Capítulo 15

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No sabía dónde se había metido Laura y decidí subir a la segunda planta que estaba lleno de Guardianes para ver si la encontraba por allí. La imagen que encontré era la misma que la de abajo: disparos, heridos y muertos, tanto de un bando como de otro. Avancé disparando y matando a varios soldados que salieron a mi paso, y vi como varios de los Guardianes entraban en una habitación. Les seguí con una distancia prudencial y descubrí lo que dentro habían encontrado: el objetivo que buscábamos. Sin pensarlo dos veces entré en la habitación con deseos de acabar con el tipo que nos había traído esta guerra. En el interior de la habitación vi a un hombre barrigudo y calvo que, arrodillado, pedía clemencia a los Guardianes.

Uno de los Guardianes, un chico de unos 25 años, le apuntaba con su pistola mientras le preguntaba donde se encontraba el resto de su familia. Otros cinco buscaban por la extensa habitación algún escondite donde estuvieran su mujer y su hijo. Pensé que aquí ya no tenía nada que hacer, tenían la situación controlada, por lo que salí de la habitación y me encaminé de nuevo por el pasillo, llegué hasta el otro extremo del pasillo, buscando a Laura desesperadamente, cuando en ese instante oí unas voces que provenían de una habitación que aún no había sido abierta.

Con precaución me acerqué a la puerta y pegué la oreja. Eran la voz de una mujer y un chico que parecían discutir acaloradamente, supe al momento de quienes se trataban, así que me armé de valor, alcé mi metralleta al frente y me decidí a abrir la puerta de la habitación.





Dejé la planta baja y fui a ver como estaban las cosas arriba, ver tantos Rebeldes muertos a mi alrededor me estaba poniendo nerviosa. Corrí hasta la escalera cuando vi a Ginés arrodillado en el suelo llorando desconsoladamente. Me acerqué con miedo y miré por encima de su hombro, Andrea yacía muerta con un disparo en el pecho que le había salpicado de sangre toda la cara. Retrocedí varios pasos asustada y comencé a subir las escaleras de dos en dos. Cuando llegué arriba cogí el pasillo de la derecha. Éste era muy largo y la situación estaba como la de abajo. Al fondo vi una habitación abierta y varios Guardianes yendo de un lado a otro. De repente se oyó un disparo y a mi se me heló la sangre. Corrí por el pasillo apartando a todo el que se me ponía por delante sin fijarme si quiera a qué bando pertenecían. Cuando entré en la habitación vi a un hombre calvo tirado en el suelo con un disparo en la cabeza.

-¡¡¡Está muerto!!! -comenzaron a gritar todos los guardianes que allí se encontraban, acababan de matar al Hombre.

En seguida me puse a mirar por toda la habitación buscando a Adriana, pero allí no había ni rastro de ella. ¿Dónde demonios está? Entonces escuché a alguien vociferar en el pasillo, salí a mirar y comprobé que se trataba de Ginés, que corría enfurecido hacia nosotros. Estaba totalmente cegado por la ira, me apartó de la puerta de un empujón y se acercó hasta el cuerpo sin vida del Hombre al cual comenzó a dispararle con su metralleta. Los Guardianes trataron de pararle, ya nada podía hacer, estaba muerto.

Salió más enfurecido aún y dirigió de nuevo sus pasos hasta las escaleras, pensaba seguirle para tratar de calmarle cuando una explosión en el otro extremo del pasillo hizo volar por los aires una puerta. Y yo varios de los que nos encontrábamos allí nos tiramos al suelo, me llevé las manos a la cabeza para cubrirme, pero eso no evitó que sintiera un intenso pitido en mis oídos por el estruendo.

Aquellos me aturdió y tardé varios segundos en recuperar la normalidad y ponerme en pie. Asustada me acerqué a la habitación para saber qué había pasado, y en ese preciso momento descubrí a Adrián saliendo de allí y corriendo pasillo abajo con una pistola disparando a todo el que se le ponía por delante. Con rapidez mi mente ató cabos, además, el parecido entre el Hombre y él era indudable. ¡Era su padre! Antes de que me viera me escondí entre varios cuerpos inertes de Guardianes que había caído hace rato, y cuando comprobé que haía bajado las escaleras, me quedé mirando la puerta que había salido despedida. Estaba contra la pared, ocultando un cuerpo inerte.

Con paso lento me acerqué hasta el lugar, no quería pensar que esos cabellos castaños pertenecían a Adriana. No quería pensarlo, pero lo pensaba. Y el corazón se me encogía, lo que provocaba que mis ojos me impidieran ver con claridad porque se ponían vidriosos. Una vez que estuve lo suficientemente cerca de aquel cuerpo me llevé las manos a la boca y ahogué un grito...

Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora