Mamá

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Capítulo 2 - Mamá.

Entró algo pensativo a su casa por las palabras de el rubio. No dejaba de parecerle muy raro su comportamiento y además de aquella sensación que ambos percibían.
"Nunca lo he visto pero me es familiar" pensó el bajito mientras tiraba las llaves de su casa sobre la mesa y se quitaba la mochila que traía.


- A dónde fuiste? - dijo una mujer que apareció de repente en un rincón del living, asustando a nuestro pelinegro.

- Mamá pero... ¿qué haces aquí? - pregunto asombrado su hijo mientras la abrazaba- Pensé que llegabas el lunes a la madrugada.

- Buenos si es solo que mi vuelo se canceló así que no voy a poder viajar.

- Que le pasó a tú vuelo?

- El clima está muy feo en Buenos Aires - dijo la mujer que era muy bella, de piel blanquecina como sus hijos, de cabello corto como si fuera un hombre y de color negro. Sus ojos eran de color almendra y su rostro comprensivo y joven para una señora de 40 años como lo era Susana López.

- Oh... Bueno yo me voy, mañana comienzan las clases y la verdad es que no me gustaría dormirme y llegar tarde el primer día de clases - dijo el joven intentando dejar a su madre.

- ¡Nicolás! - le llamó.

Nico maldijo en su interior y se volteó para mirar a su madre.

- ¿En dónde está tú hermana?

- Ella está con Camila - respondió algo nervioso.

Susana era muy protectora con su hija y siempre le recordaba a Nico que debía protegerla y sí salían juntos debían volver juntos. El pelinegro tragó saliva.

- Llamé a casa de Camila y me dijeron que fueron al lago a nadar los tres juntos - dijo la mujer frunciendo el ceño - No mientas hijo y dime ¿por qué no volviste con ella?

- Bien - soltó - Fuimos al lago a nadar como hacíamos en verano cuando solíamos venir a ver a la abuela, nos encontramos con unos chicos y....- dijo haciendo una pausa para ver la cara de su madre.

La mujer permanecía serena sin expresión alguna en su rostro. Susana era así cuando estaba molesta. Nico recordó una vez cuando era pequeño y tomó el mantel de la mesa y lo tiró junto con toda la cena sobre este. Su padre quedó boquiabierto contemplando como su platillo estaba en el piso y miró enojado a, en ese entonces, el pequeño Nico y segundos después le lanzó una mirada a su esposa. Nico miró asustado a su madre y ella tenía la misma cara que ahora.

- ¿La dejaste sola?

- Está con Camila mamá no te preocupes - dijo tratando de quitarle importancia.

- Dejaste a tú hermana con unos extraños.

- Ma yo...- trató de decir, pero fue interrumpido.

- ¡Te pedí que hicieras una cosa Nicolás! - dijo evidentemente enojada Susana, pero no elevó su tono de voz mucho.

El joven agachó la cabeza. Sabía que iba a pasar esto sí su madre se enteraba. Pero él no podía hacer nada su hermana era grande, como él, y no podía obligarla a permanecer todo el tiempo con él por más que quisiera.

- Perdón mamá, pero ella quiso que la dejara ... No podía obligarla a que viniera conmigo.

- Tú padre estaría como loco en esta situación - dijo algo más calmada mientras apartaba la vista de su hijo.

Los padres de Nico se habían separado luego de 15 años de matrimonio. Susana era de la ciudad y había conocido a David, padre de los mellizos, mientras ella estudiaba su carrera universitaria en la ciudad de Córdoba. Había sido algo difícil al principio, pero con el tiempo ella descubrió que David era el hombre con el que quería compartir el resto de su vida. No pasaron muchos años de noviazgos cuando llegaron sus primeros hijos Nicolás y Nicole, el hecho de haber quedado embarazada había significado mucho para ella y su novio, pero cuando supieron que serían dos bebés fue como si explotara de alegría, supo que sería difícil, pero mellizos no era algo regular, se trataba de una bendición. Pasaron un par de años y ellos se casaron, de la luna de miel vino al mundo su tercer hijo. Mía era una hermosa joven de unos 15 años, la relación con su madre no era la mejor de todas así que ella quiso quedarse con su padre en Córdoba y Susana tuvo que aceptar eso, no es lo que ella quería, pero debía respetar la decisión de su hija. Su relación fue bien pero no mejoró. Con el tiempo la rutina fue desgastando el amor que sentía hacia su esposo, pensó que a lo mejor sí quedaba embarazada otra vez su amor florecería de nuevo, pero no fue tan así. Dani era un niño bueno y cariñoso no se parecía en nada a su esposo quien era un hombre de cabello castaño alto y esbelto, apuesto sin duda, pero muy poco simpático o cariñoso. Lo había sido en un principio, pero por muy poco. En lo único en que Dani y David se parecían era en lo verde de sus ojos. Susan siempre pensó que sí no fuera por aquello su esposo quizá le hubiera pedido explicaciones sobre su hijo.

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