Capítulo 16

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La pesada puerta de la habitación me cubría casi todo el cuerpo, siento como si una bola gigante y pesada me hubiera dado un fuerte empujón y me estuviera aprisionando. En ese momento solo podía pensar que estaba viva de milagro, si hubiera entrado en la habitación la explosión me hubiera dado de lleno, esa puerta me acababa de salvar de la muerte. De pronto el peso de la puerta disminuyó y vi como alguien tiraba de ella para quitármela de encima. La tiró a un lado y se arrodilló ante mi llamándome por mi nombre, en seguida levanté la mirada casi sin fuerzas y me encontré con unas lágrimas recorriendo el rostro de Laura.

Me agarró entre sus brazos a la vez me pedía que aguantara, su voz era acongojada y no entendía porqué, estaba viva, no me había ocurrido nada. Llevó entonces su mano hasta mi barriga y bajé la mirada para ver a qué se refería. Al verlo solté un grito agudo, muerta de miedo, iba a morir si no me sacaban ese trozo de madera de la puerta que se me había incrustado en el estómago y que me hacía desangrarme.

Laura estaba desesperada y no dejaba de repetirme que fuera fuerte, que no iba a dejar que muriera, que aguantara, pero mi ánimo cayó por los suelos en el momento en que vi de esta manera. Podía notar la punta de esa madera clavándose en mi interior y veía la sangre fluir con rapidez escapando de mi cuerpo. A mi me mente se me vino la imagen de Rocío desangrándose en el coche y pensé que iba a morir igual que ella.

De repente una mujer salió de la habitación donde había sucedido la explosión, caminaba tambaleante y desconcertada, llevándose la mano a la frente de donde le salía un hilo de sangre. Esa debe de ser la mujer que discutía con el chico en la habitación. La mujer se nos quedó mirando y comenzó a llorar, sin esperarlo se acercó hasta nosotras pidiéndonos perdón, sin embargo, Laura la miraba con una mezcla de confusión y desconfianza.

-Esto nunca debió de pasar -la mujer hablaba entre sollozos.

Sin dejar de hablar agarró el trozo de madera con ambas manos y respiró hondo para calmar sus nervios.

-Esto te va a doler, pero te va a salvar la vida -comentó más para sus adentros, como tratando de parecer serena.

Laura la fulminó con la mirada y puso sus manos sobre las suyas para impedir que hiciera nada.

-Confía en mi -le dijo devolviéndole la mirada-. Soy médica, sé lo que hago.

Laura, aún recelosa, apartó sus manos tras unos segundos de duda y la dejó hacer. Me cogió de la mano y la besó con dulzura, me miraba con el mismo miedo que yo la miraba a ella. Entonces noté como la afilada punta de la madera se desprendía de mi cuerpo y salía haciendo brotar más sangre, no puede evitar gritar desgarrada por el dolor que aquel gesto me provocó.

-Rápido, hay que taponar la herida -dijo la mujer cada vez con más serenidad, pero sin dejar de moverse con rapidez.

Laura se quitó su chaqueta al momento y se la dio a la mujer que lo puso sobre mi herida y apretó con fuerza haciéndome gritar aún más.

-Me duele mucho -dije mirando a Laura que lloraba conmigo.

-No te preocupes, te vas a poner bien -respondió a la vez que besaba mi frente.

-Sigue apretándole con fuerza -le aconsejó la mujer a Laura y ella le hizo caso sin pensarlo dos veces.

Apoyé mis manos sobre las suyas para ayudarla a hacer presión, de mientras, aquella mujer había corrido hasta la habitación donde yacía su marido.

Vi como las manos de Laura temblaban sobre mi herida, estaba más asustada que yo, y fue cuando tuve claro que no podía morirme. Ella ya había perdido a alguien muy importante en su vida, no me iba a perder a mi también. Tenía que aferrarme a la vida con uñas y dientes, no quería irme aún de este mundo.

-Tranquila -logré decir con tremendo esfuerzo-, no me vas a perder.

-Shh, no hables -me pidió llevando una mano hasta mi mejilla.

-No me vas a perder aún -volví a repetir-. Nos quedan muchas cosas por hacer juntas.

Una tos producida por el esfuerzo me hizo parar de hablar. Laura seguía acariciando mi mejilla mientras me miraba con esa sonrisa que tanto me gustaba.

-Claro que sí, mi amor. Pienso llevarte a conocer el mundo. Vamos a hospedarnos en los hoteles más lujosos para que nunca eches en falta un jacuzzi.

Su ocurrencia me hizo reír torpemente. La mujer volvió de la habitación apresurada junto a Guardián, al que le pidió que me cogiera en brazos para llevarme hasta el hospital más cercano.

-Tranquila, chica, yo voy a curarte -me habló llena de seguridad y esbozando una sincera sonrisa.

Laura caminaba a mi lado sin dejar de presionar la herida. El balanceo del Guardián que me llevaba en brazos me hacía quejarme a cada rato del dolor.

-Con cuidado -le decía la mujer.

Cuando llegamos al pie de la escalera Laura me pidió que cerrara los ojos y tratara de relajarme, aunque con el dolor que sentía me era imposible lograr esa tarea. Aún así le hice caso y cerré los ojos, y la verdad es que me vino bien, pues la imagen de tanta gente muerta tampoco me ayudaba a estar tranquila. 

Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora