VI. Ninja

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Capítulo 22

Daniel despertó con un tremendo dolor en su cabeza y con una vista nublada, por un momento no era más que oscuridad hasta que logró visualizar frente a él un pequeño resplandor que, conforme iba mejorando su vista, la luz de este objeto se volvía más intensa, hasta que finalmente logró distinguir que frente a él se encontraba una fogata. Un tanto exaltado, giró la vista en varias direcciones y vio que a su lado se encontraba Emmanuel, ya despierto y con una expresión de tranquilidad y al mismo tiempo de furia, frente a ellos pasaron un par de personas que ninguno de los dos conocía y que ignoraron y pronto se quedaron solos.

—Tenemos que salir —susurró Daniel a su amigo quien no despegaba la mirada de un lugar, Daniel intentó descubrir que es lo que el chico veía y se encontró con una mochila a unos pocos centímetros de sus piernas, en su interior, un par de esferas metálicas pequeñas, granadas de las sombras.

Pronto Daniel intentó alcanzarlas, pero sus manos estaban atadas por detrás de su espalda y sus piernas también estaban atadas, sin embargo, comenzó a forcejear, de las pocas cosas buenas que había aprendido de Javi, estar preparado para estas situaciones era una de ellas.

Comenzó con leves movimientos, intentando saber que tan floja estaba la cuerda con la que sus manos estaban atadas, por supuesto que estaba muy justa, después comenzó a mover sus manos en diferentes direcciones intentando hacer la elongación mayor mientras que al mismo tiempo, rascaba la cuerda contra la superficie del árbol en el que estaba recargado. No le había prestado mucha atención, pero seguramente estaban en el parque del que habían visto a Gabriel salir hace unas horas, sin embargo, ya era de noche y no tenía la menor idea de cuánto tiempo había pasado, aún tenía el reloj de Evan en su muñeca, pero no lo podía ver y aunque pudiera, el reloj ya no funcionaba desde hace tiempo.

—¿Qué haces? —preguntó Emmanuel imitando sus movimientos de manera sutil.

—Inténtalo, tenemos que salir de aquí —susurró Daniel, sintiendo cada vez más la cuerda más floja.

Siguieron con los movimientos, hasta que el ruido de unos pasos cercanos los alertó y se detuvieron.

—Despertaron, finalmente —dijo Gabriel, saliendo de la oscuridad profunda del bosque y acercándose a la fogata que estaba frente a Daniel y Emmanuel.

—Maldito infeliz —dijo Emmanuel con furia en sus palabras.

Gabriel dio la vuelta a la fogata hasta que quedo frente a ambos chicos, vio a Emmanuel con un poco de curiosidad y un gesto de burla.

—¿Te conozco? —preguntó con ironía y continúo caminando un poco más hasta quedar frente a Dan—. ¿Qué se siente Daniel? Tanto tiempo huyendo para que terminaras aquí, sin escape, con el destino escrito —Daniel no dijo nada, solo lo miraba con furia mientras en su espalda continuaba haciendo de manera imperceptible el movimiento para liberarse.

Sí quieres ser un ninja —escuchó la voz de Javi susurrar a su lado, giró la vista y se encontró con su hermano, sentado a su lado y con la mirada fija en Gabriel, la imagen comenzó a alterarlo poco a poco hasta que su hermano giró la vista para verlo, le lanzó una sonrisa segura y continúo hablando—, tienes que ser mejor que cualquiera, mejor que las sombras.

—Tengo que decir que, sin tus amigos, no te hubiera encontrado —el comentario de Gabriel retomó la atención de Daniel hacia él—. Agradéceles, que por ellos te encuentras en este embrollo, que por ellos logré encontrarte.

—¿De qué hablas? —preguntó Daniel con curiosidad.

—Resulta que ellos vieron todo el incidente de la autopista, la muerte de tu animal, la muerte de los cazadores. Ellos observaron desde la distancia todo y no hicieron nada para ayudarte, prefirieron seguirte para poder llegar a tu paradero, pretender que no habían visto nada para no lidiar con la culpa de que pudieron hacer algo más aquel día para ayudarte. Ese fue su error.

La última esperanza Parte 3: Confrontación (The Last Hope #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora