Las decisiones que tomamos

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Capítulo 33 - Las decisiones que tomamos.

Natalia Estaba decidida, tenía que hacerlo. El reloj marcaba las 3:00 AM el momento en el cual tenía la certeza de que toda su familia estaba durmiendo. A veces escuchaba que sus padres miraban televisión hasta altas horas de la noche, lo cual le impedía arriesgarse al tratar de salir de su casa una vez pasada la medianoche. Nadie sabía lo que estaba haciendo, ni siquiera la joven estaba 100% segura. << ¿Quién lo estaría?>> Pensó mientras terminaba de acomodar sus cosas en un pequeño bolso.
Ella no lo había pensado mucho en realidad apenas fueron las 00:00 hs ella sabía que en la madrugada sus padres la llevarían a aquella clínica. No podía permitirlo, siempre fue partidaria de dejar a las mujeres decidir sobre sí mismas y un aborto no era lo que ella quería, aún en el hipotético caso donde ella no quisiera criar a su bebé, simplemente no podría hacerlo. No lo pensó dos veces y se quedó despierta hasta el momento adecuado. Terminó con lo que estaba haciendo y soltó un suspiro mientras apoyaba ambas manos en el bolso. Natalia comenzó a observar su cuarto. Cada detalle de aquella habitación representaba quien había sido hasta ese día, una persona que ya no existe. Luego del infierno que había vivido al quedar embarazada ya no podía ser la misma. Por eso había decidido escapar. Ni siquiera había dejado una nota solo se fue con la intención de jamás regresar.

Aquella noche estaba tranquila, cálida como cualquier otra de finales de primavera con una luna llena hermosa. Su vecindario era bastante tranquilo a pesar de que el alumbrado público apenas si iluminaban la calle. Comenzó a caminar por los suburbios rumbo al centro, tan lejos de sus padres como pudiera.

Gerónimo se encontraba durmiendo cuando su móvil comenzó a sonar, apenas si abrió los ojos, tenía demasiado sueño para levantarse e irse al colegio, su sorpresa fue grande cuando notó en la pantalla de su celular la hora en la que Natalia estaba llamando. No había hablado con ella desde hace bastante y tuvo miedo de contestar, simplemente no quería saber nada de ella y de su hijo. La idea le aterrorizaba. No fue hasta la quinta vez que la joven llamó que se decidió por atender.

- ¿Hola? - fingió estar somnoliento.


- Necesito tu ayuda Gerónimo - soltó la joven al otro lado del teléfono.


- Por dios Natalia que pasa? ¿Viste la hora que es?

Natalia había llegado a la casa del rubio y se sentó en la entrada de aquella casa. - Gerónimo estoy a fuera de tu casa ¿puedes bajar?

- ¿Como que estás acá? - soltó confundido el rubio. Se había levantado de su cama y comenzado a vestir cuando la joven habló nuevamente.

- Solo ven si no quieres que toque el timbre y hable con tus padres.


- Me estás amenazan...- dijo, pero antes de que pudiera terminar se dio cuenta de que había cortado la llamada. No tenía otra opción más que salir a ver qué es lo que quería. Le parecía muy rara la situación, después de todo que una ex te visite a las cuatro de la mañana no era algo normal. Caminó silenciosamente hasta la puerta principal de su casa y echó un vistazo por la ventanilla observando a la joven sentada en el suelo con sus brazos alrededor de sus piernas y con la cabeza mirando hacia abajo. Observó que llevaba un bolso pequeño y su mochila en su espalda. Sintió algo de culpa, el no haber hablado con ella y dar la cara por lo que estaba pasando. <<Por Dios que idiota soy>> se dijo a sí mismo como reproche mental.

El rubio comenzó a abrir la cerradura lo que hizo que Natalia se pusiera de pie esperando a que el Belli abriera la puerta. Lo primero que vio fueron los ojos celestes de el apuesto muchacho. Estaba más hermoso que nunca y había cambiado su peinado, ahora llevaba un rasurado bastante prolijo. Ciertamente le quedaba con su personalidad.

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