27.- Propuesta.

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–Peter -susurré-. Esto está mal -insistí-.

–________ -dejó de besarme-, cielito -apartó un mechón de cabello de mi cara-. Todo lo qué tú haces estás mal -acaricia la parte de mi espalda que está descubierta-, lo que yo hago está mal -me sonríe seductoramente-. Y por eso, esto -comienza a susurrar en mi oído-, está completamente bien.

Esas tres últimas palabras, me provocan una oleada de placer.
De pronto alguien abre la puerta, dejando entrar la luz de la cocina.

–¡Niña! -gritó la señora Jane-, ¡salgan de ahí! -dijo tapándose los ojos y dió media vuelta-

–¡Lo siento! -Peter suelta una carcajada y recoge su saco-, ¡por favor no diga nada!

–¡Sólo salga de ahí! -tomé mi corona, Peter sale primero y yo lo sigo-

–¿No dirá nada? -ella niega con la cabeza-, ¿ni a Alex?

–Señorita, eso sería un atrevimiento que yo no tengo permitido.

–Gracias -digo y Peter me toma de la mano, me guía por la puerta de la cocina que da al jardín-.

–¿Quién era ella? -dice riendo-

–La señora Jane, de pequeña ella nos cuidaba a Álex y a mí -intento acomodar mi peinado con los pocos broches que quedan en mi cabello-.

–Te ves -me mira de arriba a abajo-, sexy -ambos soltamos una carcajada-.

–Oh, cállate Pan -me pongo la corona-. Pronto seré una mujer comprometida -la sonrisa se esfuma de su rostro-.

–¡Tienes dieciocho años!, ¡no puedes hablar en serio!

–Pues eso, se lo dices a mi madre -contesto molesta-. Así son las tradiciones en la realeza.

–¡Se lo diré! -gritó con cierta furia-, ¡no puedes casarte! -comienza a dar vueltas-... Ven conmigo -me toma de la mano-, vamos a Nunca Jamás.

–¡_______! -escucho a Andrew llamarme- Todos te están buscando, parece que Alex -le echa una mirada a Peter-... ¿Quién es?, ¡oh!, eso no importa. Parece que Alex está por pedirte matrimonio, ya lo habló con Joe y Miranda -me tomó de la muñeca-. Vamos.

–¡No! -me suelto de él-, ¡espera! -camino a Peter, parece tener cara de pocos amigos- ¿Te volveré a ver? -digo lo suficiente bajo, cómo para que sólo él pueda escucharme-

–Piensa lo que te dije -se muerde el labio inferior-. Si no aceptas lo que el Rey de los tontos te va a decir, te estaré esperando justo aquí, y nos iremos -le echa una mirada a Andy-. Ahora, tienes que ir.

Doy media vuelta y comienzo a caminar rumbo al castillo, Andrew va a mi paso, sólo me observa.

–Si tienes algo que decir, lo dices ahora -le digo-. Ya me cansé de tu mirada culposa.

–Parece que te revolcaste con ése sujeto, la cara hinchada, el cuello rojo, y el cabello despeinado.

–Shh. Cierra el pico, y de esto ni una sola palabra.

Entramos directo al gran salón, todos dirigieron sus miradas a mí, seguramente ya sabían de que se trataría esto.

Alex, se acercó a mí, y me tomó de la mano, había un balcón, dónde se podía observar todo el salón, y el salón a nosotros.
Mamá, Joe y Andrew estaban en la escaleras, observándonos, y Miranda de pronto se limpiaba una lágrima.

–¿Alex? -pregunté -, ¿de qué se trata esto? -sonreí nerviosa-

–¡_______! -gritó-, ¡amigos y familia! Esta noche, quiero pedirte algo -todos guardaron silencio-. Tenemos a dos reinos con futuro y -se puso de rodillas-, estoy enamorado de ti -nuestro público soltó suspiros-.

–Alex, no lo hagas -le dije en susurro-.

–Y hoy -tronó los dedos, Carl y John se acercaron a él y le entregaron una cajita-, quiero pedirte que -abrió la caja y sacó una sortija-, seas mía -me puso el anillo-. ¿Aceptas?

Nadie dijo ni una sola palabra. Volteé a ver a mamá, me veía mal, ella quería que aceptara, miré a Andrew, negaba con la cabeza, Jhon y Carl, sus guardias personales me miraban amenazadoramente, y entre la multitud encontré a Jane, me miraba con cierta tristeza y desprecio.

–Alex -suspiré-, yo -giré a ver el ventanal y una estrella relucía a lado de las demás-... Yo -sentí que rompería en llanto, pero la imagen de Peter, inundó mis pensamientos-. Yo no puedo aceptar -me quité el anillo y se lo devolví-. Lo siento.

Levanté un poco el vestido y bajé corriendo las escaleras, escuché a mi madre llamarme, pero la ignoré.
Cuándo logré salir al jardín, Jane me tomó de la mano.

–Te agradezco lo que estás haciendo -me acarició el rostro-. Eres cómo una hija para mí, pero nunca amarás a Álex -me solté de su agarré y seguí corriendo a dónde había dejado a Peter-.

–¡Yo creo! -grité-, ¡yo creo! -no lo encontraba, y tenía que hacer que él fuera a mí- ¡Yo creo en la magia! -nadie apareció-

Había echado todo a perder, por un ser que nunca hablaba en serio, ahora Peter estaba desaparecido, y mi dignidad junto a la de Álex, también.

–¿Me extrañaste, cielito? -escuché detrás mío-

–¡Peter! -giré y al verlo me aventé sobre él-, ¡vámonos!

–¿Le dijiste que no? -colocó sus manos alrededor de mi cuello y hablaba contra mi oído en voz baja-

–Por ti, sería capaz de renunciar hasta a mi propio reino -susurré-.

–Sólo dilo -dijo-, sólo dilo y nos iremos.

Se escucharon pisadas, probablemente Álex ya había dado la orden de buscarme.

–Creo en ti, yo creo en ti.

De pronto, comenzamos a elevarnos, y una niebla verde nos rodeó.
Nuevamente ese dolor en la cabeza, y todas esas imágenes.

–Me das dolor de cabeza -la niebla se esfumó-.

–Y tú a mí -contesté-, literalmente.

–¡Peter! -una tercera voz se unió, era ese chico rubio- Rumplestiltskin, está aquí, en la casa del -me echó una mirada-...árbol.

Peter salió corriendo, dejándome sola con el chico.

–¿Soy o me parezco? -dije al ver que no me quitaba la mirada de encima-

–Eres -susurró-.

–Tú eres muy raro -respondí-.

Caminé en dirección a la casa del árbol, por alguna extraña razón sentí que conocía el lugar, como si ya hubiese estado ahí un montón de veces antes.

–¡_______! -gritó Rumplestiltskin-, ¿cómo has estado? -soltó una risotada- Imagino que mal, sin recordar que pasa.

–¿Perdón?

–Sólo vine a decirles una vez más -Peter retrocedió un par de pasos y me tomó de la mano-. Sarah y Alex son buenos, son los buenos de tu cuento -me señaló-. Y ustedes son villanos -se acercó considerablemente-, y los villanos no tienen finales felices.

Dicho esto, desapareció, se esfumó en su niebla.
Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

–Peter -dije-. Él tiene razón, míranos. Acabo de escaparme contigo, con un villano, eso me convierte en una una, y esto está mal.

–Cielito -me tomó de la cintura y me acercó a él-. Ya lo hemos hablado -quitó los seguros de mi cabello-. Esto está bien, porqué lo que tú haces está mal -comenzó a besar mi cuello-, yo soy malo -desató mi corset-... Y juntos estamos bien -y lo aventó a algún rincón de la habitación-.

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Me deben de estar odiando en estos momentos por tardarme tanto, perdóname v:

Mi Mejor Pesadilla. Mi Peor Sueño. Peter Pan y _____.  ||FINALIZADA|| ||EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora