II. El niño que se convirtió en asesino

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Capítulo 4

El combustible se había agotado, dejándolos varados a la mitad de un camino que ellos desconocían, apenas habían logrado avanzar unos metros, apenas habían logrado meter a Daniel de nuevo al auto, cuando el auto se detuvo unos metros adelante.

El silencio incómodo invadía el lugar, nadie decía nada, nadie quería decir nada y lo único que sonaba de manera constante era el sollozo triste de Daniel. Leah intentó acercarse a él, sentándose a su lado, pero ninguna palabra salía de ella. No era buena para esto, para consolar a las personas, para hacerlas sentir bien, ¿cómo seria buena si siempre vivió entre tristezas y desgracias? Sin embargo, ella sabía lo que se sentía, lo que se siente perder a la persona que más te importa, era por eso que por dentro estaba desesperada por decir o hacer algo, lo único que se le ocurrió hacer fue tomar su mano, y acariciarla levemente con el pulgar, Dan no se movió, no se resistió, seguía con su cabeza recargada contra el cristal, con lagrimas saliendo de vez en cuando de sus ojos.

—No... No podemos quedarnos aquí —señalo Eddy con miedo, miedo a sonar muy desconsiderado—. Las sombras están cerca, puede ser peligroso.

Nadie dijo nada, no hubo respuesta, hasta que finalmente Eddy tomó la iniciativa, abrió la puerta del automóvil y bajó, el resto vio como comenzaba a alejarse camino hacia el bosque, dudaron por varios segundos y finalmente lo siguieron, todos, excepto Daniel.

Leah volteó a ver a Dan una última vez, se acerco a él y le susurró en el oído.

—No me dejes —Dijo suplicante—. Te necesito.

Finalmente se bajó del carro y siguió a sus compañeros. Ellos sabían que Dan necesitaba tiempo, y que no iban a lograr convencerlo de hacer algo que ellos quisieran, no en estos momentos. Dan se quedó en su posición por varios segundos, considerando todo, Evan una vez le dijo que este día llegaría, Evan le dijo que no iba a ser su culpa y que debía seguir adelante. Pero esas palabras se sentían tan vacías y sin sentido ahora.

Y como si Leah siguiera aún con él, le contestó.

—Y yo te necesito a ti.

Bajó del automóvil, y siguió el camino que su grupo había tomado hace unos minutos. Caminó entre el camino de lodo, tierra, de árboles altos y delgados. Su mente estaba vacía, no pensaba realmente nada, luchaba por mantenerse así, porque sabía que si una idea atravesaba su mente solo se iba a llenar de furia y de deseo de volver.

Finalmente los encontró, ellos estaban comenzando a buscar pedazos de madera para hacer una fogata y haciendo un espacio para tener donde descansar.

—Nos quedaremos aquí esta noche —dijo Ethan con miedo de hablar, todos tenían miedo de decir las palabras equivocadas, de despertar sentimientos de furia o rencor.

Daniel simplemente se sentó, recargado contra un árbol, viendo a sus compañeros trabajar. La noche llegó finalmente y a la luz de la fogata nadie se atrevía a decir o hacer algo. Alguien sacó de su mochila unas botellas de agua y dos latas de comida enlatada y las fueron pasando para que cada uno tuviera algo que comer.

—Lo siento —Habló Eddy sorprendiendo a todos—. Yo... yo lo siento —dice rompiéndose en lágrimas, cubriéndose el rostro—. Yo... yo debía protegerlo, yo debía quedarme a su lado, no tenía que bajar, no tenía que alejarme de él. Él murió por mi culpa y yo... yo no pude salvarlo —El llanto descontrolado de Eddy llamó fuertemente su atención. Dan recordaba las palabras de Evan lo que solía decir.

«El día que yo muera no será tu culpa ni la de nadie».

Pero Daniel sabia que se equivocaba, si había un culpable. No era Eddy, no era él, era Kyle.

—Daniel... —dijo Eddy alzando la vista—. Yo lamento no haberlo salvado.

—Lo lamentas tanto como yo— contestó Daniel mientras se recostaba en la tierra—. Pero tú no eres el culpable.

Se quedó en su posición, sabía que no era culpa de Eddy pero no conseguía verlo, cierto rencor lo invadía, rencor que comenzó a crear un profundo odio por Eddy. Por eso no quería verlo ni escucharlo. Se quedó en su posición hasta que se durmió. Pronto todos se quedaron dormidos, uno por uno, sin que nadie digiera nada más. Era Caleb el cual abrazaba a Eddy, su mejor amigo, para intentar consolarlo, hasta que todos se quedaron dormidos.

Finalmente, la luz del día llego, habían logrado sobrevivir la noche entera. Se fueron despertando poco a poco hasta que notaron algo inquietante. Daniel se había ido.

—¡Mierda! —exclamó Eddy mientras recogió su mochila y salió corriendo hacia la carretera de donde venían, sin esperar a nadie, los demás se apresuraron para seguirlo.

Daniel se detuvo repentinamente, dejo de contar la historia, observaba al piso, sentado en su cama, como si estuviera aterrado de lo que seguía.

—Y Dan... ¿Qué ocurrió luego? ¿Qué paso de verdad? —preguntó Emmanuel desde su cama, aún recostado, observando a su amigo relatar aquella historia, historia que se sabía de pies a cabeza.

—Yo... yo maté a Kyle.

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¡Hola a todos! Espero que estén muy bien. Sé que el capítulo es un poco corto pero los quiero dejar con la intriga y emoción y se compensara con los capítulos siguientes. 

Espero que les haya gustado este capítulo, si fue así no se olviden de votar y comentar, dejando sus opiniones o ideas, también compartan para que más gente conozca la historia. 

Gracias por su comprensión. 

La última esperanza Parte 3: Confrontación (The Last Hope #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora