Tardamos varios días en volver a la normalidad. Enterramos a todos nuestros compañeros, arreglamos algunas de las cosas que se habían roto durante la emboscada y todos nos sobrepusimos a ese ataque sorpresa que nos había dejado con los ánimos por el suelo. Ahora tocaba reponerse y devolverles el golpe. El día de nuestro ataque al Palacio de Linares se acercaba y debíamos estar preparados. Mientras tanto los guardianes consiguieron sonsacarles información a los militares que habían atrapado. Sabíamos cómo atacar. Sabíamos donde y cuando. Sabíamos los puestos de vigilancia que tenían en el ayuntamiento y un número aproximado de soldados protegiéndolo. Habíamos echo un plano del interior del edificio y sabíamos en qué habitación estaba el Hombre. Él, su hijo y su esposa. Lo sabíamos todo. Jugábamos en campo contrario, pero teníamos más información sobre ellos que ellos sobre nosotros. Estábamos listos. Solo había esperar a que ese día llegase y quedaban exactamente tres días. Y los pensaba aprovechar al máximo. Había preparado un picnic romántico para Laura. En la azotea, de noche, mirando las estrellas mientras disfrutamos de uno de los pocos vinos que habían sobrevivido en la bodega que incluía el restaurante del hotel.
Me encontraba subiendo las ocho plantas del hotel parándome a descansar varias veces. Había encontrado una nota de Adriana en la habitación donde me decía que me esperaba en la azotea. Aquella idea me hubiera resultado encantadora si el ascensor del hotel funcionara. Aunque me llevó 10 minutos, conseguí llegar a la última planta. Aquella planta, como es lógico, estaba deshabitada. Ya había que tener una buena razón para subir hasta aquí. Notaba los gemelos palpitándome con fuerza mientras la sangre fluía con la misma rapidez que bombeaba mi corazón. Mi respiración agitada por el cansancio me hacía llenar mis pulmones cogiendo el aire por la boca. No estábamos en verano, pero llegué con varias gotas de sudor cayéndome por la frente como si estuviéramos en esa época del año.
Llegué al final del pasillo y abrí la puerta que tenía frente a mi. El aire fresco de la noche azotó mi cara aliviándome lo suficiente y haciéndome coger una gran bocanada de aire. Subí el último escalón que quedaba y recorrí un camino de velas encendidas que me llevó hasta el centro de la azotea donde me esperaba Adriana con dos copas de vino en la mano.
-Buenas noches -le dije mientras cogía uno de los vasos que ella me entregaba.
-Has tardado -me reprochó con una sonrisa.
-Si fuera superwoman hubiera subido las ocho plantas volando y sin esfuerzo, pero -chasqueé los dedos-, soy humana.
Adriana rió a mi comentario y me dio un beso. Después me ofreció asiento en dos cogines que había puesto en el suelo.
-¿Por qué me has traído aquí?
-Quería que pasáramos una noche especial, mirando las estrellas -me dijo levantando la vista al cielo.
-A mi me gusta más la luna llena -dije mirando también al cielo.
-Mi abuelo me decía de pequeña que cuando un ser querido moría subía al cielo para convertirse en una estrella. La estrella que más brilla es aquella persona que tú más quieres. Y todas las noches sale para alumbrarte y decirte que no estás sola, que está ahí, contigo, velando tus sueños.
Adriana hablaba con nostalgia sin apartar la vista de la estrella que más brillaba aquella noche.
-¿Quién es la estrella que estás mirando ahora?
-Esa estrella es tan grande que ocupa a varias personas -respondió.
-Tu familia.
Adriana asintió mientras sus ojos empezaban a brillar por la emoción. Me acerqué más a ella abrazándola por la cintura y ella dejó caer su cabeza en mi hombro.
-¿Tu no tienes a nadie? -me preguntó entonces.
-Por suerte no. No he vivido ninguna muerte familiar.
-¿Y Noemí?
Al oír su nombre sentí una punzada en el corazón. Ella era una persona muy especial para mi. Aún se me hacía raro pensar que había muerto. Mi subconsciente me hacía creer que aún seguíamos separadas por nuestras familias. Pero esa no era la realidad.
Adriana entendió mi silencio y me besó la mejilla.
-Lo siento -me dijo con voz triste.
-Ha pasado todo de golpe, muy rápido. Creo que eso hace que nos cueste aún más asimilar algunas cosas.
Adriana asintió a mis palabras en silencio.
-Por eso he preparado esto hoy. Quedan solo tres días para que vayamos a enfrentarnos a un gran peligro. Iremos juntas, pero no sabemos si volveremos igual. Si yo falto, me gustaría que tuvieras tantos buenos recuerdos conmigo posible. Igual a la inversa.
-Brindemos por nosotras -dije elevando mi copa-. Por nuestro amor, que siempre será eterno. Falte quien falte, seremos la estrella más brillante del cielo.
Adriana chocó su copa con la mía y bebimos a la vez.
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Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)
RomanceAdriana y Laura encontrarán refugio en los Rebeldes. Todos unidos harán frente a la guerra y lucharán porque el mundo vuelva a la normalidad. ¿Serán capaces de conseguirlo?