CAPÍTULO 1

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¿Cuánto tiempo desperdiciamos a lo largo de nuestras miserables vidas observándonos en el espejo? Sí, miserable, podría contar con los dedos de una mano los momentos en los que ha sido fácil vivir, porque admitámoslo tener que coger y expulsar air...

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¿Cuánto tiempo desperdiciamos a lo largo de nuestras miserables vidas observándonos en el espejo? Sí, miserable, podría contar con los dedos de una mano los momentos en los que ha sido fácil vivir, porque admitámoslo tener que coger y expulsar aire cada segundo desde que naces es jodidamente agotador y desgraciadamente nadie puede hacerlo por ti a no ser que te ingresen en un hospital.  La gente se olvida de este hecho tan trascendente, pero yo no. Nunca. Cada respiración es una lucha consciente por vivir, porque me merezco un descanso con vistas a un mundo que esté ardiendo. 

Mi dedo índice frotó una mancha de máscara de la línea inferior de pestañas. Examiné el resto de mi maquillaje enfrente del espejo, mientras Clare orinaba en el retrete de la escuela. 

Mis ojos color pardo me devolvieron la mirada consiguiendo transportarme a once años atrás.

—Hoy Emily me dijo que tenía los ojos marrones más simples y feos del mundo. Me dijo que ver mis ojos es como cuando ve su propia mierda en el váter suspiré derrotada.

Qué idiota, ¿le respondiste algo no, Barbi? Ya hemos hablado de esto, tienes que empezar a defenderte —me dijo preocupado.

Lo . Le dije que no podía ser cierto porque mis ojos son verdes.Elevé la mirada esperando su aprobación. En su momento me pareció algo bastante valiente de decir, pero ahora contándoselo a Lyle se sentía débil.

Soltó una carcajada. Le miré sorprendida y confundida.

—¿Qué es tan gracioso? pregunté ligeramente molesta.

—¿Desde cuando tienes los ojos verdes? —Su boca se estiró en una sonrisa.

Le miré con la boca abierta.

—Pero, ¿qué dices? ¡Si los tengo verdes! ¡Mírame! —Estábamos sentados en el césped y apoyados en un tronco, así que me giré y me puse en frente suyo. Nuestras rodillas se tocaban —. ¡Mira!

Acerqué mi cara a la suya, así él podría comprobar que efectivamente mis ojos eran verdes. Sus ojos marrones me estudiaron con tranquilidad, y me puse incómoda bajo su escrutinio. Incluso me sonrojé, pero no pensaba dar marcha atrás hasta que afirmara que los tenía verdes.

ESPINAS DE CRISTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora