Maratón 2 de 6.
Nostalgia.
Dejé la habitación y la casa corriendo tanto que mis pies dolían mientras bajaba por las escaleras, me puse los zapatos que quedaron en la entrada y salí.
No sabía porqué me sentía así. Miré el reloj que una persona especial me había obsequiado como regalo de cumpleaños y me di cuenta de un detalle. Hoy era el aniversario de la muerte de mi padre.
Caminé recordando hacia donde quedaba la florería, compré flores, gracias al cielo tenía dinero. Al final acabé buscando la lápida que contenía el nombre y la descripción de mi padre, pero un chico con un peinado extraño estaba sentado sobre sus talones mirando fijamente la lápida de mi difunto padre.
Como si no temiera mi destino y estuviese segura de que él no me haría daño, hice lo mismo que él posicionándome a su lado.
—Tienes el mismo rostro despreocupado que él—habló el chico con una voz suave y tranquila.
Asentí en vano coincidiendo en su punto sin ganarme una mirada de su parte, aún seguíamos en silencio así que dejé las flores frente a aquel frío pedazo de cemento y me presenté.
—Rokudo Mukuro—dijo él dándome un apretón de manos, pero el reloj que vio en mi muñeca izquierda le llamó la atención—es un lindo reloj.
—Ah, erm, gracias—sentí mis mejillas ruborizarse. Estaba admirando el reloj, ¡no a mí! ¿por qué soy así?
Me reprendí mentalmente mientras él se ponía de pie.
—Debo retirarme, vivo algo lejos de aquí.
—Eh.. Puedo saber cómo conociste a mi padre—le inquirí con curiosidad y pena a lo que él solo rió.
—Algún día te lo haré saber, kufufu—me dedicó una última mirada mientras seguía riendo y ondeaba su mano en despedida.
No recordé en qué momento había niebla y lo último que vi fue su figura desvanecerse con ésta.
Fue una manera rara de conocer a alguien y un rápido movimiento hace que sobresalte, tropiece en mis talones y caiga al suelo húmedo.
—Ciaossu—cuando observo con precaución miro enojada a Reborn que estaba encima de la lápida.
—No me des sustos así—lo regañé por primera vez tal y como haría Tsuna.
—Suenas igual que el perdedor.
—¿Qué haces aquí?—pregunté alivianando mi rígida expresión.
—Los chicos han estado buscándote, incluyendo tu madre, aunque ella ya estaba por aquí muy temprano—lo miré sorprendida. Creo que en vano le preguntaría cómo sabe que mi madre estuvo aquí. Los mafiosos y espías son geniales.
—Entonces, ¿qué esperamos para ir?—sonreí a medias y el bebé miraba atentamente por donde se había ido Rokudo anteriormente.
—Eres torpe Miyu—afirmó al salir del cementerio.
—Lo sé, lo sé—le respondí sin captar el doble sentido de sus palabras.
Caminando en dirección a casa y al entrar a la sala Reborn saludó a mi madre.
—Ciao ciao señora Shiraoka—se despedía el bebé.
—¿Seguro que no quieres quedarte y tomar un café?—le preguntó mi madre. La miré con sorpresa.
—Mamá, a los bebés no les sirves café—reí. Su rostro se veía más sereno ni bien me observó riendo.
—No es necesario, ciao. Más vale que mañana vayas a clases Miyu, de seguro pasará algo emocionante de nuevo.
Esto solo podía significar una cosa... Más problemas para Tsuna y los chicos.
—Me alegro que estés bien..—me abrazó y suspiré. Le comenté acerca de que había olvidado la fecha del aniversario y ella sólo se culpó a si misma por no haberme avisado.
Horas más tarde le ayudé a preparar la cena y al final acabé tendida en mi cama pensando en lo que hoy ocurrió.
Me contuve de no hablar de las cosas que supe y a quien conocí a pesar de que después de la muerte de mi padre, mi madre y yo nos volvimos igual de cercanas que unas mejores amigas y esperaba no arrepentirme de esa decisión.
Aunque aún me seguía dando curiosidad cuando volvería a ver a Rokudo-kun para hablar con él, me tapé con una cobija, apagué la luz de la lámpara y me dispuse a dormir.
Antes de caer en las redes del sueño visualizo, o más bien sueño que esa bazooka ataca a todos los chicos incluyéndome, llevándonos a un lugar que me parece muy familiar.
-o-.
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Soulmate [KHR] ☽ <PAUSADA>
FanfictionShiraoka Miyu, conocida por pasar desapercibido en todo y pasar de todos hasta que se mudó a la escuela Nami creyendo que viviría sus días normales como cualquier otra persona. Con el tiempo fue testigo de constantes ¿acosos? No, desastres que rond...