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Capítulo 8

Katie.

Los labios de Justin estaban peligrosamente cerca.

Inclinó la cabeza como si me fuera a besar.

¿Qué estaba haciendo yo? Él solía ser el mejor amigo de Ryan y mi novio. Pero yo no me estaba alejando. Me sentía segura en sus brazos; siempre que me sujetaba sabía que todo iba a estar bien.

Creo que tal vez quería que me besara. O sea, nadie más lo sabría. Nuestros labios estaban a punto de besarse, cuando la puerta se abrió. Me di cuenta de que estábamos en mi patio delantero y era Scott quien había golpeado la puerta. Sentí que los brazos de Justin se apretaban a mi alrededor.

—Katie, ¿qué crees que estás haciendo? —Scott gritó—. ¿Dónde diablos crees que has estado?

—Estaba caminando con Justin —escupí. Él vio a Justin y se encendió de rabia.

—¿Qué le dijiste?

—Nada. —Me volví hacia él.

—Entra aquí ahora mismo. —Comencé a alejarme, cuando Justin me detuvo.

—Justin, vete de aquí —ordené, pero él no se movió—. ¡Justin, lo digo en serio!

—No sin ti —dijo—. No me has contado qué es lo que te hace, así que no voy a tomar la decisión de dejarte aquí sola con él.

Scott se iba acercando con lentitud hacia donde estábamos.

—¡Por favor solo vete! —rogué. No podía dejar que Scott lo lastimara. Christian ahora salía de su casa junto con Chaz.

—Jesucristo. —Escondí mi rostro de la vergüenza—. ¿Te vas, por favor?

—¡Mira lo que hiciste! —Scott gritó cuando estuvo donde nos encontrábamos—. ¡Hiciste que todo el vecindario saliera!

—No es culpa de Katie que algunas personas se preocupen por ella —dijo Justin.

—Escucha, tú, pedazo de mierda. —Scott se giró hacia Justin—. No toleraré que me hables de esa forma, ¿entiendes? —Se acercó más a Justin y yo me puse en medio de ellos dos.

—¡Scott, basta! —dije. Christian y Chaz ahora retenían a Justin lo mejor que podían.

—Cállate, inútil.

—¡Ella no es inútil! —Justin vociferó—. ¡No le hables así!

Sentí que la tensión crecía entre ellos y comencé a entrar en pánico.

—Un minuto, Katie —dijo, con dientes apretados—. Un minuto.

Entonces regresó a la casa hecho una furia y cerró de un portazo. Cerré los ojos y respiré profundo. Podía manejar esto. Cuando comencé a caminar hacia la casa, sentí que Justin me tomaba del brazo otra vez.

—¡Justin, suficiente!

—Katie, no tienes que entrar allá.

—¡Mantente fuera de esto!

—Por favor —rogó—. Te lo pido, por favor no entres ahí.

Nunca lo había visto de esta manera. Su rostro estaba lleno de miedo y dolor. Quería abrazarlo muy fuerte y nunca soltarlo, pero no podía. En su lugar, hice la única cosa que se me ocurrió decirle en el momento.

—¡En serio tienes que dejarme ir!

—Dime la verdad y lo haré.

Christian.