Capítulo III

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El avión privado de la familia Slim,  proveniente de la ciudad de Nueva York, aterrizó a tiempo en la pista del aeropuerto internacional de Reynosa. Era un día como cualquier otro, seminublado, con el fuerte aire fresco de una mañana de otoño, caliente al sol, pero frío a la sombra, típico clima de la ciudad que anunciaba la llegada del invierno.

Alexis miraba por la ventanilla el aterrizaje, sería la primera vez en 20 años que pisaría el suelo mexicano desde que su albacea lo enviara a estudiar a Europa; no daba crédito a lo mucho que había cambiado la ciudad, había más rascacielos, más casas, desde el aire parecía mentira que él había crecido entre sus calles, durmiendo en el interior de un barril.

A lo lejos escuchó la voz de su padre adoptivo, primero como un murmullo, después un poco más fuerte.

- ¿Cómo te llamas? - preguntaba el magnate, mientras el chavo le lustraba sus zapatos.

Su primer encuentro había sido en un parque, mientras Slim se encontraba sentado en una de esas bancas de hierro forjado, cavilando sobre su futuro y el de su compañía. Sin poder encontrar la respuesta, el destino le daba lo que necesitaba. Un niño de la calle había aparecido de la nada a interrumpir sus pensamientos, preguntando si quería grasa. Al principio un impulso le había había motivado a decir que no, pero antes que pudiera pronunciar palabra, miró al niño de reojo y se contuvo, accediendo a pesar de que sus zapatos estaban impecablemente relucientes.

- Hemos llegado - dijo una voz interrumpiendo sus pensamientos. - Hay que bajar del avión.

Abajo los esperaba una limusina, Alexis entró al interior del vehículo, pero antes de que él hombre ingresara el timbre de su costoso teléfono inteligente lo detuvo. Dio una señal al chófer para que esperara, y se alejo para tener privacidad. Atendió la llamada, y después de unos minutos regresó al automóvil.

- Lleva al joven Slim a la mansión. - Le dijo al chofer. - Dile al mayordomo que se asegure de darle todo lo que pida, que este cómodo.

Mientras recorrían el trayecto a su nueva morada, con la mirada perdida y en silencio Alexis miraba por la ventana; había pasado muchas emociones en tan solo una semana. Había terminado su doctorado, y como premio su padre adoptivo le obsequió un viaje todo pagado por Europa. Una lágrima y un recuerdo invadieron su ser, se encontraba en una lujosa habitación de un hotel en Roma, durmiendo, cuando el timbre del teléfono lo despertó. La voz al otro lado de la línea le informó que su padre había fallecido, el cáncer por fin había vencido.

Durante esa mañana se encargó de hacer los arreglos para su regreso, habló con su albacea y su asistente en múltiples ocasiones, pero solo recibía negativas, al final Sonia accedió a ayudarle. Cuando todo estuvo listo se dispuso a entregar su habitación, caminó hacia la recepción, y entregó su llave, había una conmoción afuera del hotel, un ejército de reporteros se encontraban a la entrada.

- ¿Qué sucede? - preguntó al encargado.

- Hay una convención cerca de aquí, se rumora que el cardenal Schönborn, de Viena se hospedará en este hotel.

Alexis hizo un gesto de incredulidad.

- Es un cardenal muy importante, su opinión es muy respetada en la Iglesia. - Añadió el recepcionista.

El joven Slim se sintió tranquilo al saber que la muerte de su padre no había llegado todavía hasta Italia, o tal vez no sabían que él se encontraba hospedado en hotel, sea cual fuere la razón era momento de partir. Salió a la calle, la limusina ya lo esperaba con la puerta abierta, sin embargo, ante la llegada del cardenal, se había despejado la calle, y se le había solicitado al chófer no estacionarse en la entrada principal. Justo cuando Alexis abría la puerta del hotel, la limusina del cardenal arribó, presuroso el valet corrió a abrir la puerta, y los reporteros se acercaron al vehículo, mientras el cuerpo de seguridad intentaba contenerlos. Alexis cruzó miradas con el cardenal, este último lo reconoció, había escuchado la noticia del fallecimiento y se acercó a darle el pésame.

Todo sucedió muy rápido, los elementos de seguridad instaban al cardenal a ingresar al hotel, pero él se dirigía a darle la mano al joven Slim. Alexis se detuvo, y en ese instante una bala atravesó su hombro, provocando que se desplomara en los escalones de la entrada, mientras agonizaba pudo ver la cabeza del cardenal partirse por una segunda bala, después todo se puso negro.

Despertó días después en la cama de un hospital, confundido preguntó a la enfermera que día era y en donde se encontraba. Las lágrimas brotaron de su rostro al darse cuenta que sus temores eran ciertos, tres días habían pasado desde el incidente, se había perdido el funeral, no había tenido oportunidad de asistir al darle un último adiós al hombre que le ayudó, aumentando aun más su tristeza, se encontraba el hecho de que nuevamente estaba huérfano, otra vez estaba solo en este mundo.

Apenas pudo levantarse de la cama, abordó el avión que lo traería de regreso.

- Bienvenido a su nuevo hogar. - dijo el chofer tras abrir la puerta.

Alexis bajo del vehículo, su cara demacrada por el luto y el dolor en su hombro hizo una mueca por el esfuerzo al descender. No aceptó la ayuda del mayordomo, ingresó a la mansión sin decir palabra.

Chapulín Colorado: El InicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora