Capítulo 18

1.1K 103 29
                                    

El tiempo en el pasillo del hospital se me hacía eterno. Hace un poco más de una hora que todo había terminado, habíamos ganado, pero no podía estar feliz sabiendo que Adriana estaba en la sala de operaciones aferrándose a la vida con las pocas fuerzas que le quedaban. Manuela, la madre de Adrián, pidió ayuda a todos los médicos Rebeldes, iban a necesitar muchas manos para salvar a todos los heridos por la batalla. El pasillo estaba atestado de gente herida. Los médicos y enfermeros que se pusieron ayudar de urgencia no daban a vasto y corrían de un lado a otro. Entonces entró Ginés por el pasillo. Llevaba varias vendas en las manos y caminaba aún con su rostro manchado de lágrimas ya secas. Al verlo me puse en pie y corrí hacia él. Ambos necesitábamos el abrazo que nos dimos.

-Lo siento -le dije con la voz rota.

Ginés no respondió nada, simplemente caminó hasta los asientos y nos sentamos.

-¿Cómo está Adriana?

Si ya por su aspecto parecía diferente su voz lo era aún más. La alegría de siempre se había esfumado, ahora hablaba como si no le quedaran sentimientos por dentro. A su pregunta me encogí de hombros mordiendo mi labio para no llorar más.

-Aún está dentro -conseguí decirle señalándole la sala de operaciones.

-Saldrá bien.

-¿Cómo estás tú?

Aunque la respuesta ya la conocía.

-Se suponía que estábamos mentalizados por si algo así ocurría, pero realmente nunca piensas que te va a ocurrir. Cuando vi como la disparaban corrí a su lado sin importar si me daban a mi también. Le dio tiempo a despedirse. Me dijo que siempre estará a mi lado y que tenía que encontrar a otra chica a la que hacer igual de feliz que lo había sido ella a mi lado. Aunque veo imposible volver a estar con alguien.

-Ahora mismo es normal que sientas eso. Yo en tu lugar estaría igual.

-O peor. Ya pasaste por eso.

-Sí, pero cuando pasó ya había rehecho mi vida con Adriana.

-Pero aún así dolió.

-Muchísimo. Y ahora temo perderla a ella también.

Ginés me pasó el brazo por mi hombro y yo me abracé a él. Ambos sentíamos el mismo dolor en este momento, lo único que podíamos hacer era apoyarnos.

Minutos después, Manuela salió de la sala de operaciones. Corrí a su encuentro y al verme sonrió.

-Ha salido todo bien.

Respiré aliviada y me acerqué a la camilla donde iba Adriana aún dormida por la anestesia.

-Ahora tiene que descansar -añadió.

Ginés me sonrió levemente mientras me daba un apretón en el hombro.

-Ve con ella -me dijo.

Se lo agradecí dándole otro abrazo y caminé tras la camilla.





Abrí los ojos lentamente mientras me hacía a la suave luz de la mañana que entraba por la ventana que tenía a mi derecha. Empecé a mover los dedos de mis manos que parecían como si llevaran horas dormidos y poco a poco giré la cara hacia el frente. Las paredes de la habitación eran enteramente blancas. Miré mi cuerpo escondido bajo una sábana donde se leía el nombre del Hospital. Seguí girando mi cabeza hacia mi izquierda donde vi a Laura dormida en el sillón. Sonreí al verla y saber que había estado conmigo en todo momento.

De pronto empezó a oírse el sonido de sirenas y voces de gente en la calle. El griterío despertó a Laura que corrió mi lado al ver que estaba despierta.

-¿Estás bien?

Me besó la frente y se sentó en el borde de la cama.

-¿Qué es todo este griterío?

Laura se encogió de hombros y se asomó a la ventana. Las voces empezaron a escucharse también en el hospital. Laura se alejó de la ventana y se asomó al pasillo.

-Son los Rebeldes -me informó volviendo a ponerse junto a mi.

Entonces entraron en la habitación Iván y Noelia con un megáfono en la mano y haciendo sonar la sirena.

-¡La guerra ha terminado! ¡Hemos ganado! -gritaban la mar de contentos.

Laura le arrebató a Iván el megáfono y apagó la sirena, cosa que agradecí para mis adentros.

-Acaba de despertarse, aún necesita descanso -les dijo en tono enfadado.

Iván y Noelia se miraron avergonzados y pidieron perdón.

-Veníamos a verte y daros la noticia. Anoche los rebeldes ganamos no solo aquí sino en muchos países más y en el sitio más importante, Rusia. Todo ha acabado. Todo vuelve a la normalidad -dijo Iván con brillo en los ojos.

Laura agarró mi mano y sonrió muy alegre. Era la mejor noticia que podía tener nada más despertar.

-Oye -dije recordando algo-, faltan Paola y Guille, y Ginés y Andrea, ¿dónde están?

Laura intercambió una mirada seria con Iván y Noelia, y después miró al suelo.

-¿Qué pasa?

Laura cogió aire y sin dejar de soltar con fuerza mi mano me miró con el ceño fruncido.

-Andrea y Guille han muerto.

Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora