Capitulo 24: Siempre te apoyaré

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Capitulo 24: Siempre te apoyaré

Damian

Estaba furioso, preocupado, dolido y no sabía que más sentía porque todo yo, era un remolino de emociones.  Solo le pedía a Dios que mi hija mejore y que Kelly me perdonara.  Ella estaba muy resentida y me echaba la culpa de lo sucedido.  En parte sé que tengo la culpa por no creerle, pero Dios sabe que nunca quise que las cosas llegarán a este punto.  Fui un imbécil por no hacerle caso a mi esposa y estoy sumamente arrepentido.  

Fui a mi casa, me di un baño rápido y salí lo más rápido posible para la oficina.   Iba a arreglar un asunto que tengo pendiente con Abigail.  La muy perra tiene los minutos contados en mi empresa y lo siento mucho por ella, pero no voy a tener ningún tipo de compasión. ¿Cómo se atrevió a no pasarme la llamada?  Kelly no estaba bien y ella no tuvo contemplaciones. Luego iría a buscar a mis hijos en el departamento de James que gracias a él me quite una gran preocupación de encima.  Por un momento pensé que habían olvidado buscarlos y pudieran estar en peligro. 

— ¿Quiero saber porque ayer tú no estuviste pendiente al teléfono? — pregunté a mi secretaría tan pronto entre al piso de mi oficina.   Ella me miró con ojos asustadisos y trago saliva.

—Señor...señor — sus palabras no querían salir de sus labios de lo nerviosa que se había puesto y yo quería arrancarle las palabras de la boca.

— ¡Señor, ¿Qué?! — grite sobresaltándola en su silla y casi se pone a llorar,  pero en ése momento no me importaba.  Mi mujer estaba en un hospital llorando y no puedo hacer nada para consolarla hasta que nuestra hija no mejore.

—La licenciada Sánchez dijo que todas las llamadas debían ser transferidas a su oficina porque usted lo ordenó — respondió con sus labios temblando y yo asentí con el ceño fruncido.  ¡¿Desde cuándo la zorra está era mi secretaría?!

Di un largo, pero sonoro suspiro y entré a su oficina cerrando la puerta de un portazo. Ella estaba sentada detrás de su escritorio con un vestido de rayas blanco y azul, su pelo estaba recogido en una revoltosa alta coleta y estaba más maquillada que una payasa de circo. 

—Damián, ¿Qué te sucede? — pregunto con asombró levantándose de su asiento.

— ¡Damián nada! ¡Yo para ti soy señor Achemendi! ¡Ahora tú y yo vamos hablar! — grite furioso apuntándole con el dedo y ella abrió los ojos como platos.

—Me estás preocupando, ¿Qué te pasa?

  -¡Cállate y te siéntate! ¡Yo aquí soy el jefe y yo decido hasta si puedes respirar! ¡Zorra descarada! — ella se sentó nuevamente de donde no debió levantarse y yo proseguí para sacar toda la irá que me estaba quemando por dentro.  —. ¡Yo quiero saber ¿Desde cuándo mis llamadas las respondes tú?! ¡Que yo sepa yo solo pago por tus servicios profesionales, no para que me ocultes las llamadas de Mi esposa! — exclame inclinándome en el escritorio quedando frente a su cara.  Abigail solo se pegó más a su asiento visiblemente aterrada. 

Llegaré a tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora