Capítulo XVI

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El estruendo de la tambora, el tuba, las guitarras, el violoncelo, el acordeón y las trompetas ensordecía, y al mismo tiempo, amenizaba el funeral del "Botija". Cantando sollozante, y a todo pulmón, se encontraba la "Chimoltrufia", al son de "Los Ángeles del Cielo", mientras el "farafara"* hacía el esfuerzo de seguirle la tonada, pues era evidente que no se sabía la letra de la canción, y acomodaba las estrofas a como dios le daba a entender.

 - ¿Cómo quieres que te olvide Ángel mío, si aquí traigo tu retrato? Tú quisiste vacilar conmigo un rato, y hoy me tienes rendida de amor. De tu vista yo quisiera una mirada, de tus ojos celestiales. Un besito de tus labios de corales, me los dieras en prueba de amor. A los ángeles del cielo te pareces, en lo lindo y en lo hermoso. Con las flores más hermosas te acomparo, con las gotas de rocío, ¿Cómo quieres que te olvide ángel mío, si eres dueño de todo mi amor?

La canción terminó, para beneplácito de los presentes. Y la viuda comenzó a desahogar su duelo.

- ¡AAAAYYYY! ¡"Botija"! ¿Por qué te me fuiste? ¡AAAAAAAAAAYYYYYYYYYY! ¿Por qué? Si hace veinticuatro horas estabas tan sano, tan gordo y tan fuerte.

- Resignación, "Chimoltrufia", resignación. - Le decía Doña "Nachita", una señora de edad, y quien fuese la mejor amiga de la "Chimoltrufia".

  ¡AAAAAAAAAAYYYYYYYYYY! Pero ojalá y se pudra en el infierno ese infeliz gato de basurero, desgraciado enano, maldito "Chompiras", me quitaste a mi "Botija", ¡AAAAAAAAAAYYYYYYYYYY! 

Doña Espota Verderona, madre de la "Chimoltrufia", también intentaba consolarla dándole palmaditas en la espalda, aunque sin mucho éxito.

La viuda tenía fama de ser una "buchona"* en toda la extensión de la palabra; cabello al estilo california, bien planchado obviamente, dedos tapizados de todo tipo de anillos, muñecas con infinidad de pulseras, un sin numero de collares pendiendo de su cuello, senos operados para pasar de copa A a copa doble D, uñas largas y postizas, llenas de brillos y piedras preciosas, pestañas postizas, ceja delineada, más bien tatuada,  frenos para corregir toda su dentadura chueca - no tomando en cuenta que sus incisivos superiores fueron remplazados debido a que se habían roto por un accidente de niña. Sin olvidar su estrafalaria indumentaria, un enorme bolso de marca, faja especializada para marcar la cintura, zapatos tacón 20 carísimos, pantalón tipo leggins, roto en tiras desde el inicio de las piernas hasta los chamorros, blusa talla XS, manga corta.

Pero lo que realmente caracterizaba a la "Chimoltrufia" era su boca, no precisamente por sus labios llenos de colágeno para aumentarlos, no; en realidad, más bien era su lengua, y no precisamente por su pirsin, sino por su lenguaje florido, y porque no sabía controlarla. La viuda siempre decía lo que pensaba, sin escatimar en los sentimientos de las personas, o las repercusiones que sus palabras podían provocar. "No nos hagamos tarugos, pos ya sabes que yo como digo una cosa digo otra, pues si es que es como todo, hay cosas que ni qué, ¿tengo o no tengo razón?", decía ella después de esparcir su veneno, cual víbora al acecho de su presa. Respetada, más por temor que por otra cosa, la "Chimoltrufia" hacía todo lo que se le antojaba, a sabiendas que su viejo, el comandante "Botija", la respaldaba; así, con un chasquido de sus dedos, cerraba tiendas para comprar a placer y sin ser molestada, o levantaba y desaparecía gente por mero capricho. Era imparable, era poderosa, Camelia "La Tejana" y "La Reina del Sur" se quedaban cortas al lado de ella.

De nueva cuenta, y si medir las consecuencias, la viuda continuaba dando rienda suelta a su dolor, echando pestes de todo aquel que tuvo contacto con su esposo, principalmente contra el "Chompiras".

- Jefe.. aquí estoy en el velorio del "Botija"... y pues la viudita nomás no se calla, jefe... pa'mí que va a soltar todo, jefe. - hablaba discretamente un "maruchero" por su nextel. - Usted nomás diga, jefe, y le hablo a la flota.

Maruja hizo acto de presencia en ese momento, nerviosa, caminaba abriéndose paso entre la gente, tratando de llegar hasta la viuda para dar sus condolencias. No se percató que el "maruchero" la reconoció al instante que cruzó la entrada del recinto.

La bailarina llegó hasta la "Chimoltrufia". El plan era simple, saludarla, darle las condolencias, ganar su confianza y esperar, pues, conforme pasara el tiempo, la lengua de la "Chimoltrufia" haría el resto. Solo eso bastaba, para saber la ubicación del "nene" , o para esclarecer las incógnitas sobre la muerte del "Peterete".

Al lugar arribaron dos automóviles, chirriando llantas, se estacionaron en reversa. De su interior bajaron sus ocupantes, disparando a los guardias a la entrada. Acto seguido, ingresaron a punta de pistola a la funeraria, amedrentando a los presentes. Algunos se tiraron completamente al piso, otros se pusieron de rodillas, los gritos de mujeres y niños no se hicieron esperar; estupefactos, vieron como los sicarios llegaron hasta donde se encontraba la "Chimoltrufia", sentaba a un lado del féretro. A mansalva, los gatilleros comenzaron a disparar sus cuernos de chivo, mientras el cuerpo de la viuda se deslizaba revolviéndose en la silla, al tiempo que recibía los impactos de las balas, perforando su humanidad; salpicando de sangre el ataúd y a los que se encontraban cerca de ella. Victima de al menos 30 balazos, la viuda exhaló sus ultimas palabras, mientras saboreaba su boca ensangrentada.

- Solo así pueden, hijos de su pin...

Una tiro de gracia le impidió terminar la frase.

- ¡Ahí está! ¡Ahí está! ¡Llevatela, wey, llevatela! - grito el "maruchero" al ver a Maruja, llorando tirada en el suelo.

Uno de los sicarios la levanto del brazo, y a empujones entre otros dos la sacaron a rastras del velorio. Como pudieron la aventaron dentro de uno de los vehículos en los que habían llegado, para luego abordarlo, y emprender la huida a toda velocidad, sin rumbo fijo, perdiéndose entre las calles; dejando a los presentes muertos de miedo, y una madre destrozada por dentro llorando a grito pelado, con el cuerpo inerte de su hija en sus brazos.

*Nombre coloquial que utilizan algunos mexicanos para referirse a un conjunto de músicos, que tocan música mexicana norteña de antaño.

*La novia, amante o esposa de los hombres que viven del narcotrafico, y que se caracteriza por su prepotencia, soberbia y su llamativa forma de vestir.

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