Sobreviviendo

93 11 2
                                    

Siento aquella onda explosiva, expandirse con fuerza hacia nosotros, lanzándonos al suelo con fuerza.

Cubro mi cabeza con mis brazos, evitando pequeños misiles asesinos debido a la bomba y la basura; mis oídos pitan con fuerza, haciéndome cerrar y abrir mis ojos con rapidez.

Paso mis manos por mis oídos, dándome cuenta que sangre sale de ellos; sacudo suavemente mi cabeza, mirando a mi alrededor. El agente que estaba conmigo está bien, aunque igual que yo: sangre sale de sus oídos.

Me levanto del suelo con lentitud, controlando el dolor y el pitido en mis oídos.

- ¿¡Están bien!? - Miro alrededor, viendo a algunos agentes acercarse a nosotros.

Veo que mueven sus bocas, pero los sonidos que salen de ellas no me llega. Levanto una de mis manos, haciéndoles entender que no los escucho; me hacen sentar en la acera, revisando el área, viendo si hay más heridos, ayudando al otro agente.

Dejo caer mi cabeza, negando en silencio, pensando en cómo carajos hicieron para activarla tan pronto. Aunque, nosotros, no es que hayamos llegado en segundos.

Me levanto del suelo, buscando a los demás agentes, viendo a algunas personas heridas, sentadas en el suelo. Me acerco a varias de ellas, preguntando si están bien, qué tienen, dónde les duele y demás, recibiendo respuestas positivas de sus labios.

Veo que ambulancias y paramédicos llegan al lugar, acercándose a los heridos; los dejo trabajar. Siento que me toman del brazo con fuerza y, al mirar, Nathan me está acercando a una de las ambulancias.

- ¡¡No sabes el susto que me diste!! - Aunque su voz se escucha lejana, sé que gritó para que pudiera escucharlo.

- ¡¡Llegamos demasiado tarde!! ¿¡¡Por qué!!? - Nathan niega, entregándome en manos de un paramédico, quien empieza la revisión.

Al cabo de unos minutos, después de haber sanado unas cuantas heridas en mi rostro, limpiado mis oídos y demás, el paramédico termina, entregándome en manos de Nathan, quien me lleva hasta la camioneta. El pitido en mis oídos ha ido menguando conforme pasan los segundos, haciéndome sentir mejor.

Miro a Nathan, cruzado de brazos, esperando información o algo; él niega, haciéndome subir a la camioneta, subiéndose de piloto él. Me doy cuenta que, esta, no es mi camioneta.

- ¿Dónde está mi camioneta? - Hablo a un tono normal aunque ni yo me escucho. Nathan señala un punto en específico, mostrándome la camioneta estacionada, con todos sus vidrios rotos.

Suspiro en silencio, siendo llevado a las oficinas del FBI. Unos quince minutos pasan, cuando llegamos y Nathan estaciona la camioneta, dirigiéndonos al ascensor. Al estar en él, marca el número de nuestro piso y subimos en silencio.

Unos minutos más pasan, cuando hemos llegado, viendo la revolución que se mueve en el lugar.

Veo a Nathan detener a uno de los agentes, pidiéndole explicaciones y, es aquí, dónde pongo a funcionar mi lector de labios. Me fijo en el movimiento que hacen sus labios, dándome cuenta que todavía existen amenazas de bombas, pero no queda ahí.

- ¿Qué sucede? - Logro escuchar de a poco los sonidos a mi alrededor, acercándome a ellos.

- Amenaza de bomba en un centro comercial. - Asiento y me separo de ellos, dirigiéndome a la pantalla de la sala central.

Veo a Zach trabajando en medio de todo y niego con remordimiento, sabiendo que me sobrepasé con él. Me acerco a ellos, haciendo que se detengan; Zach se gira con su ceño fruncido, sonriendo al verme.

Cercanías Peligrosas (COMPLETA Y CORREGIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora