Abrí la puerta para salir provocando que Clare cayera al suelo de un tropezón. Esa perra me la había jugado.Sonrió con disimulo.
—Oh, aquí estás. Te estaba buscando.
Sí, seguro que sí guarra.
En otras circunstancias la habría enfrentado... pero mi dignidad estaba destrozada, por los suelos, y no quedaban energías dentro de mí ni para limpiarme las lágrimas de la cara. Así que solo corrí cruzándome con conocidos que reclamaban mi atención, una de ellos fue Britt, quien me dio una sádica sonrisa que parecía decir: "Karma is a bitch".
Pero no me detuve y seguí corriendo hasta mi auto. Durante todo el camino las lágrimas no dejaron de aflorar de mis ojos.
Yo creía, estaba convencida, que tenía todo bajo control, ¿cómo se me pudo escapar eso? ¿Cómo no me di cuenta de la atención excesiva que recibía? ¿Por qué nadie me dijo nada?
Ni siquiera Samantha que parecía la más leal.
Me sentía como una broma, una estúpida broma.
Sucia y usada.
La burla de Clare.
Empujé con un bastoncillo mi caracol, no se movió. Que mascota tan inútil.
Resoplé aburrida. Hoy parecía ser otro de esos días en los que Lyle me daría plantón.
Por puro resentimiento le di un golpe a su caracol. Juntos habíamos creado una granja de caracoles, pero teníamos ambos, uno preferido para hacer carreras. Los habíamos marcado con pintauñas, el mío rosa y el suyo verde.
Escuché voces cercanas cuando ya estaba a punto de irme. Observé como se acercaban Lyle y un chico que no conocía pero cuya cara me parecía familiar. El desconocido llevaba el pelo desgreñado y unos pantalones cagados que mostraban su calzoncillo.
—Llegas tarde —le amonesté.
Me puso los ojos en blanco lo que hizo que apretara mis puños con furia.
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ESPINAS DE CRISTAL
Teen FictionBarbara Harford no ha tenido una vida fácil, ahora que lo es y que ha alcanzado la cima de su popularidad hará cualquier cosa por mantenerla. Quizá fue buena persona en el pasado, pero esa persona ya no existe y no tendrá ningún reparo en machacar y...