Capítulo XVIII

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Los príncipes remaron arduamente alrededor de tres horas hasta llegar a la isla señalada en el mapa. Estaban con sus brazos adoloridos y cansados ya por tan enorme esfuerzo, no habían dormido ni comido nada tampoco.

-Hemos llegado, Leonardo. ¡Al fin llegamos! -Exclamó feliz pero a la vez adolorido Wilfredo bajando del bote -Ufff... Me duelen los brazos, ya no doy para remar más.

-Si a ti te duelen imagínate cómo estaré yo -Dijo Leonardo mientras bajaba del bote también con las pertenencias de sus padres y todo lo que habían llevado- Pero necesitamos encontrar un lugar seguro dónde nos podamos quedar e investiguemos sobre lo que sucedió con nuestros padres.

-Ahora que lo dices... Saca algunas frutas que no sean de las mágicas de nuestras mochilas. Tengo mucha hambre en verdad y comer algunas nos darán energía para seguir adelante -Sugirió Wilfredo.

-Tienes mucha razón, necesitamos recuperar nuestras fuerzas -Dijo Leonardo abriendo la mochila de cada uno sacando los frutos que no contenían magia- Gracias a Tomás al menos no moriremos de hambre. 

Los príncipes habían llevado varios frutos así que comieron hasta estar satisfechos. Al terminar, fueron en la búsqueda de un sitio en el cuál se pudieran quedar sin ser vistos por nadie y dónde pudiesen guardar todo lo que habían llevado. Así que se dispusieron a explorar el lugar  y cómo no encontraron un refugio, ellos mismos construyeron uno. 

-No hay nada por aquí cerca que nos sirva -Dijo Wilfredo quitándose parte de su vestuario dejando ver su torso formidable a la vista de Leonardo, tomando su espada cortando algunas palmeras- Nos toca construir algo nosotros mismos.

-Pero, no hay mucho que... Ohhh... -Dijo el león admirado por la belleza de tan atractivo príncipe al cual contemplaba con su corazón latiendo más de lo normal, expresando mucho amor más del que ya sentía y con sus ojos fijados solamente en él- Que bello amanecer...

-¿Eh, qué dices Leonardo? -Preguntó el lobo secando el sudor de su frente tras escucharlo.

-Que aquí no quiero perecer -Dijo recogiendo algunas hojas de las palmeras haciendo viva la imagen de Wilfredo en sus pensamientos- Murrr... Que chico más guapo -Pensaba él mientras se sonrojaba mucho.

Los príncipes se habían esforzado tanto que en poco tiempo terminaron todo a pesar de su cansancio. Pudieron hacer una choza pequeña en la que estaban sus pertenencias y la cubrieron con todo lo que pudieron encontrar para que no fuese detectada por los piratas.

-Listo, Leonardo. ¡Hemos terminado! -Exclamó el lobo feliz sacudiendo su cola.

-Eso veo, jeje. Hicimos un buen trabajo -Dijo el león acariciando el hombro del lobo.

-Sí, todo se debe al esfuerzo que estamos haciendo por encontrar a nuestros padres. Yo espero que sigan bien y que se encuentren aquí -Dijo Wilfredo mientras olfateaba su pelaje- Estoy sudado, necesito un baño.

-También yo, necesitamos ducharnos mi querido lobo. Pero para eso, debemos encontrar un lugar cercano y dudo que por aquí haya uno. 

-Sí, eso creo. Nos ducharemos cuando estemos cerca de un río, lo mejor por ahora es dejar las pertenencias de nuestros padres aquí. Tomemos tu arco, tu flecha, nuestras mochilas y yo mi espada. Vamos y busquemos por los alrededores de la isla a los reyes -Dijo Wilfredo poniéndose en marcha.

-Confío en que aún encontraremos bien a nuestros padres, es hora de que sepamos qué es lo que pasó con ellos -Dijo Leonardo convencido y caminando con Wilfredo, besando sus labios tras ir con él -Gracias por traerme a esta aventura, mi príncipe. 

Wilfredo sonrío y se sonrojó bastante por el beso. Eso le dio aún más valor para caminar y seguir adelante a pesar del cansancio que aún se notaba en ellos pero era tan evidente que tras el poco caminar, quedaron dormidos bajo unas palmeras el uno abrazando al otro.


Conociendo a mi enemigo [Furry/Bara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora