CAPÍTULO 4

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Me senté rígidamente enfrente del escritorio de Megan

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Me senté rígidamente enfrente del escritorio de Megan. Hace tres años, la primera vez que la vi, cometí el error de juzgarla por su apariencia, desestimándola profesionalmente. Pero su cabello caoba, su rechoncho, y casi inexistente cuello y su extravagancia a la hora de vestir no impidieron que congeniáramos.

Me sonrió cálidamente.

—Ya pensaba que me habías abandonado.

—¡Já! –bufé—. Lo intenté, pero Carol se puso como una fiera.

—Sí... últimamente ha estado un poco estresada.

—Y yo que creía que no podías hablar sobre tus demás clientes. —Enarqué una ceja.

Mostró una sonrisa avergonzada.

—Cierto. —Ojeó sus últimos informes míos.

Daría mi mano derecha por leerlos, y, ojo, dije derecha y no izquierda por el valor extra de una mano derecha para una persona diestra.

—La última vez no tuvimos la oportunidad de hablar de tu madre. Podríamos empezar por ahí.

Observé mis manos entrelazadas entre las piernas. Odiaba hablar de mi madre. Percibiendo mi reticencia, añadió:

—Si quieres dejar de tener pesadillas, hay que tratar el problema. Pero no te preocupes, no hablaremos de ese día. Aún no, por lo menos.

Di un pequeño suspiro aliviado.

—No sé por dónde comenzar.

—No pasa nada, yo te guío. ¿Dirías que quisiste a tu madre?

—Sí, claro que la quise —suspiré abrumada —.  Mucho. Incluso la idealizaba, pensando que era la mejor en todo y la más guapa.

Megan asiente.

—Sí, es muy común ese tipo de sentimientos en los niños. ¿La gente te decía cosas sobre ella?

—Continuamente. Todo el vecindario estaba al tanto de sus actividades. Recuerdo que los padres me miraban con lástima y los niños en el mejor de los casos me evitaban.

—¿Y en el peor de los casos? —Se reclinó en el asiento.

—Me insultaban. —Recogí mi cabello distraídamente—. Mirándolo ahora, años más tarde, me doy cuenta que probablemente solo repetían lo que oían decir a sus padres en casa. Pero no siempre se metían conmigo por mi madre.

—En cuánto a los insultos sobre tu madre, ¿Cómo te hacían sentir? ¿La culpabas?

—No, la quería demasiado para eso. Me daba de comer y me cuidaba cuando estaba enferma. Siendo pequeña, no me parecía mal que estuviera con tantos hombres, —dudé un segundo—. A veces, me sentía un poco celosa por la atención que les daba. Pero lo cierto es, que hasta aproximadamente los 9 años de edad, yo era una prioridad para ella.

—¿Qué pasó después?

—Fui más consciente de la situación y ella empeoró. Sus relaciones comenzaron a ser más cortas y se deprimía cada vez que la dejaban. Podía pasarse durante horas en su cuarto olvidándose de mí. Lloraba y rompía cosas. Es curioso, pero recuerdo que lo que más me molestó es que dejó de llamarme "Princesa". —Solté una risita amarga—. Me descuidó a mí y a ella misma. —La voz me tembló al añadir eso último.

Megan se dio unos toquecitos con el bolígrafo en el labio.

—¿Por qué crees que reaccionaba así a sus rupturas? ¿Los quería?

—Pff...ni te imaginas la de veces que me he hecho esa pregunta. —Mordisqueé mi pulgar—. Creo que mi madre tenía un corazón muy grande. Que quiso a todos los hombres con los que estuvo, pero ellos no supieron apreciarla más allá del sexo. Nunca entenderé que veía en ellos, la mayoría ni siquiera eran atractivos y eran todos unos fracasados.

—Imagino que tu madre también se sentía de esa forma, y buscaba a sus semejantes, ¿no crees?

La miré a los ojos.

—¿Piensas que mi madre no se sentía atractiva? Porque lo de fracasada puedo entenderlo, lo era. La desheredaron ¡por amor de Dios! Y ni siquiera acabó la secundaria. Era una paria social. Pero, ¿no sentirse atractiva? Ella era guapa y tenía un cuerpo con curvas.

—Por lo que me has contado en otras sesiones, tu madre siempre fue menospreciada. Por sus padres y por su hermano. Es lógico pensar que eso hiciera mella en su seguridad y en su autoestima.

—En lo que a mí respecta, era una enferma y una ninfómana.

—No era ninguna de esas dos cosas, Bárbara. No estaba con los hombres solo por la satisfacción del sexo. Buscaba amor y aprobación. Ser querida como nunca lo fue.

—Estaba desesperada.

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Avisenme si me pongo demasiado drama queen jajaja

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