Cuidados

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La veo bajar del taxi mientras pago la tarifa, viendo que entra con rapidez a la casa. Si no hubiese llegado a tiempo, el imbécil ese habría abusado de ella. Doy las gracias y bajo del taxi, siguiendo sus pasos.

Al entrar a la casa, no logro hallarla por ningún lado, así que asumo que está en su habitación, probablemente tomando un baño. Suspiro levemente y me dirijo a la sala, quitándome el saco, ubicándome en uno de los sillones que hay.

Espero por unos, quizás, veinte minutos, hasta que escucho que bajan las escaleras y miro a la entrada de la sala. Me levanto con rapidez de aquel sillón, acercándome a ella.

- ¿Cómo te encuentras? - Ella medio sonríe y asiente levemente.

- Bien. Yo... - Levanta su mirada a la mía, dejándome ver sus ojos rojos de tanto llorar. - Gracias por llegar a tiempo.

- Tranquila. Es mi trabajo. - Ella forma una línea con sus labios, y asiente con lágrimas en sus ojos.

- Me iré a dormir. Gracias de nuevo. - Veo que me da la espalda, pero la detengo con rapidez.

- ¿Quieres algo para ayudarte a relajar? - Ella niega y sonríe levemente, soltándose de mi agarre.

- Sólo quiero dormir. - Asiento, dejando que se marche.

Suspiro sin saber qué hacer. Quizás aquello sea algo que uno quiere olvidar; no debería irme y dejarla sola.

Me dirijo a la cocina, preparando un té de manzanilla. Al tenerlo listo, subo con una bandeja, buscando su habitación; al estar frente a ella, doy dos toques a la puerta y escucho un leve "adelante", bastante quebrado. Entro, sintiendo algo de dolor, y compasión, al verla.

- No quería irme sin que tomaras algo. Esto te hará sentir mejor. - Me acerco a ella, entregándole el té; lo recibe con una medio sonrisa.

- Gracias. - Asiento y la observo secar sus lágrimas, sentándose de una manera más cómoda.

- ¿Estás bien? - Ella asiente, tomando el té en silencio. - ¿Necesitas algo más? - Niega de la misma manera. - De acuerdo, entonces me iré.

Se estremece levemente, pero no dice nada. Le doy la espalda, dirigiéndome a la puerta, cuando su voz me detiene; la miro en silencio, esperando por lo que dirá.

- ¿Podrías quedarte conmigo? Yo... No... - Hace silencio y me acerco a ella, intentando darle apoyo.

- Aquí me quedaré hasta que te duermas. - Ella me mira y sonríe levemente, con algo de pena.

- ¿Podría ser hasta que amanezca? ¿Por favor? - La miro con algo de duda. No creo que eso sea correcto. - Por favor.

Su voz quebrada, y algo angustiada, me hace asentir, recibiendo la taza de té que ya terminó, viéndola acostarse en su cama. Coloco la taza a un lado y espero hasta que ella se acomode; me ubico del otro lado, manteniendo mi distancia.

- Gracias, Jonathan.

La observo en silencio con una medio sonrisa, mientras veo que sus ojos se cierran conforme pasan los segundos.

Veo cómo cae rendida ante el cansancio, y suspiro en silencio, hablando entre susurros.

- Te cuidaré. Lo prometo. - Se acomoda a mi lado, haciéndome sonreír un poco.

Una hora ha pasado, cuando escucho que abren la puerta de la habitación; veo al general entrar con cuidado, haciendo que me levante de la cama con lentitud, acercándome a él. Al estar frente a él, salimos de la habitación para hablar.

- ¿Cómo está? - Suspiro y asiento un poco.

- Estuvo llorando un buen rato. Le di un té de manzanilla para calmar sus nervios y cayó rendida en menos de nada. - Me detuve un momento. - Me pidió que me quedara con ella hasta que amaneciera. - El general sonrió, asintiendo levemente.

Cercanías Peligrosas (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora