Capítulo 20

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Había pasado un poco más de una semana. Ya estaba recuperada y hoy me daban el alta. A pesar de todo, Manuela, la madre de Adrián, me había salvado la vida. A los pocos días de la batalla, cuando ya todo en el hospital se normalizó, se puso a cargo de las autoridades para que la detuvieran por haber sido cómplice de todo lo que su marido hacía, pero todos nos reunimos y decidimos hablar con la policía para que le dieran el indulto. Al fin y al cabo, sin ella muchos de los que acabamos heridos no hubiéramos sobrevivido. Se arrepentía de todo lo que su familia había hecho y de no haber intentado pararlo.

Ahora me encuentro parada frente a la ventana, mirando el cielo despejado y azul. La primavera empieza a dejarse ver con el alegre color de los árboles y las primeras flores naciendo. Laura entró en la habitación después de haber estado hablando con Manuela sobre los cuidados que tenía que darme en casa. Bueno, casa... Aún no sabíamos a donde ir. Muchos aún volvían al hotel mientras buscaban una casa. Otros ocupaban casas vacías. El gobierno poco a poco empezaba a tomar control de la situación normal que teníamos antes de la guerra.

Laura me abrazó por la espalda con dulzura y con una sonrisa que veía reflejada desde el cristal de la ventana.

-Cuando quieras nos podemos ir -me dijo sin separarse de mi.

-¿Y a dónde vamos a ir?

-A cualquier sitio. ¿Dónde te gustaría?

-Canadá -dije tras un momento pensándolo.

-Di que sí, donde más frío hace -respondió irónicamente.

Recordé entonces su odio al frío.

-¿Qué te parece Marruecos? -preguntó.

-Di que sí, donde más calor hace -le respondí riendo-. Podríamos pasar una temporada en cada uno.

-¿Cuánto de larga esa temporada?

-¿Qué te parece tres años? Uno para acostumbrarte, dos para disfrutarla y tres para cansarte y buscar otro sitio donde vivir.

-Suena muy bien.

-Pues a Canadá entonces.

-Con una condición -dijo ahora haciéndome girar hacia ella-. Que cuando haga frío nos quedemos en casita junto a la chimenea.

-Ja, ni hablar. Salimos a jugar con la nieve.

Laura resopló divertida y me abrazó sin mucha fuerza para no hacerme daño en la herida casi recuperada.

-¿Sabes qué? Cualquier lugar es romántico si es con la persona a la que quieres.

-¿Y tú me quieres?

-Como la trucha al mero -le respondí entre risas.

A pesar de la incertidumbre y nuestro miedo a lo que podía o no pasar en aquella batalla conseguimos salir con vida. Dejábamos atrás muchas personas especiales que habíamos ido perdiendo durante el camino, pero nuestro amor se mantuvo fuerte y brillante como las estrellas del cielo que velan nuestros sueños.

Hago memoria y recuerdo la primera vez que nos vimos. Cómo nos miramos sin saber quiénes éramos. Cómo nos odiamos y peleamos.

Y cómo hemos acabado amándonos.

Laura me besó los labios mientras el "te quiero" que acababa de decirme seguía resonando como un eco en mi mente.


                               

                                                                                                    FIN

                

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Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora