Al parecer Amy esta tomándose su tiempo, son las 21:56 y yo estoy en un sillón, tomando un café amargo, esperando a una chica de 17 años para ir a una fiesta. Es algo desesperante pero entendible, es una chica. Seguro ni siquiera eligió el vestido... Si son las 22:05 y ella no esta lista, me voy y le dejo la dirección de la fiesta.
— Shadow, lo siento mucho. No se que es lo que sucede con esta chica — Dijo Cristell, entrando en la sala con un repasador de cocina en sus manos. Se ve que estaba cocinando, y mi espera la incomoda.
— No te preocupes, estoy acostumbrado a las largas esperas — dije gracioso, guiñandole un ojo a la eriza.
La vi morderse el labio inferior — Reconozco que tenes labia para las chicas — me elogio para sentarse frente a mi en otro sillón.
— Cuando tu novia es más complicada que la tabla del 1523 sin calculadora y mentalmente, aprendes rápido los comportamientos de las chicas y las cosas que le gustan a cada una — explique, recordando a Sally y sus actitudes tan variadas.
Parecía que iba a decir algo, pero el sonido de unos tacos nos hace girar la cabeza en dirección a las escaleras.
Encontrándonos con Amy, usando un vestido oscuro, no muy ajustado, hasta las rodillas, con un mínimo de escote, denotando ternura en vez de sensualidad (aunque, no estoy muy seguro cual de las dos quería lograr)
Su figura tímida, era levemente torneada en la zona de su cintura, (que por cierto: es mi parte favorita de su cuerpo) luciendo su delgadez y sus pechos eran difíciles de apreciar, al ser medianos y el poco escote del vestido. Pero aún así, admito que esta hermosa. Adoro esta parte de la tortuosa espera que nos presentan las chicas: el resultado.Un chillido emocionado proveniente de Cristell, me lastima los oídos
— ¡Hija! ¡Estas hermosa! — vocifero juntando sus manos, recargando su mejilla izquierda en ellas.Su mirada esmeralda se posa sobre mi, inspeccionando mi elegante atuendo. Le dedico una sonrisa de lado, para saludarla con una pequeña reverencia. — ¿Ya estas lista Amy? — le pregunte, apartando la mirada a mi reloj de muñeca como excusa para no mirar su cintura con descaro... Pero no contaba con un pequeño detalle: No puedo dejar de mirarla, sino no sabré su respuesta.
No tarde mucho en arrepentirme de haber dejado de mirarla, porqué ahora, cuando vuelva a hacerlo, me costará aún más apartar mis ojos.
Sintiendo un endurecimiento en el cuello, giro mi cabeza hacia sus ojos nuevamente, esperando su respuesta.Y efectivamente, estaba esperando a que la mirase para poder asentir con lentitud.
— Entonces vamos — afirme volteando para empezar una caminata hacia la puerta de salida. Escuchándolo los tacos de Amy detrás mio, siguiendo mis pasos. Nos detuvimos en la puerta para despedirnos. — Adiós Cristell y tranquila, te la traeré sana y salva, puede que también un poquito tomada — Dije, burlón mirándo a Amy, que correspondía mi mirada con irritación.
— Cuídense mucho y suerte — la mujer planto un gran beso en la frente de su hija y luego repitió su beso pero en mi mejilla. — no vuelvan muy tarde — exigió alzando una mano, tratandonos como críos.
— No te preocupes mamá — canturreo burlón caminando hacia mi auto, estacionado frente a la casa.
Finalmente abordamos mi lujosa máquina. Observo unos segundos, a la Madre de Amy hasta que esta se adentra nuevamente en su casa, libero un largo suspiro y miró a mi copiloto, notandola un tanto inquieta, apretujando el cinturón de seguridad que atravesaba su torso. — ¿Estas bien? — ella me mira con seriedad y asiente. — ¿Segura? Estamos llegando tarde pero tranquilamente podemos tomarnos unos minutos, si lo necesitas — ofrezco colocando mi mano en su hombro desnudo. Mira mi mano, sorprendida y luego niega con la cabeza. Algo confundido le pregunto — ¿No estas segura? — ella me mira confundída unos segundos y suelta una de sus extrañas y cautivadoras risas... (Soy tan bueno con las chicas que las hago reír sin quererlo) . Acompaño su risa con la mía y coloco ambas manos en el volante. — ¿vamos? — pregunto, girando la llave de encendido, despertando a la bestia que tengo bajo el capo. Asiente, dedicándome una pequeña sonrisa. Con su permiso, vigente, empiezo a conducir por las calles, con las pintorescas casas a nuestro alrededor, iluminadas por los faros y sus tenues luces... Me sentía como si fuera un ladrón de bancos, que esta escapando hacia sus sueños, con la chica bonita a su lado y los millones en el maletero....
¿Que estoy diciendo?