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Jungkook tecleó con desesperación sobre el teclado de la computadora portátil de su hyung el nombre que se escribía en el cheque. Kim Yeong.

Todavía estaba molesto por su declaración en el hospital. Para infortunio de aquel prepotente hombre, Yugyeom no había muerto (algo por lo cual Jungkook estaba muy agradecido). Solo tenía una fractura en el fémur y una contusión en la cabeza, pero se recuperaría.

—¿Has encontrado algo? —preguntó Hoseok a sus espaldas. Jungkook asintió en afirmación y el mayor estiró el cuello para poder ver—. ¿Quién es?

—Parece que es el dueño de una importante alianza de empresas —respondió. Sí, sin lugar a dudas era un hombre rico. Explicaría también por qué dejó todos los gastos pagos en el hospital donde en aquellos momentos Yugyeom se recuperaba—. Pero, ugh... ¡No quiero su sucio dinero!

El papel salió a volar en cuanto Jungkook lo lanzó y los ceros brillaron en la superficie cuando cayó al suelo. Hoseok silbó; esa era una enorme cantidad de dinero.

—Si te lo ha dado, por Dios. ¡Redímelo antes de que lo cancelen!

Jungkook le miró furibundo.

Él era demasiado orgulloso y digno; quería dinero, sí, pero conseguido por sus propias manos y no porque un hombre le haya visto la cara de pobretón. No sabía qué le molestaba más: su exagerada limosna o la manera en la que había tratado a su hijo y cómo le pidió con asco que no se acercara a este.

—¡Me trató como a un leproso, hyung! —refunfuñó Jungkook cerrando el portátil con brusquedad.

—Oye, oye, amigo... Eso me costó un dineral; trátalo con cuidado. —Hoseok se estiró para tomar su preciado artefacto y lo alejó del menor. Sí, ellos no vivían entre lujos y ropa de marca, pero estaban completamente sanos y limpios—. Ah, Jungkook, solo olvídalo. Ya sabes como es este mundo, de príncipes y plebeyos.

No, no lo iba a olvidar. Que su amigo tuviera la razón era más injusto aún. ¿Por qué los plebeyos tenían que recibir callados la humillación de sus príncipes? Él no lo aceptaba.

—Le devolveré su endemoniado dinero —declaró—. ¡Se va a enterar de quién soy yo!

—Como sea. —Hoseok rodó los ojos mientras se acomodaba en su estrecha cama con las rodillas al pecho. Él invierno estaba a la vuelta de la esquina y su desgastada chaqueta no le iba a ayudar mucho—. ¿Cómo está Yugyeom?

—Su madre está cuidándolo en el hospital ahora mismo —respondió Jungkook—. Debería ir a echarle un vistazo, ¿verdad? Para que ella pueda comer algo y tal vez ir a dormir.

El menor no esperó respuesta. Solo tomó su delgado saco y se despidió de su hyung antes de salir y marchar rumbo al hospital, que estaba un poco alejado de la casa de su amigo. Bien podría haber tomado un autobús, pero en el momento no tenía dinero encima, más que el odioso cheque arrugado en sus manos.



Dos días.

Dos días habían pasado desde aquel terrible suceso y las consecuencias para Taehyung no fueron agradables.

Había tenido pesadillas, se había enfermado, lucía más delgado y su mentora no dejaba de recriminarle lo desconcentrado que estaba. La regla se había marcado muchas veces contra su piel, algunas le hicieron sangrar y otras no fueron más que solo cosquillas, pero a nadie dentro de esa casa le importaba. Su padre no le había mirado ni una sola vez.

De príncipes y plebeyos - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora