23.

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Se preguntó, ¿Qué hacía con su vida?

Era estúpido tener un momento en donde cuestione su existencia junto con sus propósitos en la vida.

Pero era inevitable no hacerlo ahora.

Porque, últimamente estaba de Celestino, ayudando a su pequeño a conquistar –o por lo menos llamar la atención– a Jace.

¡Y lo había conseguido, maldita sea! ¡Consiguió su cometido! ¡A Jace le gustaba Simon! ¡Simon ahora era correspondido, joder!

Estaba eufórico.

Pero no podía fanfarronear de ello, tristemente.

Porque, por un lado estaba Jace, su parabatai, que con mucha pena le pidió no decir nada sobre sus sentimientos hacia Simon. A nadie. Y desde entonces Jace no hablaba sobre el tema. Pero seguían siendo cercanos, era algo. Aunque Jace no supiera, Alec lo había notado suspirar por Simon.

Por otro lado estaba Simon, su pequeño hermanito, su protegido, que, por el santísimo Raziel, no tenia filtro boca-cerebro ni censura alguna al momento de expresar sus sentimientos y sentimientos hacia Jace. Y siempre tenía que ir detrás del brujito con un coleto en las manos para limpiar la baba que Simon dejaba al momento de bucearse a Jace. También, aquella situación, en donde Simon desperdiciaba horas de su extensa vida hablando de Jace, volviendo a los viejos tiempos, aquellos antes del desastre de Ward, era secreta. Ésa situación era secreta, claramente. Nadie, absolutamente nadie debe saberlo. Pero si Raphael e Izzy lo intuían, eso ya no estaba en sus manos, eso era ya culpa del propio Simon por ser tan descaradamente obvio. Bueno, no tanto si Jace no lo notaba.

Quería llorar por la ridícula situación con la que se topó.

Soportando los suspiros de Jaces.

Aguantando los comentarios morbosos de Simon.

Simplemente quería llegar y agarrar a ambos idiotas del cuello y hacerlos besarse en plan "Now kiss".

Pero, no podía.

¿Por qué?, ¿Qué le detenía? No sabía. O tal ves sí.

Y le era estresante no encontrar el motivo que le detenía de hacer eso, porque ganas no le faltaban. Estaba a nada de hacerlo.

La idea de que la confidencialidad con que ambos, Simon y Jace, le decían aquellas cosas tan íntimas y personales, era la más probable de retenerlo en su lugar de espectador. Porque pensaba que una vez y dejara en claro a todos que él siempre supo de los sentimientos que aquel par se profesaba a secretos, podían dejar de confiar en él. Era estúpido pensar eso, pero Alec tiene sus inseguridades.

Por ello, se preguntaba ahora mismo qué demonios hacer con su vida a partir de ahora. Era obvio que ninguno de los dos iba a dar el primer paso.

Así que supuso, iba a tener que jugar a ser Dios, o tal vez un titiritero, y seguir manipulando las cosas hasta que ellos estén juntos como él quiere, como Jace quiere, como Simon quiere, ¡COMO TODO EL PUTO MUNDO QUIERE!

–¡Alec, a que no sabes de qué me acabo de enterar!– le exclamó Magnus pasando el umbral de la puerta de su despacho.

Alec pensó, o se preguntó, ¿Por qué demonios se tenía que enterar de todo en su despacho?

–Dime. – le dijo posando toda su atención en Magnus.

Ciertamente, mirando bien, el Gran Brujo tenía pinta de estar a punto del colapso nervioso.

Exhaló. –Estaba invocando a un demonio para un trabajo, tu sabes, lo usual. ¡Pero lo que no me esperaba era que el maldito me hablara! – Alec frunció el ceño ante lo dicho, e iba a obviar que en las invocaciones los demonios te tenían que hablar, pero Magnus lo interrumpió. – Bien, no me expresé bien. Lo que quiero decir, es que no me esperaba que el demonio me hablara a mí como el hijo de Amodeus. O sea, nunca me reconocen como tal, así qué es raro que de la nada venga uno y me reconozca así a lo bruto. – aclaró.

Alec no sabía qué coño decir, se perdió, porque no entendió a qué iba. –¿Eso..., es malo?– preguntó suavemente, temiendo no decir lo adecuado, lo que Magnus quería escuchar, si es que quería escuchar de su parte algo en específico.

–No, no del todo. Pero eso no es todo. La cosa es lo que me dijo, me dijo "¿Cómo te va con tu hermanito, hijo del grande?".

–¿Qué demonios significa eso?– dijo con pesar, se estaba perdiendo cada vez más.

–¡Exacto! Yo tampoco lo entendí, y le pregunté, y me respondió "Tu hermanito, el pequeño brujo que ahora protegen tú y ése nefilim". – dijo, con cierto tono emocionado y que todavía contenía sorpresa.

Shock.

Fue lo que padeció el cazador.

–Ya va, páramela ahí.– se levantó de su silla y alzó la manos en son de detenerle. − ¿Me estás diciendo, que ése demonio dijo que Simon es tú hermano menor?– dijo, expectante.

–¡Sí!– casi gritó con emoción. – ¿Sabes? Jamás creí que llegaría a tener familia, o sea, gente que compartiese lazos sanguíneos conmigo. No después de que mi mamá se suicidara.– sonrió con pesar. – La noticia me es fascinante.

Alec parpadeó, aún sorprendido. –Ya lo creo, es genial, Magnus. ¡Es genial! Simon es tu familia. – llevó su mano a la boca en un pobre intento de esconder su sonrisa. – Es interesante como nos llega la información de quién es el padre de Simon, cuando no estamos buscando.

–Ciertamente. Pero, por más que la noticia sea fascinante, me está estresando, porque no sé qué hacer ahora. – dijo haciendo una mueca.

Alec asintió, y de repente su mente se aclaró.

Ahora resultaba que Magnus era el hermano mayor de Simon, no sabía cómo Magnus reaccionaria ante la noticia de que posiblemente Jace y Simon fueran pareja en un futuro no muy lejano. ¡Con un demonio, lo que faltaba!

Se estresó más de lo que estaba hace un momento.

–Así qué vine, con la esperanza de distraer mi mente del colapso emocional. – siguió hablando Magnus.

Alec le miró de manera tan intensa, que le hizo dudar de su existencia propia.

El cazador se acercó al brujo con pasos calculadores, siendo en su más pura imagen lo que es, un cazador. Tomó al brujo bruscamente de las caderas y los pegó hacia sí, ganándose un exquisito jadeo por parte de Magnus.

  − Me acabas de leer la mente en este mismo momento.


Cerraron la puerta con llave.

Y no salieron de ahí por, lo que fueron muchas horas.

Está demás decir que follaron como conejos los desgraciados.

Todo el instituto lo supo, pero optaron por no decir nada en un acuerdo mutuo silencioso, automático. Para ahorrarse la pena, también porque valoraban su vida y no querían que Alec los jodiese por querer intentar hacerse los listillos.

Dirty Thoughts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora