Capítulo 2

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Caminamos por los pasillos del supermercado al que acabamos de llegar. Cada semana nos tocaba ir más lejos a buscar la comida cada vez que acabábamos vaciando un super. Siempre íbamos en grupos de 5. Cada grupo a un supermercado distinto. A veces veníamos menos de los que nos habíamos ido, pero eso ya era habitual. Los militares nos esperaban siempre o bien a la entrada o bien a la salida e intentaban matarnos, entonces nos tocaba disparar nuestras armas y correr como si no hubiera un mañana hasta la furgoneta que nos esperaba para volver a nuestro hotel. También algunos llegaban heridos, pero para eso tenemos algunos médicos con nosotros que nos ayudan a recuperarnos de nuestras heridas de guerra. La verdad es que nunca me imaginé vivir algo así, aunque pasado este tiempo ya lo veo algo cotidiano en mi vida. En esta partida hacia la comida íbamos Vicente, Ginés, Andrea, Adriana y yo. Ginés y Andrea eran una pareja con la que habíamos congeniado bien. Vicente era como el chulito del grupo, siempre que teníamos algún percance con soldados se jugaba la vida haciendo tonterías solo para hacerse el héroe. Todos sabíamos que un día u otro acabaría muerto.

Y en esa estábamos cuando vimos que una bomba de humo entraba en el establecimiento. Nosotros ya estábamos acostumbrados a todas sus artimañas e íbamos bien cubiertos para cualquier cosa. Sin perder tiempo nos pusimos nuestras mascarillas y empezamos a correr escondiéndonos en las estanterías de comidas. Vicente, como siempre liderando el grupo, se acercó agachado y sin hacer ruido hasta la caja registradora, con su pistola en alto. Desde allí nos dio información a base de gestos. 4 soldados, ganábamos por uno. Como siempre armados con sus pistolas, gases lacrimogenos, etc. Apostados en la entrada esperando nuestra salida. Nos miramos unos a otros, cada uno desde nuestra posición. Querían que saliéramos para cosernos a disparos, pero el plan no les funcionaría. Teníamos poco tiempo hasta que el humo se dispersara, así que teníamos que actuar con rapidez.

Corrimos hasta la puerta trasera del supermercado mientras Ginés, con su walkie, avisaba de nuestra situación a los demás grupos. Teníamos que estar conectados e informados todos por si necesitábamos ayuda en cualquier momento. Pero sabía que no podía ser así de fácil. ¿Un gas para hacernos huir hacia ellos? ¿Solo cuatro soldados? Seguro que se guardaban un as en la manga. Tiré del brazo de Adriana para impedir que siguiera corriendo hacia la puerta.

-Demasiado fácil -le dije.

Adriana me miró pensativa y no tardó en caer. Llamó a los demás que seguían corriendo, pero entonces no nos esperamos lo que ocurrió. Los soldados que esperaban fuera se impacientaron y entraron a buscarnos. Empezaron a llegar disparos. Todos volvimos a correr esta vez para escondernos. Habían utilizado el humo para infiltrarse sin ser vistos por nosotros. Adriana y yo nos escondimos tras la barra de la pescadería. Suerte que llevábamos las mascarillas, el olor a pescado rancio era asqueroso. Los disparos seguían sonando cada vez más y a estos le respondían Ginés y Andrea. Vicente nos pidió entonces que le cubriéramos, iba a salir fuera, rodear el supermercado y traernos la furgoneta, pero no contó con que le estarían esperando más soldados fuera. Adriana y yo disparábamos tratando de darle a algún soldado. Cuando la puerta trasera se abrió oímos cientos de disparos, uno de tras de otro.

Adriana y yo nos miramos asustadas. Habían masacrado a Vicente, seguro. Pero nos sorprendimos, ese chico era imprevisible. Se había escondido tras la puerta y muchos de los disparos fueron a acabar en los cuerpos de los soldados que habían entrado a atacarnos. Aún así estábamos perdidos, eran más que nosotros y estábamos muy lejos de la puerta de salida. Varios segundos después de los disparos todo se volvió silencio, supongo que cada uno sopesando sus posibilidades. Entonces Adriana vio una manera de escapar. Tras el mostrador de la pescadería había una puerta donde almacenaban todo el pescado que llegaba para mantenerlo congelado.

-Tenemos que meterlos ahí dentro -dijo sin dejar de idear el plan.

-¿Cómo?

-Hay que atraerlos. Tenemos que entrar dentro, atraerlos y después salir y dejarlos encerrados.

Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora