Recuperación y Cuidados

154 22 30
                                    

Estamos en la camioneta, en dirección a su casa, después de tres horas de espera para que le dieran salida. El general va con nosotros esta vez, sentado en la parte trasera con su hija. Sonrío un poco al ver la escena e intentar imaginar si mi vida sería así si ellos todavía vivieran.

Detengo la camioneta en la entrada mientras nos abren las rejas, y la llevo hasta el garaje. Al estacionar, el general baja de la camioneta, tomando todas las pertenencias de Rebecca, dejándomela a mí.

Bajo de la camioneta y la observo con una sonrisa; ella está algo frustrada y enojada, ya que las recomendaciones fueron que, por ahora, no podía volver a su trabajo ni hacer esfuerzo alguno. Abro su puerta, extendiéndole mis manos para que se apoye; las mira en silencio, suspira y asiente.

Toma mis manos y, con mucho cuidado, hago que coloque sus manos en mis hombros mientras las mías van a su cintura, ayudándola a bajar, soportando su peso. Arruga su entrecejo y la miro intrigado.

- ¿Te duele algo? - Ella niega en silencio. - ¿Qué sucede? - Suspira con cuidado.

- Debería poder hacerlo por mí misma, no depender de nadie pero... - pausa un leve momento, mirándose - mírame. Estoy estancada.

- Hey... - Tomo su mentón con una de mis manos, haciendo que me mire. - No digas eso, Rebecca. Eres fuerte y valiente. Sobreviviste al disparo y la operación. - Ella sonríe un poco y asiente.

- Gracias. - Niego en silencio, haciendo que avance con cuidado.

No es que no pueda caminar por sí sola, pero la costura que le hicieron para cerrar la herida causa dolor al estirar su piel y hace que uno no quiera caminar en lo absoluto. Paso uno de mis brazos por detrás de su espalda baja, y tomo su mano izquierda con la mía, haciendo que se sujete a mi mano derecha con su mano y mucha precaución.

Caminamos con lentitud hasta su habitación; podía escucharla bufar por lo bajo, o sentirse frustrada pero eso sólo provocaba que riera en silencio, negando.

Al llegar a su habitación, después de haber pasado la travesía con las escaleras, la acomodo en su cama y ella me mira con agradecimiento.

- Descansa. Iré por tus medicinas y algo para que comas. - Asiente y yo salgo de la habitación, estrellándome con el general. - Lo siento, general Porter. No lo vi. - Él sonríe, negando en silencio.

- Tranquilo, Jonathan. Traje las pastillas de Rebecca. - Asiento.

- Iré por algo de comer para ella. Si quiere, puede dárselas, general. - Él asiente y entra a la habitación mientras, yo, bajo a la cocina.

Preparo algo rápido para ella, demorándome sólo diez minutos; una manzana en trozos, algo de leche y un emparedado. Tomo una bandeja y coloco lo que preparé, llevándolo a su habitación. Al estar frente a ella, doy dos toques a la puerta, esperando que me hagan pasar, cuando escucho al general.

- Traje algo sencillo, pero te alimentará. - Me acerco a la cama mientras ambos me miran con una sonrisa, dejando la bandeja en sus piernas; el general me mira con una medio sonrisa.

- Gracias, Jonathan, pero debo irme. Tengo trabajo qué hacer y creo que, quizás, ni venga esta noche. - Mira a Rebecca, dejando un beso en su frente. - Te estaré llamando, hija. Quedas en buenas manos.

Se levanta de su lado y me extiende su mano; la tomo con rapidez, despidiéndonos. Observo que Rebecca analiza lo que le traje y sonrío.

- Fue lo más sencillo que pude hacer. No quería demorarme. - Ella asiente y empieza a comer en silencio. - ¿Te tomaste las medicinas? - Asiente, señalando su mesita de noche.

Cercanías Peligrosas (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora