Capítulo XXVII

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A pesar de haber dormido unas pocas horas, Wilfredo se despertó temprano y con una sola consigna en su cabeza: encontrar a Leonardo.  Por eso, luego de unos minutos de haberse levantado organizó las cosas que necesitaba, su espada, su mochila. Se dirigió hacia el baño interno de la habitación, se duchó rápidamente y se vistió en la búsqueda de aquel príncipe. 

-Veo que también madrugaste, Wilfredo -Dijo Tomás estando frente a la puerta del lobo.

-Buenos días, señor Tomás -Contestó él sonriente y preguntó sorprendido- ¿Cómo está? No sabía que estaba por aquí.

-Sí, estoy por aquí. Estoy bien y supuse que te levantarías temprano para buscar a Leonardo así que por eso vine. Necesitas compañía y apoyo por si acaso -Dijo el lobo veterano mientras lo miraba.

Mientras seguían conversando el par de lobos, el rey Horacio caminaba por los pasillos pero no vestía de rey. Tenía un vestuario de arquero de color amarillo, sandalias romanas tan brillantes hechas en oro, portaba su corona, un arco y algunas flechas. Se acercó a los lobos y los saludó.

-Buenos días, estimados congéneres. Espero hayan tenido una buena noche y un magnífico despertar -Dijo el rey quién los saludó a cada uno estrechando sus manos.

-Buenos días, majestad -Respondieron ellos correspondiendo al saludo del rey.

-Veo que se levantaron temprano -Dijo él bostezando un poco- Mmm... Yo también.

-Es cierto, majestad. Nosotros madrugamos para ir en la búsqueda de Leonardo -Dijo Wilfredo quién ya estaba listo- Es hora de irnos.

-Espera, Wilfredo -Dijo Tomás- ¿Sabes a dónde pudo haber ido Leonardo? -Preguntó.

-Puede que sí sepa. Ayer mientras dormía, olfateaba su aroma estando en la cama. Es por eso que quise dormir en su habitación, con permiso del rey Horacio, claro está -Dijo el príncipe.

-Vaya que eres muy inteligente, Wilfredo -Dijo el rey quién estaba sorprendido.

-Pero no perdamos más tiempo, si mi novio está en peligro mi deber es salvarlo.

Y luego de haber dicho esto, se pusieron en marcha a buscar al león perdido. Habían recordado que buscaron por todos los sitios que pudieron la noche anterior, sin embargo no habían buscado detalladamente ni recorrido los caminos poco a poco debido a la oscuridad de la noche. Buscaron alrededor de los jardines del castillo, en las praderas, en el puente cercano a Lycax sin encontrar rastro alguno. 

-Parece como si la tierra hubiese hecho un agujero y se lo tragara -Dijo Tomás rascándose la cabeza.

-Aún así, un agujero podría ser una pista -Dijo Wilfredo buscando un poco más- Debo concentrarme mejor, pensar solamente en Leonardo. Debo pensar cómo él.

Wilfredo se concentró y tomando aire de su nariz inhalando y exhalando, pensó solamente en el príncipe león. Justo en ese entonces, su sentido del olfato se agudizó. Estando concentrado, caminaba hacia donde podría estar Leonardo siendo seguido por el rey y Tomás. El rey quiso preguntar qué pasaba pero Tomás lo detuvo. 

-Puedo olfatearlo... Concentrarse es la clave para pensar mejor y conseguir las cosas -Decía él llegando hacia el camino que de Leonyx conduce hacia el bosque encantado- ¡Es aquí! ¡Aquí estuvo Leonardo por última vez! -Exclamó Wilfredo.

-¿Estás seguro? -Preguntó el rey Horacio.

-Completamente, majestad. Es más, mire eso -Dijo Wilfredo señalando hacia el suelo.

-Son huellas, huellas de león pero las otras de quién podrían ser... -Decía Tomás siguiendo el rastro a ver hasta donde llegaban.

-Mmm... No lo sé pero hay que seguirlas, majestad. Justamente, esas huellas conducen hacia allá -Dijo Wilfredo nuevamente señalando hacia un desfiladero en el que Tomás se detenía.

-Lo mejor es que las sigamos a ver si damos con su paradero -Dijo el rey viendo a Tomás- ¡Espéranos!

Y así, los tres hombres se fueron en la búsqueda de Leonardo, siguiendo aquellas pistas que conducían hacia el desfiladero que habían observado.

Conociendo a mi enemigo [Furry/Bara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora