Con respiraciones agitadas y confusión en su mente, Leah y Aarón avanzaban entre los pasillos de aquel pequeño hospital, donde a cada uno de sus costados no había mas que habitaciones vacías, gritaban pidiendo ayuda, pero no había nadie que les contestará, estaban por su cuenta. Llegaron a la puerta principal de aquel pequeño hospital entre los temblores que las explosiones cercanas provocaban, luchando por mantenerse de pie, mientras temían que el techo de hormigón y piedra sobre ellos cayera. Intentaron abrir la puerta, pero no lo lograron, continuaron forcejeando sin éxito alguno, hasta que el rugido cercano de la parca los alertó.
—Estamos en cuarentena —dijo Leah apenas con aliento suficiente.
—¡Maldita sea! —exclamó Aarón dando golpes a la puerta sin éxito, al igual que la de la habitación, parecía estar hecha de cristal blindado.
El arrastrar de los pies pesados de la parca se hacía cada vez más evidente, no tenían tiempo ni muchas opciones para combatir, si querían sobrevivir, tenían que ingeniárselas ya que estaban por su cuenta. Un temblor más provocado por una explosione hizo que el lugar completo se agitará haciendo caer pedazos enormes de roca sobre los pasillos y dejando todo el lugar en oscuridad y únicamente iluminados por luces rojas parpadeantes de alerta.
—Escondámonos —dijo Leah, mientras veía como la silueta de la parca se acercaba cada vez más.
Dieron la vuelta en un pasillo y entraron a una habitación que parecía más un almacén. Se agacharon y ocultaron detrás de un estante, mientras escuchaban los rugidos cada vez más cercanos de la parca y las explosiones se sentían en cada ocasión, más potentes.
—Aguarda... —susurró Aarón mientras se levantó y atravesó velozmente la habitación, corriendo el riesgo de ser visto. Llegó al otro lado de la habitación y tomó una pequeña maleta con una leyenda grabada, pero que Leah no lograba leer. Aarón la abrió y comenzó a buscar en su interior y se encontró con una pequeña navaja, un par de vendas, bengalas y unos fósforos, entre otras cosas. Era uno de los paquetes de supervivencia que estaban distribuidos por el Arca en caso de emergencia. Tomó la navaja mientras observaba detenidamente la bengala y los fósforos, levantó la mirada y comenzó a buscar por la habitación hasta que observó un par de tanques de oxigeno en el lugar, de los varios que había por el hospital y en cada habitación de este. Leah siguió la mirada de Aarón y entendió lo que pasaba por su mente.
—Es una locura... —dijo en voz baja.
—Podemos hacer volar la puerta tal vez —dijo Aarón levantándose lentamente.
—Y todo este lugar también —contestó Leah molesta.
Antes de que cualquiera de los dos hiciera algo más, la parca apareció, quedándose de pie frente a la puerta y viendo a Aarón. Entró de golpe, soltando un gran gruñido y avanzando velozmente hacia él, pero Leah reaccionó rápido y empujó el estante donde se ocultaba, haciéndolo caer sobre la parca.
—¡Corre! —exclamó Leah pasando por sobre el estante y saliendo de la habitación.
—Te sigo— dijo Aarón, mientras guardaba los fósforos y una bengala en su bolso y sostenía con su mano la navaja.
Se acercó a la salida, pero la parca sacó en un movimiento rápido una de sus extremidades largas de la espalda y lanzó a Aaron del otro lado de la habitación, haciéndolo golpear contra un estante con los tanques de oxigeno y otras provisiones médicas.
Leah volvió a correr a la salida, donde esta vez, del otro lado de la puerta veía a Shawn frente a un monitor, con cara de frustración, intentando liberarlos, pero sin encontrar muy bien cómo.
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La última esperanza Parte 3: Confrontación (The Last Hope #3)
Sci-fiCuando la esperanza se acaba, los sueños se destruyen y lo que más amas se te arrebata, ¿qué es lo que resta para luchar? Han pasado veinte años desde que las sombras invadieron la tierra. Han pasado cinco años desde que Dan abandonó a su grupo. La...