365 días.

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El timbre de fin de clases sonó. Todos gritaban felices de poder ser libres al fin de los tediosos exámenes.

Pero yo no, no podía estarlo cuando al terminar el día, la persona más amada se iría de mi lado. Con pesar more a mi alrededor.

Salí del salón de clases para dirigirme hacia la salida, Akashi seguro me estaría esperando. Hoy no había venido, tenía varias cosas por hacer. Una de ellas era preparar su maleta, un nudo en el estómago se me formó de sólo pensar en eso.

-Hola- saludé sin ganas al llegar donde él estaba.

-Hola, ¿Cómo te fue? - me regalo una pequeña sonrisa.

-Bien, supongo- me encogi de hombros.

Guardo silencio pero me ayudó a cargar mi bolso, el auto ya nos esperaba para ir rumbo a casa de nuevo.

-Hoy sólo tengo ganas de estar contigo, por la noche... - dejó la palabra inconclusa.

Si, en la noche tenía que dirigirse al aeropuerto donde abordaria el avión. Suspire, mire hacia el frío asfalto.

Me ayudó a subir al auto, el cual arrancó conduciendo hasta la gran casa de Akashi.

Hoy era el día.

La noche la sentía algo fría y muy triste, no tenía muchas ganas de nada. Pero aquí estábamos, en el aeropuerto, donde él, la persona que yo más amaba, estaba listo para abordar ese avión que lo llevaría lejos de mi.

-Te llamaré todos los dias- con su dedo levantó mi mentón.

Lo mire a los ojos, tenía una sonrisa triste, sus ojos me reflejaban devolviendole pura tristeza.

-Son diferentes horarios, cuando aquí sea de noche ahí será de día, es imposible- mi negatividad en ese momento estaba a mil.

-Aunque tenga que desvelarme y sólo dormir un par de horas, no me importará, yo hablaré contigo, lo prometo- le ofrecí una sonrisa, la cual pareció más una mueca.

-Yo estaré esperando tu llamada, y también me quedaré despierta si es necesario-

Sonrió, con su mano derecho sostenía mi mentón mientras que con la otra me sujetó de la cintura. Me besó, tan tierna y anhelantemente posible.

Era nuestro último beso, el último de este año. Aún no sabía como le haría para poder seguir sin que me afecte tanto su partida.

-Es hora de irme- asenti.

Ambos, sin querer separarnos nos miramos a los ojos, ninguno e los dos quería despedirse ni alejarse. Yo no lo quería dejar ir pero... tenía que ser fuerte por él.

-Nos veremos en un año, veras que se nos pasará volando ese tiempo- esa mentira traté de creerla yo misma.

-Supongo, ya hablamos sobre tu estadía en mi casa, mi padre no puso ningún pero así que, sientete como en tu propia casa, volveré pronto - me soltó, pero no son antes depositar un último beso en mis labios y después al anillo que brillaba en mi dedo anular.

Vi como se perdía entre la multitud, quienes con prisa, corrían para abordar.

Agite mi mano cuando lo vi observarme desde el gran ventanal. Le di una sonrisa mientras el abordaba para que se fuera más tranquilo, dejé de agitar mi mano y esta cayó desplomada a mi costado.

La sonrisa, la cual sentía vacía se desvaneció y unas pequeñas lágrimas salieron. Esa oprecion en el pecho regresó regresó mi después de mucho tiempo, unos pequeños sollozos salían de mi boca.

Mi emperador. (Akashi Seijuro ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora