Capitulo XVIII✦

176 27 1
                                    

➸Reencuentro 

Estaba enfrente de la entrada del clan Senju. Los ninjas que vigilaban la entrada, fueron fáciles de evadir. Llegue fácilmente a la casa de Hashirama y Tobirama, fue pan comido. Camine hasta la puerta de su casa y me detuve, no sabía qué hacer, como los saludaría, fueron tres años. Mientras pensaba escuche a alguien abrir la puerta y me alarme, era su padre. Él no me conocía y no creo que me recuerde, ya que me empezó a atacar.

—¡Una intrusa a estrado al clan! —Grito mientras me atacaba con su Katana, y yo me alarmaba, está llamando mucho la atención.

—¡Espere, esto es un malentendido! — Trate de calmarlo mientras esquivaba cada uno de sus ataques.

—¡Aja, y entonces que viniste a hacer, a saludar! — Dijo enojado. — ¡No soy tan tonto niña!

—Padre, ¿Qué está pasando?

El recién nombrado se alejó y me confundí, hasta que sentí el piso quebrarse y salir madera de él, esta salió alrededor de mí, y me atrapo. ¿Pero qué es esto? ¿Madera?, ¿Qué clase de jutsu es este? Eso no importa eso en estos momentos. Alce mi puño y lo impacte contra el muro, se formó un agujero, y logre salir.

—¡Solo estoy buscando a un viejo amigo! — Levante mi mano, dando a entender que no iba a atacar a nadie.

—Hisae, ¿eres tú? —Me pregunto un hombre alto, a lo lejos.

—Sí, esa misma soy. — conteste. — y ¿tú eres? — No estaba segura de quien era estaba muy lejos de mí.

—Sensei, soy yo Hashirama. — Se acerco a mí con una sonrisa.

—Hashirama. — también me acerqué a él, y cuando lo tuve al frente tuve que alzar un poco el rostro para mirarle bien. —Veo que creciste.

—Y tú estás igual. — sonreí.

—Gracias, pero tú no estás igual, y pensar que yo te revolvía el cabello. — Reí y comencé a deprimirme. — soy una enana.

—Tienes, mucha razón, sensei. — Lo mire mal. — Y... ¿Cómo le fue en su viaje?

—Bien, o eso creo, ya terminé mi entrenamiento. — me empecé a tronar los dedos. — ¿Quieres ver? — Sonreí macabramente.

—Creo... que será mejor que veas a Tobirama primero, no crees. — Me agarro de los hombros y me empezó a guiar por la casa.

—Excusas, puras excusas.

Empezó a recorrer toda la casa en busca de ser hermano, pero no lo encontraba, y yo seguía siendo empujada por él.

—Hay se me había olvidado, — se golpeó la frente con la palma de su mano derecha. —esta es su habitación. — Creo que se estaba dirigiendo a la habitación, es lo más lógico. Al estar enfrente de una puerta café la toco dos veces. — Tobirama, adivina quién nos visita. — Pregunto Hashirama mientras me sacudía.

—Si es de nuevo Izanami, dile que se marche. — Contestaron al otro lado de la puerta.

—Es todo un divo, ¿no? — Le susurre mientras reía.

—Es alguien mucho mejor. —Abrió la puerta.

—¿Quién? — pregunto fastidiado.

—¡Tu querida sensei! — Pase, después de Hashirama.

Se quedó mudo, como si estuviera procesando lo sucedido.

—Hace mucho que no nos veíamos, Tobirama. —sonreí. —Y... No vas a decir nada. — moví mis hombros varias veces.

—¡Sensei! —Se lanzó a abrazarme, que raro él no es así. Comencé a tocar su frente tal vez tenga fiebre. — ¿Qué haces?

—Sólo reviso, tal vez tengas fiebre. — Él se separó, y se aclaró la garganta.

—Que bien que hayas regresado, sensei. — Volvió a decir Tobirama.

— Llamen mejor Hisae— Sonreí y ellos asintieron. — ¿Se han hecho más fuerte verdad? Claro que sí que estoy preguntando. — Me lleve las manos a la cintura mientras sonreía, sí que han crecido. — Si que han crecido, y mírense, has madurado y han cambiado.

Mi mirada se posó en Hashirama, se convirtió en un hombre alto, piel morena, ojos marrones con grandes ojeras y una larga cabellera oscura que llegaba a su cintura.

—En estos tres años te dejaste crecer el cabello. — Agarré un mechón de este. — Es más largo y más sedoso que el mío. — Me eché a reír.

Pose mi mirada en su hermano menor, observándolo. Su cabello grisáceo y sus ojos rojizos no habían cambiado, tenía tres rayas rojas en el rostro, dos debajo de los ojos y una sobre la barbilla, eso era nuevo. Era un hombre alto, de aspecto maduro y mirada intimidante, había madurado más que su hermano, se notaba.

—Están seguros que ustedes son hermanos. — Los señale. — Son muy diferentes. — Les apreté las mejillas a cada uno. —Y, ¿yo he cambiado? — Pregunté mirando el suelo.

—Sigues igual Hisae. — Respondió Hashirama, ya lo sabía.

—Sigues igual de hermosa. — Comentó Tobirama, mirando hacia otra dirección.

—Gracias, chicos. No saben cuánto los extrañe.

Juventud Eterna ||Naruto|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora