18.

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Desde que Simon volvió a sus clases, Alec no sabía dónde meter la cabeza.

El pequeño brujo hablaba y hablaba de su profesor. Si bien fue divertido ver los celos de Jace al respecto, ahora se estaba preocupando.

Ahora dudaba de su plan.

La preocupación sobre un posible cambio en los sentimientos de Simon y el constante estrés de las quejas de su parabatai lo tenían al borde de un colapso nervioso.

–¡Ya basta, Jace! ¡Ya basta!– gritó exasperado en medio de su despacho.

Hoy Jace se paseó por su despacho, de nuevo, para dar su religioso argumento quejoso sobre su desagrado hacia el profesor de Simon.

–Hablame de otra cosa que no sea el estúpido profesor Ward, ¿Quieres?– terminó diciendo ya más calmado después de su arrebato de furia.

El rubio alzó una ceja. –¿Ahora también crees que es estúpido? Sabía que reaccionarias y me darías la razón a mí.

Alec bufó, se quedó en silencio por unos minutos, y suspiró. –No voy hablar de eso, Jace. Más bien dime qué harás con la insoportable de tu novia, tienes dos meses, casi tres, sin hablar con ella.

El patofóbico se removió incómodo en su asiento. – La verdad no sé. Ni siquiera he pensado en ella en éste tiempo.

El ojiazul soltó un escueto "Ah" y no hablaron por un rato, no hasta que Jace se levantó de la silla y se paseó por el despacho.

–Sinceramente, Alec. Ya no sé si siento lo mismo por Clary. − soltó con pesadez.

Los luceros azules de Alec se abrieron con sorpresa, y sonrió de alivio. Rió por lo bajo.

–¿Por qué lo dices?– preguntó de manera suave, sorprendiendo al rubio.

Jace suspiró. – Cada que la veo rondando por ahí, ya no me da esa alegría, mi corazón ya no palpita de emoción al escucharla hablar, y ya su mirada no me atrae a hipnotizarme con sus ojos verdes... Hasta su voz me parece algo chillona e irritante.

Alec se largó en carcajadas, las lágrimas causadas por la risa caían de sus ojos. Se privó del aire e intentaba respirar pero casi no podía. Agarró una carpeta de su escritorio e hizo un pobre intento de echarse aire. Al cabo de varios minutos Alec se pudo serenar. Limpiándose las lágrimas e hipando un poco se disculpó.

–Lo siento.– rió. – Pero jamás, en mi mugre vida, pensé que llegarías a reconocer y decir eso sobre Clarissa. – respiró un poco. – Permite me exagerar diciendo que éste es el mejor momento de mi semana. – rió otro poco.

Jace rodó los ojos con fastidio. –Qué infantil eres.

Alec negó. –No, definitivamente esto hay que celebrarlo. – se levantó de su silla y agarró su chaqueta. – Vamos por un trago, yo invito.

El rubio resopló, y siguió a su parabatai. En tanto, Jace seguía sintiendo cómo su relación con Alec iba volviendo poco a poco a como era antes.

Antes de Clary.

Tal vez, si quitaba a Clary de su vida, cual trapo desgastado. Alec y él volverían a ser los mejores amigos, compañeros, hermanos y parabatais que eran en la adolecencia.

Y no supo porqué, pero le gustó esa idea.

Dirty Thoughts.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora