— Knuckles... Lo que paso en el bar — suspiro avergonzado, dejando su auto en el garaje de la casa.
— Tranquilo... No fue nada — dejo su mano en la rodilla del azabache, dedicandole una reconfortante sonrisa. Tenía ganas de echarle en cara el asco que sentía el oscuro por si mismo en esas ocasiones de infidelidad y que si quería dejar de sentirlo, debía dejar primero ese tipo de encuentros, resolviendo los problemas con su pareja. Pero luego de presenciar una de las consecuencias de su engaño contra la ardilla, y escuchar todo lo que su amigo tenía para decir, reconoció que lo mejor que podía hacer era ayudarlo en todo lo que pudiese. — ¿Sally está en casa? — Cuestióno, dudoso de que en caso positivo, el oscuro no reaccione bien.
—No, esta con su mamá... Nos encontramos directamente en la fiesta — exclamó, desabrochando su cinturón. Acción que el equidna copio.
— perfecto, ve a ducharte. Hueles a cadáver muerto — espeto con burla.
El oscuro lo miraba con confusión fingida — los cadáveres son cuerpos muertos... Carece de lógica — Se burló, arqueando su ceja.
El equidna fingió una risa — No soy una quinceañera. No necesitas conquistarme con tu humor sofisticado — Grito, golpeando el hombro del erizo con fuerza.
— ¡Oye cálmate! — devolvió el grito frotándose el hombro adolorido. — Seguramente eres un golpeador de mujeres — exclamó sintiendo un leve adormecimiento en su brazo.
— ¿Viste lo que es mi mujer?... Es normal que sea así, de alguna manera tengo que defenderme — Cito, soltando una gran carcajada.
— Es cierto, lo olvide. ¿Como esta Rouge? — indagó, recordando la imagen de la coqueta chica.
— Pues bien... Supongo. Esta un poco distanciada últimamente pero es normal... Creo que aún no supera lo de su madre — El equidna libero un largo suspiro, cuando sintió la curiosa mirada del azabache — hace dos meses, discutió con su mamá, ya que la vieja huraña quería vender la vieja casa en el centro. Pero Rouge no le iba permitir eso. Puesto que ahí estuvo con su padre hasta los 20, y formó muchos recuerdos hermosos con aquel hombre que jamás conocí... Así que la otra resentida la desheredo, haciendo que la mitad de la casa que le pertenecía quede en el testamento para algún ente externo. Rouge tiene la otra mitad de la propiedad, pero si el banco embarga la casa, será prácticamente imposible recuperarla... Así que ahora Rouge teme perder la casa y no sabe que hacer para que no suceda. — el rojo se lamento internamente por la encrucijada en la que se encontraba su amada.
— ¿Y porque no compran la otra mitad? — sugirió, analizando toda la situación.
— Ya lo pensamos, pero ese lugar es una mansión... Y ni siquiera con los ingresos del bar nos lo podemos permitir — replicó.
Sin pensarlo, ni consultarlo, ofreció su ayuda — Yo te doy el dinero —
— Shadow, es millón y medio... No es una cerveza en el bar de la esquina que me pagas al día siguiente... Esto es mucho dinero. — aclaro haciendo gestos con sus manos. — pero igual te estoy agradecido — esbozo una gran sonrisa y se sintió cómodo sabiendo que su amigo se lanzaba en su ayuda inmediatamente.
— Como quieras... Creo que voy a empezar a comprar propiedades en el centro de todas formas — dijo fingiendo desinterés pero enviando un claro mensaje.
— Shadow, todo lo que tengo lo conseguí honestamente... ¿Y tu quieres que acepté tanto dinero? No hay forma de convencerme — se enervo ligeramente por la insistencia del azabache.
Shadow reconoció que no lograria a nada con esa táctica. Si quería doblegar al equidna debía recurrir a sus recuerdos universitarios.
— ¿Recuerdas a Tessy Tears? —