4.

4.5K 515 97
                                    

–¡Alec!

Un grito. Un grito fue lo que bastó para que Alec se despertara a las tantas de la madrugada corriendo en dirección a la habitación del pequeño Simon.

–¿¡Qué pasa!?– preguntó con su arco y flecha en alto fijando la mira en distintas direcciones.

–Baja eso.

–¿No estás es peligro?– preguntó de nueva cuenta bajando el arco.

–No.– respondió simple el más joven.

–¿Entonces por qué gritaste?

–Es que, me pasó algo extremadamente raro.– dijo ruborizándose.

–¿Qué te pasó? – formuló la pregunta sentándose a la orilla de la cama.

–Tuve un sueño...

–¿Qué con eso?– frunció el ceño.

–Soñé con Jace...– dijo tímidamente mientras su cara subía de tono.

–Ajá, ¿Y?

Alec, realmente no sabía a dónde quería llegar el pequeño Simon.

–Fue, un sueño...algo, subido de tono.– soltó al tiempo que se tapaba la cara con sus manos por el bochorno.

–Sigo sin entender. – dijo confundido el cazador. Pero, luego algo hizo "click" en su mente. –¡Oh, por el ángel!– exclamó también tapándose la cara sonrojándose de igual manera.

La incomodida era palpable.

–Yo, tú. Toma una ducha con agua fría. – ordenó Alec parándose de la cama.

–¡Pero hace frío!– chilló Simon.

–No importa, yo no te mandé a que soñaras esas cochinadas. Así qué, toma una ducha con agua fría, yo mientras te preparo leche tibia con miel para que vuelvas a dormir, ¿Entendido?

–Sí, señor. – dice todavía avergonzado.

Alec salió de la habitación rumbo a la cocina y por el camino dejó su arco y flecha en la sala. Entró a la cocina y sacó la leche de la nevera. De unos gabinetes sacó una pequeña olla, la puso en la flama de la estufa y vertió la leche.

–Estúpidas hormonas. Estúpido Jace por encochinar la mente de mi pequeño Simon. Y estúpido Simón por dejarse seducir por el narcisismo de Jace. – empezó a rumiar mientras apagaba la estufa y servía la leche ya tibia en una taza, le puso un chorrito de miel y la mezcló con una cucharita dulcera.

–¿Qué haces despierto a las tres de la madrugada?– la voz somnolienta de Magnus inundó la cocina.

–Estoy en la cocina.– se limitó a responder.

Magnus alzó una ceja.

 –¿Qué haces en la cocina a las tres de la madrugada?

–Estoy calentando leche con miel. – respondió automáticamente.

El brujo bufó.

 –Bien, ¿Y qué haces despierto calentando leche a las tres de la madrugada en la cocina?

–No es para mí.– se dio la vuelta con la taza en la mano.

Magnus frunció el ceño.

 –¿Para quién entonces?

–Simon.– soltó sin más encaminándose a la habitación del pequeño Simon.

–¿Y eso por qué?– preguntó siguiéndole.

Alec hizo una mueca. –Simon tuvo un sueño...., horrible. – tembló al recordar las palabras del niño.– Adelántate a la cama, luego te alcanzo. – y sin más entró a la habitación de Simon y cerró la puerta detrás de sí.

Magnus asumió que su joven pupilo tuvo una pesadilla.

Dirty Thoughts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora