Capítulo 5

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Era viernes. Y como cada viernes todos nos preparábamos para la ceremonia de homenaje que hacíamos a los compañeros que habíamos perdido durante la semana. Ese día tocaba recordar a Mateo, Clara y Vicente. La recepción del hotel se convertía por esa noche en una especie de santuario lleno de velas y objetos personales como recuerdo de nuestros compañeros. Era una noche triste, pero también teníamos tiempo para la alegría. Tras el momento de homenaje poníamos la radio, sintonizábamos alguna cadena de música y bailábamos y lo pasábamos bien todos juntos. Era nuestro momento de olvidar las penas y alegrarnos un poco.

Ese día nadie salía, nos quedábamos todos dentro del hotel para prepararlo todo. Laura y yo estábamos en el restaurante poniendo las mesas y sillas en fila formando una cadena que no parecía tener fin, para que todos comiéramos codo con codo, juntos. Aquella mañana tenía que ser estupenda, pero parecía que alguien quería arruinármela: Bárbara. Era una chica de 19 años que hacía pocos días había venido nueva, uno de los grupos que salió a por comida la encontró en la calle tratando de esconderse de los soldados, así que la rescataron y la trajeron aquí. Al principio todos nos alegramos de contar con alguien más, pero en seguida comencé a cogerle tirria. Se la pasaba todo el día detrás de Laura. Resulta que es bisexual y se ha encaprichado de ella. Laura ya le había dicho que no intentara conquistarla, pues ya estaba conmigo, pero ella seguía insistiendo en que conseguiría enamorarla. A mi me pone de los nervios.

Laura me estaba ayudando a poner el mantel en las mesas cuando llegó ella con su pelo rubísimo platino y sus ojos celestes. Encima era súper delgada y estilizada. Ya algunos chicos le habían puesto el mote de la "barbie" por su parecido a ella.

-Hola, Laura -dijo con sugerente tono de voz y haciéndose tirabuzones en el pelo.

-Hola -le respondió Laura secamente.

-Vamos, ¿por qué no muestras más alegría al verme?

-Porque no se alegra de verte -le contesto con enfado, pero ella ni me mira, sigue con sus ojos clavados en Laura.

Laura me mira con una sonrisa divertida. A ella le hace gracia verme celosa. Ja, ¿celosa yo? No aguanto a las chicas como ella, eso es todo.

-¿Por qué no te vas con Lola? Creo que te necesita en la cocina -me responde Barbie mirándome por encima del hombro, con aires de grandeza.

-Sí, mejor. Así traigo un cuchillo y...

-Adriana -me reprende Laura al instante.

Sí, reconozco que se me va de las manos, pero es que no soporto que se pegue a ella como si fuera suya, y para colmo Laura le ríe las gracias. Me crucé de brazos y me fui hasta la cocina refunfuñando. En seguida Lola me preguntó qué me pasaba.

-Nada.

-Yo sé qué le pasa -dijo Carmen, una de las pinches de Lola. Ésta era una mujer menuda de unos cuarenta años-. Que cierta rubia está rondando a Laura.

-Ah, ya sé. Bárbara, ¿verdad?

Asentí aún malhumorada y sin dejar de mirar como Bárbara aprovechaba cada ocasión para acercarse más a Laura y cogerle de la mano o pasar su brazo por su hombro o tomarla de la cintura. ¡Es una descarada!

-¿Estás celosa? -preguntó Lola con cierto tono divertido.

-Pues sí, estoy celosa porque esa "barbie" loca quiere ligar con mi novia. ¿Algún problema?

Ambas empezaron a reír por mi enfado. ¿Por qué a todos les hace tanta gracia?

-No tienes que echarle cuenta -comentó Lola con dulzura-. Laura te quiere muchísimo.

-Entonces, ¿por qué no le para los pies?

-Por educación, supongo. Por no ser borde.

-Ser borde es el don natural de Laura -contesté con gracia.

Lola me miró comprensiva y me dio los cubiertos que había que poner en la mesa.

-Háblalo con ella -me aconsejó.

-Ya lo he hecho y se lo toma a risa. Le hace gracia verme así.

-Pues hazle saber lo mucho que te molesta esta situación, que no le ves la gracia. Seguro que Laura te hará caso.

Ojalá tenga razón. Traté de tranquilizarme y fui de nuevo hasta la mesa donde Bárbara reía ante las gracias de Laura. ¿De verdad no se da cuenta de que no quiere nada con ella? No entiendo a esta chica...

-Laura, ¿podemos hablar?

-Claro.

-No me la robes mucho rato -dijo Bárbara, pero no le eché cuenta y tomé de la mano a Laura para alejarnos de ella.

-¿Qué pasa? -preguntó.

-Que no la aguanto, eso pasa. O le paras los pies o se los paro yo.

Laura comenzó a reír, pero yo seguía sin verle la gracia, así que me crucé de brazos malhumorada.

-Me encanta que te pongas así -me susurró al oído mientras me atraía hacia ella por la cintura.

Pero yo no estaba de humor para sus juegos, me solté de mano de su agarre y me alejé de ella.

-¿No lo entiendes?

-¿Qué pasa? -preguntó confusa.

-No me gusta que la tengas todo el día tirándote la caña.

-Y, ¿qué le hago? Ella sabe perfectamente que estoy contigo, se lo he dicho mil veces. Pero si ella sigue no es mi culpa.

-Sí, sí lo es. Párale los pies, ponte borde con ella, lo que sea.

-¿En serio? -me mira enfadada-. Pensé que odiabas que fuera siempre tan borde, para una vez que trato de ser agradable con alguien te molesta. Mira, la chica me cae bien y me da igual lo que haga o deje de hacer. Parece que no confías en mi.

-Sí confío...

-Pues demuéstralo.

Me quedé en silencio sin saber qué decirle. ¿Se me estaba yendo de las manos la situación o es que ella no se daba cuenta de que en cualquier momento se le tiraría al cuello?

-Yo estoy segura de lo que quiero, Adriana. No pienso perderte después de todo y menos por esa chica. Eso yo lo tengo muy claro. Solo falta que lo tengas claro tú.

Y sin decir más se marchó de allí enfadada. Bárbara trató de cogerle del brazo, pero Laura se deshizo de ella con brusquedad. Entonces la rubia dirigió su mirada hacia mi y me miró con odio para luego marcharse con aires de diva ofendida.

No me podía creer que estuviera tan ciega. Claro que confío en ella. De quien no me fío es de Bárbara. Pero parece que a Laura eso le da igual.

Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora