Estoy en la cocina, vigilando a Rebecca mientras habla por celular con su padre. Las órdenes de Nathan fueron específicas: menos de cinco minutos.
Miro mi reloj, haciendo que me mire, señalándole el tiempo; ella asiente y se despide de su padre, diciéndole que espera verlo pronto y que se cuide. Corta la llamada y me entrega el celular, suspirando levemente.
- ¿Estás bien? - Asiente e intenta sonreír.
- Sólo estoy preocupada por todo esto que está sucediendo. - Me acerco a ella, tomando su mentón entre mi mano.
- ¿Qué te preocupa? - Suspira y clava sus ojos cafés en los míos.
- ¿Y si logran hacer tanto daño que, de verdad, logren separarnos? O incluso peor, matarnos. - La tomo entre mis brazos, negando en silencio.
- No dejaré que les suceda eso, Becca. Tú eres mi mundo y haré hasta lo imposible por mantenerte a salvo a ti y a tu padre. - Me separo de ella, viendo asentir.
- Sólo hay algo más que me preocupa. - Espero por lo que dirá. - Tampoco quiero perderte, Jon. Tú eres mi mundo ahora. - Sonrío levemente.
- Sé defenderme. No te preocupes. - Le guiño un ojo y ella ríe, golpeando mi brazo. - Estaré bien, Becca. Creéme.
Asiente, algo insegura, con un intento de sonrisa y nos disponemos a comer lo que preparé.
El resto de tarde, salimos a caminar cerca del lago, tomados de la mano, disfrutando de aquel atardecer y aquel bello paisaje que nos rodeaba. Se podía respirar la paz en el ambiente. No había nadie con nosotros, excepto...
Nosotros.
Al caer la noche, Rebecca fue a cambiarse mientras yo hacía chequeo habitual. Revisaba los alrededores, el interior de la cabaña, cada espacio escondido, no queriendo que nos descubrieran demasiado pronto. Debía estar atento ante cualquier movimiento o sonido extraño.
Ambos nos fuimos a dormir a la misma hora, abrazados, evitando estar lejos el uno del otro.
Bueno, yo evitaba estar lejos de ella por si algo sucedía, aunque, aquí, ¿qué podría suceder?
******************
Los días han comenzado a avanzar con demasiada rapidez, dejándome algo sorprendido y amargado también. Nathan me llamó, diciendo que podíamos volver en cualquier momento pero que debía ser precavido; tal parece que nos han estado investigando.
Estoy sentado en la sala de la cabaña, mirando hacia afuera; las luces apagadas del lugar dejan que la luz natural de luna entre sin problema. Hace unas dos horas estoy aquí, sentado; Rebecca está en la habitación, descansando un poco; no se ha sentido bien y no la culpo.
Me fijo en la carretera lejana a nosotros, frunciendo mi ceño al ver unos leves destellos a la distancia, acercándose cada vez más a este lugar. Abro mis ojos con sorpresa al entender la situación, levantándome del sofá con rapidez, corriendo a la habitación.
Al entrar, agradezco que las luces están apagadas y me fijo en el cuerpo de Rebecca que está mirando a mi lado de la cama, durmiendo con tranquilidad. Me acerco a ella con rapidez, moviéndola con ansiedad.
- Vamos, Rebecca. Despierta. - Ella se remueve un poco y me observa con su ceño fruncido. - Hay que movernos. Nos encontraron.
Abre sus ojos con sorpresa, dejando a un suave jadeo escapar, levantándose de la cama con rapidez, estrellándose conmigo. La detengo entre mis brazos, mirándola con advertencia.
- Necesito que te metas al baño y te quedes ahí. No salgas hasta que yo venga por ti, ¿entendido?
Ella asiente y la dirijo al baño, besando sus labios, acariciando su cabello, dejando un beso en su frente, saliendo de él, cerrando la puerta.
ESTÁS LEYENDO
Cercanías Peligrosas (COMPLETA Y CORREGIDA)
Ficção AdolescenteSecretos que saldrán a luz. ¿Podrás resistirlos o abrirán caminos peligrosos? ¿Estás dispuesto a luchar o te dejarás vencer por la adversidad? ¿Crees tener el control? Nadie está seguro del futuro, ni siquiera del pasado, que ya es pasado. Las co...