Capítulo X

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Después de aquel encuentro con ese misterioso ser, los príncipes decidieron ser precavidos en cuánto a su aventura. Decidieron tomarse un tiempo para investigar más a fondo sobre de quién podría tratarse y estar preparados para que nada interfiriera en los planes que tenían. Pasaron unos días cuando nuevamente, por la noche, se encontraron en el lugar acordado.

—¿Has notado algo extraño el día de hoy? —preguntó Leonardo escondido junto con el lobo en unos arbustos cercanos al puente.

—No, no he notado nada. La verdad es que llevo unos 15 minutos aquí y no he visto nada... —le respondió el lobo.

De repente, unos gritos como si alguien diera una orden se alcanzaron a escuchar y muchos tipos quiénes no se distinguían bien en la oscura noche nublada, iban cruzando el puente por alguien que los dirigía. Los príncipes guardaban cierto silencio y cautela ante lo que habían visto pero no se atrevían a realizar nada por ser minoría y manteniendo la calma. 

—¡Muy pronto, compañeros! Pronto seremos conocidos y temidos por todos —dijo alguien mientras se descubría su rostro mostrando sus cuernos.

—Sí, jefe. ¡Es hora de que demostremos nuestro poder y de qué estamos hechos!

—Sí, así podremos gobernar todo a nuestro acomodo ¡Hemos esperado esto durante siglos, al fin pronto lograremos nuestros propósitos! ¡Por Taurin!

—¡Por Taurin! —gritaban todos en coro.

Rápidamente los príncipes se dieron cuenta de aquel personaje, era un toro enorme que tenía una cicatriz en su ojo izquierdo, septum dorado, cuerpo musculoso y ojos rojos bastante intimidantes ante cualquier presencia cercana y quisieron alertar a sus padres sobre el peligro que corrían sus reinos. Su actitud era de una arrogancia intensa y la noche se sentía más pesada, lúgubre y fría con su actuar. Sin embargo, a pesar de que seguían viendo todo ellos no querían ser imprudentes.

—¿Crees que es mejor contarles a nuestros padres lo que está sucediendo? —preguntó Leonardo.

—No, lo mejor es que no Leonardo. Podríamos desencadenar una guerra como anteriormente había sucedido. No creo que tanto tu padre como el mío acepten que trabajamos juntos y se descubra todo. —respondió Wilfredo con sensatez.

—Pero... ¿Crees que él sea el culpable de todo lo que nos ha venido pasando y el odio que existe en nuestros territorios? —volvió a preguntar el león

—No lo sé, por eso te decía de que vivieras una aventura conmigo para descubrir que tipos de sucesos se trazan entorno a esto, león. Debemos salvar a nuestros reinos de la destrucción —respondió el lobo mirándolo fijamente— Porque tengo el presentimiento de que este será el comienzo del fin... Y debemos darnos prisa.

—Si es así, entonces iré. Iré contigo, Wilfredo. Pero... ¿Por dónde comenzaremos? —preguntó el león con la preocupación latente, imaginándose lo peor y sin saber que hacer.

—Comencemos encontrando pistas, aquellas que nos lleven a la búsqueda de pruebas contundentes de que estos tipos tienen que ver con lo que ha pasado en nuestros reinos. —respondió el lobo para aclarar un poco el panorama.

—Sí así sugieres, entonces en marcha —dijo el león saliendo de los arbustos con el lobo cuando ya nadie estaba cerca.

Así, los dos comenzaron a seguir los pasos para saber desde dónde provenían. Estaban muy intrigados y les llevó un poco de tiempo descubrir tal cosa pero pudieron darse cuenta que aquellos tipos significaban una amenaza latente para los dos reinos al encontrar a casi cinco kilómetros de dónde estaban, un barco pirata que estaba en las orillas de la playa al oeste del reino de Leonyx.

Conociendo a mi enemigo [Furry/Bara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora