Capítulo 2

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El sonido desgarró el aire que lo rodeaba, lo ensordeció.

Daniel corrió y se tiró tan rápido como pudo contra un auto, aún con el zumbido molesto en su oído y mientras la ráfaga de disparos continuaba. Nico ladraba ferozmente a algún lugar particular, a alguien, alguien que Daniel no lograba ver.

Esperó unos segundos, hasta que el silencio volvió lentamente mientras el eco abandonaba el lugar. Sujetó su pistola, preparándola para disparar, mientras golpeaba con una mano su oído intentando torpemente recuperar su audición normal. Tranquilizó su respiración agitada, tomó largas respiraciones intentando calmar su pulso acelerado, tenía miedo, no de la situación, más bien de lo que podía ocurrir, de quién podía morir, de a quién podía matar, porque ya estaba demasiado cansado de asesinar inocentes, ya estaba agotado de verlos en sus pesadillas.

El perro continuaba ladrando cuando finalmente Dan se puso de pie, observó velozmente su entorno, el silencio desapareció fugazmente al estrellarse una bala contra una puerta de un vehículo cercano a Dan, una segunda bala, casi inmediata, rozó su brazo, despertando una sensación de ardor y quemazón horrible, Dan comenzó a alejarse, corriendo torpemente mientras alzaba la pistola y soltaba disparos sin dirección específica, después se tiró al piso y rodó debajo de una camioneta, los disparos cedieron una vez más, pero esta vez los sonidos de unas pisadas veloces aplastando cristales y la maleza se escucharon cada vez más cercanos.

Desde su posición Dan llamaba a Nico el cual estaba a solo unos metros de distancia, susurraba su nombre con un tono de molestia, sin embargo el perro blanco no le hizo caso alguno, continúo ladrando furioso con la vista perdida hacia unos autos en la lejanía.

Repentinamente el perro comenzó a correr, dejando varios metros atrás a Dan, el cual permanecía en su posición, sujetándose el brazo en el que había sido herido. Dan intentó detenerlo gritando su nombre pero no pudo.

— ¡Maldita sea, Nico! —exclamó arrastrándose fuera de su posición pero antes de salir observó los zapatos desgastados de tres hombres a varios metros de distancia, después las patas veloces del animal en su dirección, pronto escuchó unas carcajadas seguidas del disparo de una escopeta y el chillido del animal—. ¡No! —Gritó Dan brincando por el sonido y comenzando a llorar, lleno de impotencia, de ira, cerró sus puños y observó por debajo de los autos al animal caer mientras la sangre comenzaba a envolverlo. Observaba su pecho subir y bajar rápidamente, alcanzaba a escuchar los chillidos de dolor del animal, veía como intentaba moverse pero no lograba nada. Las carcajadas continuaron y se hicieron frenéticas, pronto los pies de los hombres se acercaron al animal, se quedaron de pie frente a él por unos segundos.

— ¿De verdad esto no es suficiente para hacerte salir maldito cobarde? —Escuchó la voz de un hombre, Dan no se movió, observaba lo que podía con gran furia y desprecio. Pronto vio una culata de escopeta golpear repetidas veces la cabeza del animal hasta que su pecho se detuvo entre los últimos sollozos de dolor que soltó.

Dan soltó un gran grito de furia con las lágrimas derramándose sobre sus mejillas y cuando estaba por salir, el sonido de unos disparos lo detuvieron. Vio el piso delante de él convertirse en enormes pedazos de concreto que volaban por los aires a causa de los disparos. Escuchó los gritos desesperados de los hombres mientras disparaban, vio como sus pies se alejaban torpemente hasta que una nube de fuego los envolvió y con ella una enorme nube de llamas se hizo a varios metros de donde Daniel se encontraba.

Pronto el lugar pareció quedarse en silencio, si no fuera por el sonido del fuego consumirse y de un zumbido constante en el aire. Daniel no se movió, ni siquiera respiró, observó un haz de luz azul recorrer el lugar y después este se apagó, pronto la esfera comenzó a alejarse dejando detrás de sí un pequeño rastro de humo gris debido a los daños recibidos.

Fue hasta que Daniel la perdió de vista que salió lentamente de su escondite debajo de la camioneta, se puso de pie temeroso y observó como las llamas terminaban por apagarse, avanzó unos metros hasta encontrar el cuerpo de Nico sobre el piso, su pelo que solía ser blanco ahora estaba invadido de un rojo oscuro, se quedó de pie, observándolo mientras lloraba en silencio, levantó la mirada y a unos metros delante de si vio los tres cuerpos calcinados de los asesinos de su mascota. Se olvidó de sus miedos, de su dolor, se llenó de ira y se agachó al lado del cuerpo del animal, acarició levemente el pelo que quedaba de su rostro, el cual ahora estaba terriblemente desfigurado y destrozado por los golpes. Se limpió las lágrimas, no quería llorar más, no quería desmoronarse. Tomó una cuerda de su mochila y una manta. Colocó el cuerpo de Nico sobre la manta, después unió las cuatro esquinas de la manta y las amarró, finalmente sujetó la manta con la cuerda y la cuerda la colocó en su mochila y continúo su viaje resistiendo el dolor.

Las horas pasaban y Daniel seguía recorriendo el camino del bosque que conocía, rodeado de hojas secas caídas y de árboles altos y delgados. No le importó que la noche llegará y que no durmiera, no le importó si se encontraba con sombras o esferas en el camino, lo único que le importaba era pensar en las palabras indicadas para decirle a Emmanuel y Adam lo que había ocurrido con su mascota, principalmente le preocupaba Emmanuel, sabía que su mejor amigo iba a ser destrozado por la noticia. Miles de ideas cruzaban su cabeza y no encontraba ninguna buena. El día llegó y Daniel llegó al pequeño riachuelo y se dio cuenta que estaba por llegar a la cabaña y seguía sin tener las palabras indicadas.

No había comido, no había dormido ni bebido agua, el cansancio comenzaba a invadirlo pero no se detuvo ni un instante, siguió caminando esquivando las trampas de sonido que había en la zona. Llegó finalmente al porche de la cabaña de madera, aquella cabaña que tenía cuatro ventanas, todas cubiertas por madera y láminas, dos ventanas en la parte frontal del piso de abajo y dos en el piso de arriba. Subió las cinco escaleras que conducían a la puerta, toco siete veces la puerta, tal como habían acordado, y con las llaves que traía consigo abrió las cuatro cerraduras que había.

Entró al lugar, tiró a lado de la puerta su mochila y jaló consigo el perro aún envuelto en la manta. Estaba por subir las escaleras pero escuchó el sonido de unas cucharas en la cercanía. Entonces en vez de subir las escaleras continuó por el pasillo hasta que llegó a la primera habitación sin puerta donde se encontraba Adam, un hombre de tez morena y pelo muy corto, que tenía casi el doble edad que Evan cuando murió y a Emmanuel, un joven de la misma edad de Daniel, de piel morena clara y pelo oscuro. Ambos estaban sentados en sillas alrededor de una pequeña mesa circular, la mesa en la que solían comer todos, dejaron sus cucharas sobre la mesa, Adam lo volteo a ver, Emmanuel tenía su mirada fija en la pared, no quería verlo, pero finalmente dirigió la mirada a Daniel. Pronto Dan vio directamente a los ojos de su amigo, vio su expresión, no tenía que decirlo, lo sabían, un silencio incómodo invadió el lugar mientras Dan intentaba decir algo pero solo le salían lágrimas.

—Dan... —estaba por hablar Adam, pero Daniel lo detuvo.

—Yo... yo lo siento —fue lo único que logró decir entre lágrimas y con un nudo en la garganta, no soportaba la mirada de sus amigos y soltó el cuerpo del animal, después corrió y subió las escaleras, dejando el lugar en silencio.

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¡Hola a todos! Espero que estén muy bien y que les haya gustado el capítulo, se que fue un poco mas tranquilo pero pronto la verdadera trama se desatará cuando conozcamos bien a los personajes y también muy pronto sabrán que ocurrió con el resto de los personajes y con Kyle. Voten por el capítulo, dejen sus comentarios e ideas y compartan la historia para ayudarla a crecer, hagan que esta última historia llegue mas lejos que las anteriores. 

Gracias por todo

La última esperanza Parte 3: Confrontación (The Last Hope #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora