Capítulo X

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El aparato telefónico de la línea privada del Presidente Interino de Slim Enterprises comenzó a sonar, sin inmutarse, José Antonio Meade, el también albacea de Alexis Slim, contestó en tono tranquilo y seguro.

- Diga.

- Avance... - Dijo la voz al otro lado de la línea.

- Todo conforme a lo planeado, y sin inconvenientes, la junta con los abogados y el corporativo es en 15 minutos, la venta ya es oficial.

- ¿Y el estorbo?

- No se preocupe, me aseguré que no diera molestias.

- ¿Estás seguro? Después de lo que pasó en Roma el jefe no quiere más sorpresas.

- No volverá a pasar, dí instrucciones precisas a la servidumbre para que pusieran calmantes y somníferos en su comida... para cuando reaccione ya habrá sido demasiado tarde, eso si reacciona, con todas las drogas que le están dando me sorprendería que no fuese ya un vegetal.

- ¡Excelente! El jefe estará complacido, ya se ha invertido mucho en está operación, y ya está exigiendo resultados. ¿En cuánto tiempo considera que podamos disponer del dispositivo?

- Técnicamente, en cuanto su representante legal y yo firmemos los papeles. Pero, considero que sería apropiado esperar al menos una semana, para hacerlo oficial ante los medios, y no levantar sospechas.

Ambas partes se despidieron, justo en ese momento Sonia asomó la cabeza por la puerta de la elegante puerta de la oficina.

- Disculpe Licenciado, tengo los documentos que me pidió.

- Adelante, Sonia, gracias. -Dijo Meade, mientras colgaba.

La recepcionista aun conservaba su belleza, pero ahora, ella era más madura, gracias a los años de servicio, había aprendido a controlar sus nervios; por lo cual caminando de manera serena ingresó a la oficina, y depositó en el escritorio el folder que traía en sus manos.

- Hay alguien que quiere verlo, señor... - Dijo con una sonrisa.

- ¿Quién? - Dijo molesto el licenciado, interrumpiendo un breve, pero incomodo, silencio. - ¿Sabes qué? No estoy para nadie, necesito revisar estos documentos, y ya me tengo que ir a la junta. - Añadió al tiempo que se levantaba de su asiento, y se dirigía a la puerta.

Al salir de la oficina Meade sintió un nudo en la garganta, y una fuerte opresión en el pecho. Sentado en el sillón de espera, tomando una tacita de café se encontraba Molina, y a su lado Alexis revisando su IPad. Ambos se pusieron de pie, al ver al licenciado.

- Gracias Sonia... - Dijo disimulando. - Caballeros, ¿A qué debo el honor de su visita? - Añadió nervioso. - Alexis, ¿Qué no deberías estar guardando reposo?

- Debería... - Dijo Alexis. - Pero, vi una noticia esta mañana que me hizo saltar de la cama. 

- Noticia, ¿Qué noticia? Han habido muchas noticias... Si me disculpas, voy a una junta muy importante. - Dijo Meade, tratando de alejarse.

- Te acompaño, necesitamos discutir la noticia, y me imagino de que se trata la junta. - Comentó Alexis, mientras se le emparejaba en el pasillo. - ¿Estás vendiendo mi compañía? - Dijo abruptamente, pues consideraba que el tiempo apremiaba, y era momento de actuar rápido.

- ¿Tu compañía? Lo siento, pero esta no es tu compañía, esta es la compañía de Carlos Slim; y Slim está muerto, triste, pero esta muerto. Tú has estado fuera del país por años, y nunca te has preocupado por los asuntos de la empresa, yo soy el presidente, y yo decido lo que es mejor para Slim Enterprises. Aun si la empresa estuviese a tu nombre, yo tomo las decisiones correspondientes a mi cargo.

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