Si me estuvieran grabando ahora mismo me daría vergüenza verme en esta situación, tirándome de los pelos con una chica por mi novia, es surrealista, pero ya me tenía muy harta y no pensaba quedarme de brazos cruzados. Aunque para su suerte Noelia oyó los gritos que estábamos dando y subió de la segunda planta donde estaba la guardería para ver qué estaba pasando. Al vernos cogidas de los pelos ayudó a Laura a separarnos, nuestra pelea había ido un poco más allá que un simple agarrón de pelos. Yo le había propinado un golpe en la cara que le había hecho sangrar del labio a Bárbara, y yo me llevé un arañazo en la mejilla por su parte.
-¿Sois crías o qué?
Nos gritaba Noelia sorprendida por nuestro comportamiento. La verdad es que sí, lo parecíamos.
-Así aprenderá a no acercarse a las novias de las demás -dije con enfado.
Bárbara estaba tan rabiosa que de su boca solo salían gruñidos. Noelia se la llevó de allí para curarle el labio y yo me quedé con Laura que seguía agarrándome de la cintura.
-Me da miedo soltarte, tigresa, por si la vuelves a atacar con tus zarpas -me dijo tratando de parecer graciosa, pero yo no estaba para bromas.
Me solté de su agarré y me senté en los escalones con enfado. Laura se sentó a mi lado y me apartó el pelo despeinado de mi cara.
-Te ha hecho un arañón en la mejilla -me dijo mientras me acariciaba la cara.
Me llevé la mano hacia la mejilla y me miré la sangre. En otro momento estaría quejándome del dolor, pero en ese momento estaba tan enfadada que ni lo sentía.
-Ven, voy a curártelo.
-No. No hace falta -respondí con brusquedad.
-¿Estás enfadada conmigo? Ya lo viste, yo no hice nada.
-Lo sé.
-¿Entonces? -me preguntó con los brazos en jarra.
-Solo necesito relajarme un momento.
Laura rodó los ojos y me cogió de las manos, tiró de mi y me hizo levantarme de las escaleras. Intenté no mirarla, pero me era imposible, siempre conseguía quitarme el enfado con rapidez. Me lanzó una media sonrisa mientras ponía mis manos sobre su cadera. Me rodeó el cuello y me abrazó con ternura, su abrazo me reconfortó, era lo que necesitaba.
-¿Mejor? -me preguntó como si me hubiera leído la mente.
-Sip -dije con la boca pequeña tratando de no olvidar mi enfado tan rápido.
Laura rió divertida mientras se separaba un poco de mi y atrapaba mi cara entre sus manos.
-Que yo solo quiero estar contigo, tonta. Que pueden venir 40 mil barbies, que no voy a cambiarte por ninguna.
Y tras decir eso me besó en los labios.
-¿Se te ha pasado ya el enfado? -me volvió a preguntar.
No le gusta verme así de enfadada o triste, siempre me quiere alegre y trata de lograrlo, la mayoría de veces, haciendo la payasa. Pero esta vez se lo quería poner difícil. Que yo también sé enfadarme, ponerme celosa y defender lo mío. No va a ser siempre ella la que saque las uñas por mi.
-Aún me falta algo más.
-¿El qué?
-Que me digas te quiero, nunca me lo has dicho.
Laura bajó la mirada riendo. Sabía lo difícil que era para ella estas ñoñerias, pocas veces me decía cosas como la que acababa de decirme. Por eso quería que diera un paso más, lo necesitaba. La tomé de la barbilla para que me mirara.
-Está bien -dio un suspiro-. Te quiero -dijo sin más.
-Otra vez -le pedí.
-¿Otra vez? -me reprochó como una niña.
-Otra vez -le repetí tratando de ocultar una risa que quería salir de mi boca.
-Te quiero.
-Una vez más.
-¿Cuántas veces?
-Hasta que lo digas bien, sin que tenga que ser forzado.
-Me estás forzando a decirlo.
-Porque nunca me lo dices.
Nos miramos unos segundos en silencio y rompimos a reír. Fue entonces cuando me sentí tonta por haber podido desconfiar aunque sea un poco de ella, siempre me ha demostrado que me quiere sin tener que decírmelo. Eso valía mucho más que dos palabras.
-Venga, cúrame la herida, anda -le dije mientras bajaba las escaleras agarrada de su mano.
Llegamos a la cocina donde Lola nos esperaba para que siguiéramos preparando el comedor. Al ver a Adriana con un arañazo en la cara nos preguntó qué había pasado y yo se lo conté lo más cómico posible. Adriana finalmente acabó riendo también, era mejor tomárselo así. Mientras le curaba la pequeña herida con un trozo de algodón, pensaba en lo que me acababa de pedir hace unos minutos, ese te quiero que tanto anhelaba. La primera y única vez que le dije te quiero a alguien fue a Noemí. Al principio de empezar con Adriana me veía rara tratando de decírselo a ella, pero después de todos los momentos buenos y malos que hemos vivido sentía de verdad ganas de hacerlo. Adriana se mordía el labio para evitar quejarse de un simple rasguño, seguía siendo igual de inocente que siempre para algunas cosas. Me quedé mirando sus verdosos ojos con esa media sonrisa que sé que le gusta tanto. Cuando se dio cuenta se ruborizó y bajó la mirada.
-¿Por qué me miras así?
-¿Y por qué no me miras tú?
-Porque me pones nerviosa, me da vergüenza.
Lola, que estaba delante de nosotras cocinando, se giró un momento a vernos y nos miró divertida.
-Mírame -le dije sin apartar la vista de sus ojos.
Adriana rió nerviosa, pero no me miró.
-Mírame, tigresa -dije intentando sonar sugerente y divertida a la vez.
Adriana soltó una carcajada y me miró al fin.
-¿Qué? -preguntó con impaciencia.
-Te quiero -le susurré mientras me acercaba a sus labios para besarlos.
-¿De verdad? -me preguntó con inocencia.
-Como la trucha al mero.
Adriana volvió a reír mientras me golpeaba sin fuerza el brazo.
-Querías que no fuera forzado y no lo ha sido, te lo digo de verdad. Y te lo pienso decir todos los días, a cada rato, para que nunca lo olvides.
Adriana sonrió tímida y me besó mientras Lola y sus pinches coreaban, aplaudían y gritaban "viva las novias" con toda la gracia.
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Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)
RomanceAdriana y Laura encontrarán refugio en los Rebeldes. Todos unidos harán frente a la guerra y lucharán porque el mundo vuelva a la normalidad. ¿Serán capaces de conseguirlo?