Capítulo V

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El detective había esperado muchos años para dejar de serlo, antes de la muerte de su esposa por poco fue promovido a inspector, pero tras el deceso su actitud cambió, y eso lo marginó por completo al caer de la gracia de los superiores; una vida de alcohol, y una carrera de perseguir delincuentes de poca monta, sumado a la ilusión de atrapar al "Nene" era lo que ahora le quedaba, y lo que le impulsaba a "seguir gastando oxigeno" - como él llamaba a su existencia.

Postrado frente a un viejo escritorio, en el despacho de su casa, revisaba los expedientes que secretamente le suministraba el Sargento Refugio Pazguato, el único amigo que le quedaba. No era posible recurrir a la base de datos en los servidores de la PGR*, debido que al hacerlo se darían cuenta que estaba revisando un caso designado como Federal. Siendo un detective criminalista de la fuerza municipal, bien podría ser acusado de obstrucción de la justicia, manipular indebidamente la evidencia, corromper la misma, o en el peor de los casos, corrupción y cohecho. Por lo tanto, no podía darse el lujo de ser atrapado a mitad de su investigación, pues estando preso no podría atrapar al "Nene".

Frente al escritorio se encontraba el clásico pizarrón, que se puede ver en cualquier película o serie de policías y ladrones, tapizado de notas, fotografías y biografías de delincuentes. Un organigrama adornaba la pared de la habitación, con algunos nombres y fotografías ordenadas sistemáticamente para describir la estructura del mando del cartel de los "Caquitos"; faltaban nombres, principalmente en la cúspide, donde debería estar el nombre del jefe de jefes, persona que hasta el momento seguía permaneciendo anónima. Había nombres tachados, para indicar decesos, acompañados de nombres en la parte inferior, para indicar quienes eran los reemplazos de los fallecidos. Tres nombres tachados destacaban, pues estos aun no habían sido reemplazados.

El detective puso el expediente que había estado observando en el escritorio. Las tres carpetas, con los expedientes, se encontraban frente a él extendidas a lo largo del mueble, mostrando su contenido, los nombres de los delincuentes, las imágenes de cuerpos masacrados durante la balacera, ocurrida la noche anterior. El oficial se encontraba ante un dilema, su informante estaba entre las victimas.

Mientras daba un sorbo a una lata de cerveza, comenzó a recordar la conversación que había tenido antes de que ocurrieran los hechos, su mente intentaba encontrar una pista, un indicio, dentro de la conversación, algo que le permitiera seguir adelante.

El "Peterete" silbaba alegremente, mientras se encontraba reparando un auto, pero de pronto detuvo su melodía, al sentir la presencia de alguien más en el taller. Los pasos de una persona que se acercaba hicieron que saliera de debajo del vehículo.

- ¿Y tú que chinga'os quieres? – comentó molesto.

- Lindo auto... – respondió el detective, sin contestar a la pregunta. – personalmente prefiero las "trocas", pero no tengo nada en contra de los Almera. ¿A quién se lo robaste?

- ¿Qué? No... ¡Estas pendejo! Este auto es de un cliente...

- Sí, claro... y seguramente tú cliente es un gran empresario que trabaja en Wallstreet.

- ¡Ya basta! Escuche detective, no tiene nada que hacer aquí, yo ya me regeneré, soy un hombre nuevo. ¿Acaso no se ha enterado? Me dieron libertad bajo palabra por buena conducta, pagué mi deuda con la sociedad.

- Eres un gran mecánico "Peterete", pero un mal mentiroso, ¿Qué opinas de una búsqueda en mi computadora sobre Almeras robados recientemente? ¿Crees que encuentre algo? ¿Crees que a tu oficial a cargo le gustaría saber el resultado?

- ¿Qué es lo que quiere oficial? – respondió "Peterete", intrigado.

El rostro del detective se puso serio, miró fijamente a los ojos al "Peterete", buscando respuestas.

- Ayer hubo una balacera... ¿Qué sabes sobre eso?

- ¿Qué es lo que quiera que sepa? Lo único que sé es lo que sale en los noticieros, que una bola de tipos se mataron entre ellos, y que como siempre los "polinegros" llegaron tarde.

- Déjate de pendejadas, uno de los muertos es el "Botija", ¿Amigo tuyo?

- Escuche... - respondió "Peterete" nervioso. - Tiene tiempo que no sé nada del "Botija", desde que comenzó a trabajar en...

- Mira pendejo... - contestó el detective interrumpiendo, al tiempo que sacaba su pistola. - A mi no me quieras ver la cara de tarugo, se muy bien que te estas planchando a su vieja. Así que comienza hablar.

El frío metal de la "tartamuda" del oficial congeló la sangre del "Peterete", no era la primera vez que tenía una pistola en la sien, precisamente hace unos días el mismo "Botija" le apuntaba al sospechar del amorío entre los dos tortolitos, pero a diferencia de ese día, "Peterete" veía en los ojos del detective la desesperación, estaba decidido a capturar al "Nene" a toda costa, incluso de la vida del mecánico.

- Esta bien... esta bien... te diré lo que sé, pero tienes que darme protección... una piruja me dijo que el "Chompiras" había sentenciado al "Botija", dizque por que ya estaba cansado de que el fuera el jefe, así que le declaro la guerra por la plaza. Ofreció 10 millones por su cabeza, pero al jefe le molestó que mataran al "Botija", así que ofreció el doble por la cabeza del "Chompiras". El detalle es que "Chompiras" le ofreció un arreglo al jefe para que le perdone la vida...

- ¿Qué arreglo wey?

- Le ofreció también la cabeza del "Nene"... al jefe ya lo tiene harto que el "Nene" le entregue cuentas mochas por la venta del huachicol*. Según me dijo, la piruja, que se iban a ver hoy en la noche...

- ¿Quiénes?

- Pues, el "Chompiras" y el "Nene"... el "Chompiras" le tiene preparado un cuatro...

Al escuchar esto, los ojos del detective se iluminaron ante la posibilidad de tener al "Nene".

- ¿En donde, wey, en donde? Investigarme en donde...

- Pero usted me prometió protección... No tengo manera de saber, si se enteran que ando husmeando me van dar un levanton...

- Me vale madres, wey, a ver como chingados le haces, pero me investigas que pedo...

El detective se sentía responsable por la muerte del "Peterete". El delincuente había quedado enfrascado en medio de la balacera, si no hubiese estado investigando para el detective, no hubiese terminado en el lugar equivocado. Ahora, el oficial tenía una deuda con el "Peterete", con mayor razón tenía que dar con el "Nene". Pero, había algo que no encajaba, ¿En donde estaba el "Nene"? ¿Porqué no estaba entre los muertos? ¿Porqué el "Peterete" no le aviso al detective lo que estaba ocurriendo? ¿Qué hacían los "polinegros" en el lugar? Algo faltaba, una pieza del rompecabezas estaba ausente, quizá la pieza más importante. Revisó la conversación nuevamente en su mente, y entonces se dio cuenta.

El "Peterete" había utilizado un apodo o un nombre en la conversación, su mente le había jugado un broma, al estar tan distraído en ese momento por la posibilidad de atrapar al "Nene" no lo había notado, era tan sencillo, un simple juego de palabras... la amante del "Peterete" tenía la respuesta, a su mente vino de nuevo la parte exacta de la conversación: "Según me dijo..."

- La Maruja... - dijo el detective en voz alta.

Una sonrisa se dibujo en su rostro, una vez tendría que recurrir a su buen amigo, el Sargento Refugio.

*Procuraduría General de la República

*El huachicol es una bebida alcohólica adulterada.​ Es por eso que esta palabra también es utilizada para nombrar al combustible (gasolina o diésel) adulterado o robado en México. 

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