Fui por comida, comer siempre frutas es rico pero de vez en cuando es bueno desayunar algo distinto.

Ellos hicieron una fogata y colocaron los pescados en una parrilla para que se asaran. Mientras eso sucedía, Leonardo pudo escuchar algo a lo lejos.

-¿Escuchan eso? -Dijo el joven león corriendo apresuradamente tras haber escuchado sonidos a gran distancia-

-¡Espera! ¿Qué es lo que escuchas? -Preguntó el lobo corriendo tras él para alcanzarlo después.

-Reconozco esos sonidos... Parecen ser las tropas de mi reino... -Dijo Leonardo presintiendo algo.

Wilfredo también pudo notar aquellos sonidos e igual se escucharon unas trompetas resonando como si de algo malo se tratase. Ambos, fueron a observar qué era lo que pasaba y pudieron darse cuenta que las tropas de Leonyx y de Lycax estaban justo para atacarse entre sí. Ellos llegaron ante tan multitudinarios ejércitos y cada uno desde su bando preguntó por lo que ocurría.

-¿Qué es lo que sucede aquí? -Preguntó el príncipe Leonardo a uno de los generales.

-Recibimos un comunicado de que el rey Horacio fue secuestrado por los lobos que habitan el reino de Lycax, príncipe.

-Nosotros también recibimos un comunicado igual en el que se afirmaba que el rey Sebastián fue secuestrado por los habitantes del reino de Leonyx, príncipe Wilfredo.

-Esto se trata de un error, es un malentendido -Decía Leonardo muy asustado y reflejando una cara de intranquilidad- ¡Wilfredo, debemos hacer algo!

-Calma, mantén la calma Leonardo. Hay que contarles lo que está sucediendo y que todos los leones y lobos sepan que no podemos vivir en discordia -Decía Wilfredo mientras miraba a Leonardo- Piensa en algo, Leo.

Ambos se pusieron de lado y lado del puente, gritando a sonora voz.

-¡Escuchad, hermanos leones! ¡Escuchad, hermanos lobos! -Gritaba Leonardo con decisión- Durante mucho tiempo nuestros reinos han estado divididos. Hemos pasado por muchas cosas, nos han pasado todo tipo de situaciones funestas y desagradables pero con esta guerra no conseguiréis nada.

-¡Alzando vuestras armas no conseguiréis nada y solo os lastimaremos los unos a los otros! -Gritaba Wilfredo hacia ambos bandos quiénes estaban callados y escuchando atentamente lo que los príncipes decían, apoyando las palabras del león.

-Yo he compartido tiempo con el príncipe Wilfredo, a vuestro lado me di cuenta y constaté que no hay maldad en el corazón de los lobos -Decía a viva voz notando como ambas tropas murmuraban entre sí.

-Yo tampoco he encontrado maldad alguna en el corazón de los leones, hermanos. Vosotros sois un solo pueblo si os unís. No somos diferentes los lobos de los leones. No os ataquéis entre sí y cometáis un error -Decía Wilfredo buscando bajar la tensión entre ambos pueblos.

Ambos estaban observando a sus súbditos, era responsabilidad de ellos que no existiera otra guerra. Luego, bajaron sus cabezas para buscar algo que les permitiera saber donde estaban sus padres y encontraron pedazos marchitos de lo que parecían ser algas.

-Os aseguro que buscaremos a nuestros padres, vuestros reyes y a quiénes os debemos la lealtad, la honra y el honor. Debemos salvarlos nosotros que somos sus primogénitos, no queremos exponer vuestras vidas en esta aventura para rescatarlos por la osadía que conlleva y que puede ser peligrosa. Os comunicamos que podéis retiraros cada uno a vuestros respectivos hogares -Decía Wilfredo observando a sus residentes.

-Nosotros dejaremos personas de confianza a cargo de nuestros castillos, pero os rogamos mientras tanto que os familiaricéis y unáis ambos reinos. Haced la paz y no la guerra -Decía Leonardo a los leones. 

-Haced la paz, os améis unos a otros y siempre mantengáis la unidad en vuestros corazones -Dijo Wilfredo quién en un abrazo fraterno entrelazó a Leonardo ante la vista de todos. 

-Cuando encontremos a nuestros padres, os haremos saber que ambos reinos os habéis unificado y que ya no existen lazos que nos separen sino que nos unan, firmaremos un tratado de paz donde vosotros seáis los beneficiados habitantes de Lycax y de Leonyx -Dijo Leonardo manteniendo el abrazo con su compañero. 

Ambas tropas dejaron las armas mientras se unían entre sí pensando en una misma causa: salvar a los reyes que estaban desaparecidos. Los príncipes habían logrado su cometido que era restablecer la paz en ambos reinos. Les había servido leer mucho la noche anterior para enterarse de muchas cosas y haber procedido sabiamente en un momento como ese. Y luego de haber solucionado tal conflicto, fueron en la búsqueda de sus padres teniendo ya una pista de dónde podían estar.


Conociendo a mi enemigo [Furry/Bara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora