Capítulo 10

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Pasamos la noche en vela entre gritos y disparos. Desde la terraza de nuestra habitación vimos como empezaba el cielo a clarear. Habíamos permanecido toda la noche en la cama, abrazadas la una a la otra preparadas para lo que pudiera pasar. Si íbamos a morir, que fuera juntas. Pero el amanecer llegó y los gritos de miedo, las voces de soldados contra guardianes y los disparos entremezclados de unos y otros desaparecieron al fin. Nos sobresaltó el sonido de las sirenas de varios megáfonos recorriendo los pasillos. Laura y yo nos miramos entre asustadas y esperanzadas. Retiramos el armario de la puerta y vimos varios agujeros de bala en ella. Había tanto ruido ensordecedor de disparos que ni nos habíamos dado cuenta de que habían disparado a nuestra puerta. Salimos al pasillo y vimos a uno de los guardianes con un megáfono en mano.

-Ya ha pasado todo. Muchos soldados consiguieron huir. Muchos otros cayeron -nos informó señalando un montón de cadáveres que varios rebeldes estaban amontonando a un lado-, y otros tantos los hemos cogido como rehenes. Aún no sabemos que haremos con ellos.

Bajamos entonces al segundo pasillo donde vimos como recogían el cuerpo de Alberto y lo ponían junto a otro montón de soldados muertos. Nunca pensé que después del golpe que le dí en mi casa se marcharía a formar parte de los militares. Y, ¿sus hermanos? ¿Qué habrá sido de ellos? ¿Los habrá mandado a la escuela de niños para que aprendan las "nuevas leyes"? Noté entonces como Laura se alejaba de mi y se iba hacia las escaleras donde llevaban otro cuerpo, esta vez, de los nuestros, hacia la primera planta. Fui hasta ella y bajamos. Al llegar abajo nos horrorizamos de lo que vimos. Cientos de muertos, cientos de heridos. Todos entremezclados. Rebeldes y soldados. Pensé entonces que ninguno de ellos merecía este final. Sean de los buenos o de los malos, nadie debería morir de esta manera. Vimos entre ellos a Ginés que estaba siendo atendido por uno de los médicos que estaban en nuestras filas. Había sido disparado en un brazo y Andrea lloraba a su lado. Nos acercamos para saber cómo estaba.

-Tranquilas, estoy perfecto -nos aseguró.

Pero Andrea no dejaba de llorar y temblar asustada. Él trataba de consolarla, de hacerle ver que estaba bien, que no le había pasado nada.

-Pensé que te matarían -dijo entre sollozos.

Entonces nos miró con su cara llena de lágrimas y llorando aún más nos recordó la muerte de Lola. Nos acercamos al comedor donde estaban poniendo los cuerpos en filas, uno al lado de otro, de todos los rebeldes que habían muerto. Entre ellos vimos a Bárbara. Laura apretó la mandíbula y yo incluso sentí un poco de culpabilidad por lo que había pasado entre nosotras horas antes. Seguimos recorriendo ese camino de cuerpos hasta que encontramos el de Lola con un disparo en la cabeza, con la mirada hacia el cielo, con la boca entreabierta. No pude soportar esa imagen y enterré mi cara en el cuerpo de Laura que me abrazó igual de afectada.





Nos dirigimos de nuevo al pasillo y vimos a Iván, que le estaban curando el labio roto, y Noelia, a su lado, que le ponía una bolsa de hielo en su cara hinchada por un fuerte golpe.

-¿Estás bien? -le preguntó Adriana.

-Sí, solo es...

-Es muy valiente -le interrumpió Noelia-. Un soldado iba a dispararme y llegó el por detrás y le golpeó con su pistola en la cabeza -hablaba emocionada.

-Sí, pero mi golpe no le hizo nada, solo enfadarse más. Así que se dio la vuelta y me empezó a pegar golpes. Suerte que llegó uno de los guardianes y le mató.

-Pero gracias a ti estoy viva.

Noelia le miraba con admiración y le regaló un dulce beso en la mejilla que le hizo sonrojarse. Adriana y yo nos miramos cómplices. Iván a pasado de ser un chico fantasma en la clase a convertirse en un héroe para una chica. 

Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora