Juventud Eterna ||Naruto||

Capitulo XIII ✦

  ➸ Soportando el dolor de una perdida.

Conociendo a un idiota, al mejor idiota.

Mis malas decisiones me llevaron a él, gracias a lo despistada que soy lo conocí. Creí que era una presa fácil, estaba sólo, alrededor de un espeso bosque y lo peor dormido enfrente de una fogata, cualquiera pensaría que era una presa fácil. Tenía quince era ingenua y lo Ataque, pensaba que iba a ganar, pensaba que era fuerte, era una total ingenua. Lo primero que iba a hacer era tomar todas sus pertenencias, dinero, pergaminos, armas y comida. Lo acechando enzima de un árbol, muy cerca. Bajé del árbol, y lo primero que hice fue dirigirme a su bolso/maleta. Revise y revise, pero lo único que había era ropa. Enojada me fui a su dirección y lo Revise a él "Oh mira pero que pervertida" fue lo que escuche decirme y me aleje sonrojada. Como se atreve a llamarme pervertida. Aún lado del había un envase de comida. Me preparé estaba hambrienta, por eso iba a robarlo. Agarré mi Kunai fuertemente, y lo Ataque, pero solo me esquivaba una y otra vez. No iba a ganar, por eso agarré la comida y salí corriendo. Escuchaba como gritaba furioso, y reí, me siguió, me alcanzo, me mantuvo como su prisionera. Aunque lo golpeaba cada vez que podía, y también intentaba escapar, el fue bueno conmigo. Me convenció, bueno no él, sino su tia, una gran persona.

Deje de escribir, si seguía lo más seguro era que se iba a arruinar debido a mis lágrimas. Me encogí en la esquina de la habitación, atrayendo mis piernas a mi pecho y escondiendo mi cabeza entre ella. Soy una idiota.

De repente entró una luz por la ventana de la Habitación, me asomé emocionada por la ventana, pero era el sol. El estúpido sol, hizo que actuará como una tonta, la gente muerta no regresa. Ahora es apenas que me doy de cuenta que ya es mañana, me quedé dormida en la esquina de la habitación, Soy patética.

-Maldito Hajime.- Susurre mientras me secaba mis lágrimas.- Despierta.- Me golpee las mejillas.

Salí de ahí en dirección al bosque, el mismo de ayer, se me hacía bien salir y despejar la mente.

Llegué y ellos ya estaban aquí.

—Si vinieron hermanos Senju. — Salte del árbol. — Si son confiados, son senjus, debería matarlos. — Me senté enfrente de ellos.

—Buenas tardes Suté-san— Saludo demasiado cortes Tobirama.

—Hola Hisae-chan. — Saludo totalmente diferente Hashirama.

No parecen hermanos.

— ¿No se supone que se llama Suté? —Preguntó Tobirama.

— Mi nuevo nombre es Hisae— Respondí alegre.

— Yo prefiero llamarte "Loca del bosque"

— Buena elección.

—¿Y qué pasó con el tal Hajime? — Preguntó Tobirama, justo en el kokoro.

—Bueno el...- Me rasque la nuca, tratando de no mostrarme triste. Respire varias veces tratando de controlarme. —Murió.

Solte sin mas mientas agachaba la cabeza no podía evitar llorar. Las seque rápidamente.

—lamento hacerte recordar su pérdida. — Se disculpó.

—Nosotros también perdimos a alguien importante.—Mencionó Hashirama triste.

—Lamento su pérdida—Levante la cabeza mientras frotaba mis ojos.- Ellos no hubiesen querido vernos así, ¿Verdad?

—¡Tienes razón! — Se levantó Hashirama con los ojos llorosos.

—Vamos a hacer algo divertido. — Propuse.

—¿Cómo qué? —Preguntó Hashirama.

— Como lo que sea. — También me levanté. — ¡Una carrera a mi casa! — Grité emocionada.

—No sabemos dónde vives. — Dijo Tobirama.

— Entonces síganme el paso. —Comencé a correr.

Llegamos, e intente recuperar el aliento.

—¡Que buen ejercicio! —Sonreí. — No creen.

—¡Hambre! ¡Sed! ¡Cansancio! — Se tiró al suelo Hashirama.

—Voy a preparar comida. —Entre a la casa mientras le hacía señas para que me siguieran. —Perdonen que parezca una arena de batalla. Ignoren todos los agujeros en las paredes.

—Es una buena decoración. — Dijo Hashirama y reí. — Le da un cierto toque de vida al lugar.

—¿Esto lo hiciste tú? — Preguntó asombrado Tobirama.

—Sí, estaba realmente furiosa. Fue una lucha contra una Uzumaki. Aunque la mas grande la hicieron lansandome—susurre lo ultimo.

—Increíble. — Me elogió tobirama. —Me tienes que enseñar a hacer eso.

—¿Quieres ser mi pupilo—Pregunté desde la cocina.

—No, eres demasiado infantil para ser mi sensei. —Y todo mi ego callo.

—Yo sería una buena sensei. — Contesté.