Capítulo IX

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Alexis disfrutaba de su torta de jamon camino a la Torre Slim, al final había accedido a que el chófer manejara la limusina, pero con la condición de que Molina lo acompañara. El mayordomo nunca había viajado en la parte de atrás del vehículo, de hecho, tampoco al frente, no obstante, ahora se encontraba sentado en el lujoso automóvil viendo como su joven amo comía al mismo tiempo que usaba su Ipad.

- Es increíble... - Dijo Alexis sorprendido.

- ¿Qué cosa es increíble joven Slim?

- En esta ciudad hay balaceras, ejecuciones, gente desaparecida... mira esto, asesinaron hace unos años a una tuitera que se dedicaba a denunciar delincuentes, según dice aquí trabajaba como medico de una clínica... - Alexis hizo una pausa, para leer mejor la noticia. - Un día se opuso a atender a un delincuente herido de bala, y al día siguiente vinieron por ella, la ejecutaron y subieron las fotografías a su cuenta de Twitter para que todos las vieran... - Alexis apartó la vista del Ipad, para ver al mayordomo, y añadió. - Hasta la fecha nadie pagado por ese crimen, no hay sospechosos, no hay pistas; y creo que ni siquiera se investigó... ¡Increíble! ¿Por qué nadie hace nada?

- Joven Slim, me temo que aunque lamentable debería concentrarse en la cuestión que de momento le atañe.

- ¿Sabes que Molina? ese es el problema, la indiferencia. - Dijo Alexis, en tono molesto. - La indiferencia de los hombres buenos. Hay demasiados crímenes, y la policía no se da abasto; aunque en las redes sociales se dice que la mayoría son corruptos, y afectan más a la ciudadanía que lo que la protegen.  Y las personas comunes, o tienen miedo, o están muy ocupadas tratando de sobrevivir con las condiciones precarias, y los sueldos miserables. 

Alexis dejó escapar un suspiro, a su mente llegaron un sin fin de ideas e interrogantes. ¿Dónde estaría en este momento si nadie lo hubiese ayudado en la vecindad? ¿Y si el señor Slim no lo hubiese adoptado? Se imagino toda una secuencia de probabilidades, inicialmente muerto a manos del "tripa seca", después robando a mano armada, seguido de vendiendo y consumiendo droga, muriendo de frío en las calles, para finalmente verse a si mismo detrás de las rejas, con el cuerpo cubierto de tatuajes, peleando para darse a respetar. En esta última secuencia de su imaginación estaba, cuando la voz de Molina lo interrumpió.

- Lo siento joven Slim, veo que se ha quedado pensando en la impunidad que aqueja a la ciudad, pero debe concentrarse en lo que está a punto de hacer. Aunque usted, técnicamente, sigue siendo el dueño, no puede simplemente ingresar a la Torre así como así; le espera una jauría de abogados, y todo el corporativo de la empresa.

- Tienes razón, ¿Qué sugieres?

- Bueno, como mi madre solía decir: "A dios rezando, y con el mazo dando".

- ¿Perdón?

- ¡Ahh! Pues, es un refrán... una frase popular, que las personas utilizan para pasar sabiduría de una generación a otra... ¡Ehmmm! En este caso significa, que aunque tenga miedo debe de hacer las cosas con mano firme. Lo que intento decirle es, que usted debe entrar con mucha seguridad, y consciente que debe salir de ahí, sin importar lo que suceda, con el mando de la compañía. No tenga miedo, sea duro y firme. ¿Entendió?

Alexis asintió con la cabeza. Lo cierto es que tenía miedo, su vida estaba cambiando demasiado rápido; apenas hace unos días estaba recibiendo su doctorado, viajando en un tour todo pagado por Europa, y ahora se enfrentaba a la muerte de su padre adoptivo, y al hecho de estar al frente de la compañía más importante en telecomunicaciones y nuevas tecnologías en el mundo, aunque Tony Stark no estuviese de acuerdo - Si bien, el desarrollo de nuevas tecnologías se detuvo debido a los problemas de salud de Carlos Slim, esto no detuvo el hecho de que Slim Enterprises ganaba la mayoría de los contratos, aunque, la compañía de Slim no se dedicaba a vender o producir armas de destrucción masiva, como en un tiempo Stark lo hizo.

La limusina arribó a la Torre Slim. Sorprendido, y a la vez nervioso, el portero tragó saliva, y salió presuroso de su puesto para abrir la puerta del vehículo; sabía muy bien de quien se trataba, día tras día, durante años la vio llegar, la misma rutina de siempre, abrir la puerta de la limusina, acompañar al señor Slim, y abrir la puerta del edificio. Sin embargo, en esta ocasión no se esperaba la llegada del vehículo, ni mucho menos a sus pasajeros. Después de seguir el protocolo, Alexis y su mayordomo ingresaron al recinto, un imponente y lujoso vestíbulo, mil veces más impresionante que el de la Torre Trump, los albergaba. La recepcionista, parada a unos metros de la puerta, agradeció al portero, acto seguido, le dio la bienvenida a Alexis y a su acompañante; y muy amablemente, les indico que la siguieran, al tiempo que les comentaba que no era necesario registraran su ingreso.

Normalmente, los visitantes, después de registrar su ingreso en la recepción, eran escoltados al área de seguridad, donde depositaban sus pertenencias - cintos, relojes, cadenas, monedas, carteras, mochilas, portafolios, etcétera - en unos contenedores que eran transportados en una banda a una maquina de rayos equis, para cerciorarse que no portaran ningún tipo de arma, de igual forma, los visitantes ingresaban por unos detectores de metal, una vez que se corroborara que todo estuviese en orden, la visita era acompañada a los elevadores por su anfitrión, o un representante de la empresa. Nadie podía ajeno a la compañía podía estar dentro de las instalaciones sin un empleado de la empresa como acompañante. Pero, al tratarse de Alexis, estas reglas no aplicaban.

Al cerrarse las puertas del ascensor, la recepcionista corrió a su puesto, tomó el teléfono y presurosa hizo una llamada. Al otro lado de la linea, Sonia apenas tuvo tiempo de colgar cuando las puertas del elevador se abrieron.

Chapulín Colorado: El InicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora