Capítulo 1

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Camino por el extenso pasillo del hotel. Es de noche y todo está oscuro y en silencio. Mis pies desnudos pisan la suave alfombra siguiendo a ciegas el camino. Cuando llego a la habitación no me hace falta llamar, la puerta está encajada, solo tengo que abrirla. Nada más entrar me llega la única luz que hay en toda la ciudad, la del Palacio de Linares. La terraza está abierta dejando entrar una brisa de lo más apetecible. Estamos en Abril. Llevamos aquí dos meses, ocupando una habitación, como el resto de Rebeldes, en este lujoso hotel. Me adentro aún más en la habitación y me encuentro la cama vacía. Del cuarto de baño me llega un olor a velas aromáticas y el calor del agua caliente. A mis oídos llega el leve gorgoteo que hace el agua del jacuzzi. No era la primera vez que me bañaba en uno, es lo bueno de habitar uno de los mejores hoteles de la capital. Me acerco hasta allí y veo a Adriana cubierta de espuma y sonriendo felizmente.

-No puedes dejar la puerta abierta -le reprocho en tono suave.

-Estaba encajada.

-Es lo mismo. Sabes que es peligroso.

-Anda, olvidémonos de eso un rato. Métete aquí conmigo.

Cada día salíamos a la calle unos pocos a jugarnos la vida por un poco de alimento, y otras veces a enfrentarnos a las personas que trataban de dominar el mundo con mano de hierro. Pero cuando la noche cae, llega la hora de descansar para el siguiente día. Adriana nunca había conocido los lujos de un hotel como este. Ahora se ha hecho dueña del jacuzzi. Me desnudo sin dejar de mirarla mientras ella se muerde el labio con impaciencia. Entro en ese estanque de agua caliente haciendo que todo mi cuerpo se relaje. Adriana estira sus piernas, me atrapa con ellas y poco a poco empieza a atraerme hasta su cuerpo. En seguida quedo cubierta de espuma que ella ha arrinconado a su alrededor. Saca sus manos, arrugadas por el agua, y me rodea el cuello. Acerca mi cara a la suya y besa mis labios con deseo, jugando con mi lengua. Sin duda este es el mejor momento del día, cuando olvidas que hace unas horas has podido morir en la calle a manos de los soldados. Ahora ya no vale con encerrar en espantosas celdas de tortura, ahora si te ven libre aprietan el gatillo sin pensarlo dos veces y te matan de un balazo en la frente.

Por desgracia, en estos dos meses que llevamos aquí hemos contemplado muchas muertes. Por suerte, nosotras seguimos vivas para contarlo. Aunque la caída de un compañero rebelde duela, tenemos que estar agradecidas de poder seguir luchando. Es la primera regla que aprendes al llegar aquí, mentalizarse de que cualquier día puedes morir tú, y eso es irremediable. Por eso, Adriana y yo aprovechamos este y cualquier otro momento para estar juntas. Incluso desafiamos a la muerte alguna vez cuando, huyendo de algún soldado, nos besamos delante de él para darle en las narices. Sí, es una temeridad, pero si algún día vamos a morir, preferimos caer orgullosas de quienes somos y felices de haber luchado por nuestro derecho a amarnos. No queda otra cosa.





-"Naciones Unidas trata de reunir a todos los países para acabar con esta barbarie, pero los países implicados, especialmente Rusia, se niega a parar este mando de poder que ha tomado desde hace apenas dos meses y que ya cuenta con una cifra elevada de muertes, encarcelamientos y lo peor aún, personas que están de acuerdo con esas nuevas leyes que quiere imponer a base de fuerza bruta. Esa "Nueva Generación" de la que tanto hablan. Solo nos queda seguir luchando y los más religiosos rezando por que Naciones Unidas consiga hacer esa reunión de urgencia y pare esta masacre que se está cometiendo en muchos países donde la libertad de amar es un derecho fundamental."

La radio que nos habíamos traído del internado seguía funcionando perfectamente y nos servía de ayuda para saber cómo seguían sucediendo las cosas. Cuando llegamos hace dos meses nos encontramos con una ciudad fantasma donde pocos edificios quedaban en pie. Lo habían destruido casi todo. Fuimos directamente hasta el hotel al que se refería la radio donde estaba concentrado el grupo de Rebeldes. Nos acogieron encantados de tener en sus filas más personas para luchar. Allí nos encontramos personas de todo tipo: desde niños, jóvenes, adultos y ancianos, éstos últimos solían ser el cerebro de todos los planes que se les ocurrían llevar a cabo. Personas de todo tipo de creencias y religiones y de todo tipo de tendencia sexual. Incluso perros y gatos como mascotas de muchos de los que habitaban ese lujoso y gran hotel. Todos eran una gran familia y nos acoplaron a ella en seguida. Tenían habitaciones para dar y regalar así que, eso no fue un problema: una habitación para Guille y Paola y otra para Laura y para mi. Y otras dos individuales para Iván y Noelia.

A Iván le asignaron al grupo de ancianos "creaplanes" por ser superdotado. Noelia prefirió hacerse cargo de la propia guardería que tenían en el hotel, junto a otras chicas más de nuestra edad. Pero nosotras queríamos combatir. Sobre todo yo, por todo el daño que le habían hecho a Laura, por la muerte de Lucía, de mi abuelo, de mi familia, por Rocío. Por todos ellos teníamos que salir ahí fuera y plantarles cara a todos esos soldados armados que protegían con su vida al Hombre que se escondía en el Palacio y que manejaba todos los hilos de lo que pasaba en el país. Ese Hombre había reabierto cárceles deshabitando de allí a todos los presos y poniéndolos a su mando como unos soldados más. Ese Hombre es el que había mandado destrozar todo aquello que se pusiera a su paso y encarcelar, a personas homosexuales, hasta la muerte. Ese Hombre era el que se había llevado tantas vidas por delante por el simple hecho de creer ciegamente en la persona que quiere manejar el mundo a su conveniencia teniendo la sede en Rusia.

Los Rebeldes nos contaron también que su grupo se había extendido en todos aquellos países afectados y que no estábamos solos en la lucha. Muchos se arriesgaban por ir a Rusia para combatir allí. Y el único objetivo claro que debemos cumplir es atacar en el eje central de todo esto. Debíamos acabar con ese Hombre de nombre desconocido que se escondía como una rata en el Palacio mientras daba las órdenes a sus militaruchos para matar a todas las personas que les diera la gana. Pues a él es a quien hay que matar. Y para eso ya estaba en ello Iván y todo el consorcio de ancianos con las mentes bien lúcidas que seguían tramando un plan que fuera perfecto para atacar el Palacio y acabar con la vida de el Hombre. Y Laura y yo, pensábamos dejar nuestra vida porque el plan se llevara a cabo a la perfección. 

Sobrevive como puedas (Trilogía "Como puedas". Tercera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora